lunes, 1 de diciembre de 2014

COFRADÍAS EN EL ANTIGUO CONVENTO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS DE ANDÚJAR

Maudilio Moreno Almenara
 
 
Ahora que llega el invierno y dejamos atrás las tórridas tardes estivales, nos gustaría que imaginaseis en la mesa camilla de vuestros hogares, aquélla nuestra casa grande de San Francisco. “Casa de vecinos” compartida con otras corporaciones y de las que nos faltan fotografías, algo que nos acerque con prontitud a esos momentos maravillosos de nuestra Historia, carentes hasta ahora de un refrendo visual. Para paliar esta carencia e invitándoos a ver con el corazón y con la imaginación aquello que no podemos ver, pero podemos sentir, hemos querido acercarnos de nuevo a nuestra anterior sede franciscana, en este caso conociendo algo de nuestros antiguos “vecinos”.    
 
 
Muy poco sabemos sobre las cofradías y hermandades que existieron en el antiguo convento de San Francisco de Asís de Andújar. No obstante, hay algunas referencias históricas que detallamos en este pequeño artículo con el fin de que sepamos algo de aquellas otras corporaciones, principalmente de gloria, con las que compartimos una singladura común durante más de tres siglos.
La única cofradía de Semana Santa que tuvo su sede canónica en San Francisco fue la de la Vera Cruz, donde contaba con capilla propia, la mayor de las secundarias de la iglesia. Este espacio fue ampliándose con el tiempo, en especial entre finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII. 
 

 
            La capilla de la Vera Cruz dispuso de una puerta hacia una calle que tomó también el nombre de la cofradía y que desembocaba en la calle Larga (MORENO, 2008). Era una calle intrincada, que prácticamente tan sólo servía de servicio a nuestra corporación y que desapareció en el siglo XIX con motivo de la Desamortización del convento y la obligación para la cofradía de abandonar su primitiva capilla y trasladarse a la cabecera de la iglesia. La calle en ese momento perdió su uso, siendo en su mayor parte invadida por los inmuebles colindantes. Hoy queda un residuo de aquella callejuela en la comunicación de la calle Larga con la Plaza Rivas Sabater.
 
 
El bloque de color verde que aparece en la parte izquierda de esta fotografía ocupa y fosiliza la anchura de la iglesia de San Francisco (nº 2 del plano anterior), y el espacio entre éste y el bloque del fondo, estuvo ocupado por las capillas que vamos a describir (nº 4, 3 y 6 del mismo plano).
 
 
Pero no es nuestra intención hablar de la Cofradía de la Vera Cruz, a la que ya dedicamos mucha atención en otras entregas. En este caso nos ocuparemos de las demás hermandades que tuvieron su sede en el antiguo convento de San Francisco y que fueron: la de la Candelaria, la de San Diego y la Hermandad de Ánimas. Existió también una congregación, que no era exactamente una cofradía, denominada Venerable Orden Tercera, a la que dedicaremos por su singularidad un estudio especial.
La imagen de la Santísima Virgen de la Candelaria debió realizarse en el último cuarto del siglo XVI, ya que su cofradía se menciona en un documento del año 1594 sobre las rentas parroquiales de la iglesia de San Bartolomé. En la relación de cofradías existentes en la feligresía de la parroquia de San Bartolomé Apóstol se indica, además de las de Ánimas del Purgatorio, Santo Domingo, Santísimo Sacramento, Concepción de Nuestra Señora, Rosario, Soledad, San Bartolomé, Vera Cruz, San Diego y Santa Elena, la de la Purificación[1] (RODRÍGUEZ, 1997, 99), con cuya denominación era conocida dado que su festividad era la de la Purificación de la Santísima Virgen como veremos a continuación. También aparece, en los años 1616 y 1629 en las actas capitulares del Ayuntamiento el acuerdo de que los regidores del Concejo acompañasen con velas a la imagen (TORRES, 1981, 55).
 
