viernes, 24 de octubre de 2014

ASÍ VIERON NUESTRA ESTACIÓN DE PENITENCIA (PARTE 13ª)

 
Vuelve junto al Guadalquivir la Cofradía. Y lo hace rodeando la muralla, como si buscara el Río que une a los hombres de su cuadrilla en la misma orilla de su cauce y bajo el orillo del mando de la Reina que dio a luz el Fruto de la Salvación Divina.
 
Vuelve Dolores a buscar al Guadalquivir, las Vistillas, su barrio y a besar las aguas de los viejos arroyos que han de llevar sus bendiciones hacia el adormecido Balneario de aguas abajo. Vuelve Nuestra Señora de los Dolores, y lo hace como si de Virgen de las Aguas se tratara, portada sobre los hombros de costaleros navegantes de la fe que llena esta tierra de María Santísima, siguiendo el curso de las aguas del Río Grande. Andalucía se hace pañuelo que enjuga un mar de lágrimas, de una Virgen niña, casí, con los ojos del color de la miel y el Magnificat aún resonando entre sus labios.
 
¡Y a su Dolor le florece una siembra fructífera de Fe y le sigue el amor de dos ciudades!

 
Compases de noche fúnebre, de partitura antigua, de maestros clásicos y de aquellos jóvenes que quieren capturar y dar crédito a aquellos sonidos antiguos. Música procesional de calado profundo, de oración musitada después de la Comunión, de visita al Santísimo, de tambor a la funerala que resuena como en los antiguos cortejos que vivimos los andujareños por la calle Ollerías.
 
Jóvenes músicos desgranan partituras tras un manto azul noche. La penitencia de la Cofradía adopta sones catedralicios. Las calles de la ciudad se llena de acordes marciales y cristianos a un tiempo. Es la Semana Santa entendida según la Tierra de María Santísima.

La juventud se muestra como la respuesta a nuestro futuro: el esfuerzo, el trabajo, la dedicación, la vida en la yema de los dedos y en los labios. Dos ciudades hermanadas acompañando a María Santísima de la Vera-Cruz y compartiendo con el Evangelista San Juan esa encomienda, del propio Cristo recibida, de velar por la Madre que nos cuida y nos ama.


 
 
 
 

 
"Cristo, por nosotros, se sometió a la muerte, y una muerte de Cruz..." Las palabras de San Pablo resuenan entre azucenas de plata, mientras el martillo en cruz llama a unos hombres de raza que elevan al Cielo a la Mediadora de la Divina Gracia. A la llamada del manijero, una cuadrilla de hombres de pro le brindan su andar a la Reina Franciscana.

 
Y la calle que la abraza, y los buenos cofrades que buscan a la Cofradía entre los rincones más hermosos de su penitente marcha, y la luz que se hace de oro y la flor rosa que calma la sangre derramada sobre el canasto de la Reina de todas las almas. Dolores de Vera-Cruz respira el incienso que los jóvenes vera-cruceros queman ante su andar de Madre Santa.

 
Se recoge Dios bajo su torre, con la muda mirada de la broncínea campana. Chisporroteo de cera penitente recorre el cristal de los faroles de plata. La Cruz redentora busca unir Cielo y Tierra, mientras Cristo, ya de recogida, nos deja oír, con fuerza, su Palabra.


 
"Te adoramos Cristo..." y por ti vestimos el ruán de la penitencia callada. Bendecimos el don de la vida recibida, después de haber rezado junto a ti por nuestras calles y plazas. Viviremos esta consigna todos los días de nuestra vida, junto a nuestros hermanos y hermanas.
 
Que el Señor os guarde y os bendiga siempre, queridos amigos de nuestra Banda de Música "Maestro Flores", de Marmolejo, por brindarnos la posibilidad de repetir, una y otra vez, los momentos de nuestra Estación de Penitencia, que vuestra música contribuyó a dejar grabados para siembre sobre los renglones de la historia sagrada de nuestra comarca.
 
Que la Virgen de los Dolores, de la Vera-Cruz, os tenga siempre bajo la protección de su manto.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario