viernes, 10 de enero de 2014

LA IMAGEN DEL CRISTO DE LA COLUMNA DE LA VERA-CRUZ, DE ANDÚJAR, INSPIRADO EN EL TITULAR HOMÓNIMO DE LAS CIGARRERAS DE SEVILLA

Maudilio Moreno Almenara

Nuestra imagen del Cristo de la Columna no está inspirada en el antiguo titular que la cofradía tuvo antes de la Guerra Civil. Este dato es seguro si comparamos nuestro titular con la única representación que tenemos de la antigua imagen que aparece en una vara que nuestra cofradía aún conserva. La pieza podría fecharse en la transición entre los siglos XIX y XX, existiendo piezas sevillanas similares encargadas hacia 1907.

 

A pesar del pequeño tamaño de la vara, ésta se realizó con minucioso detalle, casi con toda seguridad a partir de una fotografía del Cristo de la Columna. La imagen muestra algunas particularidades coincidentes con los inventarios de bienes, como la disposición de un faldellín o paño de pureza superpuesto, y una cabellera también sobrepuesta que cae sobre los hombros. Pero lo más llamativo es la presencia de una corona de espinas, cuestión incorrecta desde un punto de vista evangélico, pero que sin embargo se le disponía a la imagen para ajustar la peluca. Es evidente que de haber sido una representación idealizada, nunca se habría puesto este detalle por su incorrección, ya que la corona se le dispuso a Cristo algo después del pasaje del azote, lo que confirma que se trata de una imagen realista, que muestra una singularidad propia de la cofradía y por ello, es una representación real de la antigua imagen que ésta poseía. No es extraña esta altura de columna (a la altura de la boca de la imagen) sin remate, ni la posición de las manos o la cabeza, pues existen imágenes realizadas a fines del siglo XVI, como el Cristo de la Columna conservado en la iglesia de San Basilio de Córdoba, que aunque muy repintado, entronca formalmente con la representación de la vara.




La simple comparación de la imagen actual con este documento histórico deja claro que nada tienen que ver, y que por tanto, la nueva imagen del Cristo de la Columna, realizada entre los años 1943-1944, no se inspiró en el antiguo titular destruido durante la Guerra Civil. Las mayores diferencias se observan en tres detalles: la posición de la cabeza, la de las piernas, y la altura de la columna.



La principal razón que explica que no se copiase la recientemente destruida imagen del Cristo de la Columna es que la nueva no fue encargada por la Junta de Gobierno de la Cofradía, sino por Dª Concepción Mármol, por lo que en ningún momento se debió pedir al escultor e imaginero Juan Blanco Pajares que hiciese una copia del titular desaparecido. Esta donación queda aclarada en el acta del cabildo celebrado por la cofradía el día 27 de Marzo de 1944, del que mostramos un detalle:


Es así como el imaginero realizó una obra sin deuda formal o condición estilística previa, quedando pues a libertad del artista el resultado final de la escultura.



A pesar de haber nacido en Don Benito (Badajoz), Juan Blanco pasó buena parte de su vida en Sevilla, trabajando en obras destacadas realizadas en poblaciones muy próximas a la capital, como el monumento al Sagrado Corazón de San Juan de Aznalfarache. Aparte, colaboró también con el imaginero Antonio Castillo Lastrucci, que por aquel entonces tenía un enorme taller del que salieron una gran cantidad de imágenes para toda Andalucía, en especial, para toda la parte occidental.



Pensamos que fue esta vinculación profesional sevillana del escultor la que marcó la fisonomía de nuestra imagen del Cristo de la Columna, ya que el modelo debió ser, como veremos a continuación, el titular de la popular cofradía trianera de Las Cigarreras.
Quizás los más jóvenes se extrañen de nuestra hipótesis, ya que la actual imagen, salida de la gubia de Francisco Buiza, dista mucho de nuestra imagen del Cristo de la Columna. Hemos de explicar, que la actual configuración del misterio sevillano ha ido cambiando mucho a lo largo del siglo XX. La última modificación ha sido la sustitución de las figuras del misterio (sayones y soldados) realizadas por el imaginero José Antonio Navarro Arteaga que fueron presentadas públicamente en el año 2003.


Sin embargo, no nos referimos a este titular de Las Cigarreras, que fue realizado en 1974, sino al anterior, es decir, a la imagen del año 1602 que talló Amaro Vázquez y que procesionó durante dos largas etapas: de 1602 a 1891 y de 1938 a 1972.
Fue, desde luego el titular por excelencia de la cofradía de las Cigarreras, ya que la imagen salió en Semana Santa durante más de tres siglos. Algunas fotografías de la década de los cincuenta del siglo pasado nos muestra la estampa del paso por aquel entonces, del que ya no queda nada en el actual.   