 
El del 29 de enero de 1616 queda reflejado en los siguientes términos: “acordo la ciudad se haga fiesta de nuestra sra. de la Candelaria en su dia y que el Mayordomo compre la cera que fuere menester para ello y que se de una vela a cada uno de los cavalleros Veinticuatro, Jurados y Escribanos del Cavildo pa quenta de los propios desta ciudad” (GÓMEZ, 1984, 115-116). El dictamen de 1629 es más completo al especificar que además de los regidores, acompañarían en la procesión con sus correspondientes velas el arcipreste, diáconos y el catedrático de Gramática Melchor Navarro (TORRES, 1981, 83). Como vemos, en estos años la ciudad entera se volcaba en una festividad que tenía su reflejo popular en las hogueras o candelas que se encendían en las calles.
La procesión se realizaba por la noche, es un hecho claro no sólo porque el acompañamiento se hiciese con velas sino también porque el acuerdo de 1629 se realizó el mismo día 2 de Febrero, festividad de la Candelaria, por la mañana, preparándose así la representación oficial que había de hacer el Concejo esa misma tarde/noche. Este tipo de procesiones nocturnas de la Candelaria solían hacerse en el interior de los templos o con un corto recorrido a otro templo cercano. Primeramente y durante la misa se bendecían las velas que simbolizaban la bendición de la luz que tendría que iluminar cada casa durante todo el año. La bendición de la luz tenía tanto un carácter físico como espiritualidad, para que no faltase en cada hogar la luz de Cristo. Era también un día de fiesta para las mujeres y los niños (BORREGO, 2009, 267) ya que se presentaban los niños en la iglesia, en conmemoración de lo que hizo la Santísima Virgen con su Hijo. Esta bendición de la luz sirve para asimilar a la advocación de la Candelaria o la Purificación la de la Virgen de la Luz. 
Una noticia novedosa respecto a esta cofradía de la Purificación o de la Candelaria de Andújar es una anotación del archivo de la familia León Arias de Saavedra, que se custodia en el Archivo General de Andalucía en Sevilla. En el inventario de documentación se indica la existencia del siguiente:
Andújar, 1 de Junio de 1599: Venta por la cofradía de la Purificación de Nuestra Señora del convento de Nuestra Señora (Santa Ana)[2] de Andújar a Alonso Ruiz de un haza en el sitio de los Tejares de Andújar sujeta a un censo. A continuación redención del censo por la cofradía a favor de Juan de Esquina en 1601” (VILELA, 2009, 146). Aunque no la cofradía, la imagen sí sabemos a ciencia cierta que se mantuvo en San Francisco hasta la Guerra Civil (1936-1939) y era de gran mérito artístico (TORRES, 1956, 294).
 
El Evangelista San Lucas nos indica cómo ocurrió este pasaje, que se basa en la costumbre judía de ofrecer a los primogénitos de toda familia al Señor, llevándolos sus padres al Templo una vez pasada la cuarentena tras el alumbramiento: “Así que se cumplieron los días de la purificación, conforme a la ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor, según está escrito en la ley del Señor que “todo primogénito sea consagrado al Señor”, y para ofrecer en sacrificio, según la ley del Señor; un par de tórtolas o dos pichones” (Lc. 2, 22...).
 
 
Una segunda cofradía, también del siglo XVI, era la de San Diego, a la que se denominaba “Patronato de San Diego”. Sobre la significación y vida de San Diego ya dedicamos otra entrega hace poco tiempo, por lo que no vamos a extractar nada más que los datos conocidos de este patronato o cofradía.
Además del santo franciscano, procesionaron a partir del año 1633 a la imagen de la Pura y Limpia o de la Purísima Concepción, cediéndose para ello el altar principal de su capilla “...en las Capillas del lado derecho está vna del glorioso San Diego, cuyo nicho principal se diò à la Imagen hermosísima de la concepción, por averse fervorizado de tal forma esta devoción, que el dia ocho de Diziembre, es el mas celebre de la Ciudad de Andujar...” (DE TORRES, 1683, 114). Su capilla estaba situada entre la de la Vera Cruz y el presbiterio de la iglesia, con comunicación también a la sacristía. A partir del año 1835 la cofradía de la Santa Vera Cruz se vio obligada a trasladarse a esta capilla, donde personas mayores con las que tuvimos ocasión de hablar hace años nos indicaron que allí habían visto antes de la Guerra Civil las imágenes de Jesús de la Columna, el Crucificado y la Virgen de los Dolores de la Vera Cruz, junto con la Pura y Limpia y la Virgen de la Candelaria. La causa de esta acumulación de imágenes en la parte de la cabecera es que con motivo de la Desamortización de 1835 se dividió en dos la iglesia de San Francisco con la construcción de un enorme muro, dejándose la mitad de los pies para casino y café y la mitad de la cabecera manteniéndose como iglesia. 
 
