domingo, 13 de julio de 2014

ASÍ VIERON NUESTRA ESTACIÓN DE PENITENCIA (PARTE 5ª)

2ª PARTE DEL REPORTAJE FOTOFRÁFICO REALIZADO POR "PETIT JULEN"

Seguimos a "Petit Julen" en su contemplación del cortejo de la Cofradía de la Vera-Cruz andujareña en el ocaso del Domingo de Ramos.
 
Una Cofradía no es sólo el tránsito de unos Pasos procesionales portando las Imágenes benditas de Cristo, de María Santísima o de los Santos que ha dado nuestra Iglesia. Una Cofradía debe empezar a contemplarse desde que la Cruz de guía aparece ante nuestra vista.
 
El cortejo nazareno y penitente, los cortejos litúrgicos, los monaguillos, los auxiliares de la Cofradía en las distintas tareas,... todos aportan un gesto, una imagen, una actitud, una mirada, un bosquejo efímero que puede quedar inmortalizado por la fotografía, que detiene el tiempo. El artista que centra el objetivo de la cámara en cualquiera de estos detalles es el mejor transmisor del sentido, del significado y de esa meditación de la vida que supone una Cofradía.
 
Ver a "Petit Julen" trabajar supone observar a un individuo menudo de apariencia, silencioso, de mirada interrogante, que ensaya el enfoque, corrige óptica, apunta y vuelve a buscar otro horizonte, con la cámara en espera de que la luz sea la correcta, el movimiento el que aguarda y la atención del que se sabe pronto a ser fotografiado, de nuevo, en estado de reposo. Así es este joven creador.
 
A través de su óptica nos podemos volver a ensimismar en la manera en la que los cofrades de la Vera-Cruz de Andújar sienten su Estación penitencial hasta los cuatro templos que ocupó nuestra cofradía en siglos pretéritos.
 
Junto a "Petit Julen" la luz de un cirio se convierte en un cuadro barroco y una nube de incienso es la manifestación más real de que cuanto esta pasando ocurre para mayor honra y gloria de Dios y de su bienaventurada Madre del Cielo que vive en Andújar junto a la calle del Aire.
 
Las vestiduras litúrgicas, fotografiadas en blanco y negro, encierran todo el significado de la historia de siglos de la hermandad; y la silueta del nazareno de ruan, con la larga cola recogida en la canastilla, nos retrotrae a otras centurias, a otras épocas, a una ciudad todavía adoquinada con luz de gas y fe que musita un Padre nuestro mientras la rúbrica de una cruz cruza el cuerpo de hombro a hombro.
 
Os dejo con toda la maestría de "Petit Julen" en los detalles nazarenos. ¡Cuando el aire se detiene y la luz pinta sombras sobre su piel!




 



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