La imagen sufrió los avatares propios de muchas esculturas antiguas, es decir, fue restaurada y modificada en varias ocasiones. Así, en 1772 fue reencarnada por Vicente Alanís, desapareciendo las antiguas veladuras. En 1829 se sustituyó la cabellera de madera por una de pelo natural, volviéndosele a retallar a finales del siglo XIX. En 1940 fue retocada también por José Rivera e Infantes Reina (RODA, 1991, 203).
En 1877 se hizo un primer intento de sustituir la imagen, que finalmente se frustró. El motivo era que la imagen no respondía “en su actitud ni la expresión de su rostro a los acervos tormentos de que fuera víctima en el acto de sus azotes”. Es evidente que la cofradía, que por aquel entonces ya había incorporado al paso varios sayones, no veía que la imagen de Amaro Vázquez se integrase adecuadamente en una escena de misterio, restando credibilidad a la dureza del castigo, la serenidad de la imagen del siglo XVII, que debió ser ideada para procesionar sola. En 1892 se le concedió en depósito una imagen existente en la parroquia de la Magdalena, aunque tampoco caló en la cofradía, pues en 1916 se estrenó una nueva imagen obra del escultor Joaquín Bilbao (IBID., 1991, 204). El escultor realizó una talla de enorme dramatismo, aunque quizás algo expresionista y muy voluminosa, de tal modo que a pesar de su fuerza era desproporcionada con respecto a las dimensiones de los sayones preexistentes. Algunas fotografías de la época dan fe de ello, en especial las que muestran uno de los costeros del paso. Desde estas perspectivas la diferencia de tamaño de las imágenes del misterio resulta bastante evidente:


Fue esta circunstancia la que llevó a que, aunque la nueva imagen figuró en el paso durante más de dos décadas, finalmente fuese repuesta la de Amaro Vázquez en 1938. Igualmente el paso fue modificado en varias ocasiones hasta desecharlo, coincidiendo los cambios con el traslado de la sede la Cofradía, desde la antigua Fábrica de Tabacos (actual sede de la Universidad) a la nueva fábrica en los Remedios, al otro lado del río. 


      
Hemos ido relatando cómo la Cofradía de las Cigarreras de Sevilla fue cambiando en sucesivas ocasiones la estampa de su paso de misterio de Jesús de la Columna e incluso su titular. Pero lo que nos interesa, es que en 1944, cuando el escultor Juan Blanco realizó nuestra imagen, el titular de las Cigarreras que salía en Sevilla desde hacía seis años era el que realizó Amaro Vázquez en 1602. Pensamos que esta imagen fue la inspiración de nuestro imaginero pues existen numerosas coincidencias entre ambas imágenes, aunque no cabe duda que fue una reinterpretación de Blanco a partir de la efigie sevillana. Varias fotografías atestiguan los cambios realizados en 1940 en el titular de “Las Cigarreras”, subiendo la columna, retocando la cabellera y añadiéndole un nudo en el paño de pureza o perizoma. 





A pesar de las modificaciones realizadas en su titular, las concomitancias entre el antiguo Cristo de la Columna de la cofradía trianera y la de nuestro titular son claras, por ejemplo en la posición de los pies, avanzado el izquierdo y retrasado el derecho. El perizoma o paño de pureza fue reinterpretado por el imaginero, subiéndolo y dejando la zona del vientre cubierto, aunque se parezcan en el color. En cuanto a la posición del brazo derecho son bastante similares, aunque el contraposto de la imagen sevillana es más natural que el de la nuestra, quizás algo hierática. Sin embargo, el rostro, levemente girado, y el tratamiento de la cabellera, es propio del artista, al igual que la Columna. Es probable que Juan Blanco conociese el tortuoso devenir de esta imagen sevillana y las zonas en las que se habían producido más cambios, de ahí que las reinterpretase.
Un hecho aún más curioso, que a nuestro juicio parece redundar en la inspiración sevillana de nuestra imagen del Cristo de la Columna, es el sello que la cofradía utilizó durante estos años, y que aparece en los documentos. Desde luego que no es nuestra imagen del Cristo de la Columna, sobre todo por la columna y el paño de pureza, pareciendo más bien una reinterpretación bastante aproximada, a pesar del tamaño, del titular de las Cigarreras de Sevilla.



                      
A través de esta breve reflexión hemos fundamentado que la deuda formal de nuestra imagen del Cristo de la Columna no tiene su origen en el antiguo titular de la Cofradía de la Vera Cruz, sino en el ambiente artístico en el que desarrollaba su producción el autor de la imagen, Juan Blanco. Es así, cómo el entonces titular de la Cofradía de las Cigarreras de Sevilla fue la inspiración que buscó el imaginero extremeño, siendo, por tanto, la primera de las imágenes realizadas en las cofradías andujareñas tras la Guerra Civil, que tuvo en la ciudad hispalense su origen. Más tarde vendrían otras como la del Gran Poder o las imágenes de la Cofradía del Buen Remedio lo que no es sino fiel reflejo del poder de irradiación de la Semana Santa de Sevilla en el siglo XX.
Bibliografía.
RODA PEÑA, J. (1991): “Antiguas imágenes titulares de las cofradías sevillanas”, en ALVAREZ SANTALÓ et alii, Las Cofradías de Sevilla en el siglo de las crisis, 177-238, Sevilla.