 
La imagen de la Pura y Limpia fue realizada en 1633 por el célebre escultor Alonso de Mena, según se describe en un breve folleto realizado por el vicario perpetuo de Andújar, D. Francisco del Villar (GÓMEZ, 1989, 102-103). Aunque dicha imagen desapareció en la Guerra Civil, se conservan algunas tallas de este escultor que debió ser muy similar a la “joya andujareña”, nos referimos a la Inmaculada de la parroquia cordobesa de San Basilio.   
 
 
Es probable que esta medalla barroca proceda de esta cofradía, pues muestra a San Diego por una cara y la Inmaculada rodeada por el cordón franciscano por otra, coincidente en la dualidad de advocaciones con la de Andújar:
 
 
Hacia 1770 debió haber unos años de lluvia intensa que afectaron a los tejados de las cofradías de San Diego y de la Vera Cruz, que por entonces eran colindantes. Este hecho llevó a que ambas tuvieran ciertos desencuentros, pues la primera achacaba a la segunda que los problemas en su tejado había sido consecuencia de la construcción del camarín de Jesús Nazareno, por lo que requería a la Cofradía de la Santa Vera Cruz que asumiera parte de los gastos del tejado del camarín donde se encontraba la imagen de la Pura y Limpia. En desacuerdo con este planteamiento, la cofradía recurrió al peritaje del entonces anciano maestro de albañil Juan Díaz, que había sido quien años atrás (1739) lo había construido, dando testimonio de que el Patronato o Cofradía de San Diego no tenía razón en su demanda económica: “...Se propuso por esta Cofª como ha sido Requerida por los Hermos del Patronato de San Diego para que se les acuda a la obra que tienen que hacer en su texado del Camarín de Nra. Sra dela Concepción diciendo que son obligados a ellos; Y haviendo esta Cofradía Conferido este asunto con Juan Diaz Mtro de Alvañilería quien antiguamente hizo la obra del tejado del Camarín de esta Cofradía[3] y declara éste no estar obligada esta cofradía a servir en esta contribución, se le ha respondido que en manera alguna contribuyen con nada Y para en el Caso de que dho Patronato quiera pedir Judicialmte desde luego todos de mancomún y en nbre delos demas Cofrades desta Cofradía le dan Poder cumplido a el Sr Dn Juan Antonio de Raya Presbro...”[4] La cuestión debió estar suficientemente clara como para decidir ya en este cabildo que el representante legal de la Vera Cruz sería D. Juan Antonio de Raya, presbítero, que años más tarde sería gobernador de la cofradía, para el supuesto que el Patronato de San Diego emprendiera acciones legales. Aparte de conocer el conflicto, la anotación nos sirve para saber que la Pura y Limpia tenía un camarín, decorado seguramente con yeserías barrocas al gusto de la época.
No obstante, años más tarde, entre los años 1780-1782 se emprendían obras de reparación en la capilla y camarín de Jesús Nazareno para lo cual la cofradía de la Vera Cruz tuvo que proteger el retablo de las obras, anotándose en los libros de cuentas:  Ítem es data: sesenta y cinco rs que pago en esta forma los doze pr la composición delas andas de Ntra Sra y los cinqta y tres al Mro. Madueño pa acabar de pagarle el ajuste que se hizo pa tapar y tabicar la capilla pa que no se empolvase el retablo...”[5]. Entre los años 1797 y 1798 se anotaba lo siguiente: “...Es data cuatrocientos rs gastados en la obra del camarín que amenazaba ruina como consta de recibo del maestro que la hizo...”.[6] Están claras pues, dos cosas, la primera que ambas cofradías tuvieron que hacer obras por estos años en sus respectivos camarines en San Francisco: el de la Pura y Limpia a cargo de San Diego y el de Jesús Nazareno por la Vera Cruz. Lo segundo, es que estas obras suponían un esfuerzo importante para ambas cofradías, requiriendo una programación meticulosa pues tenían bienes valiosos, como los retablos dorados, que podrían deteriorarse por los trabajos en los tejados.
 
 
La tercera hermandad que existió en el convento de San Francisco fue la de Ánimas. Ya sabemos que en el año 1594 se cita entre las que existían en la feligresía de San Bartolomé, por tanto, las tres debieron formarse, muy probablemente, con motivo de la inauguración del nuevo convento franciscano en 1585. No era exactamente una cofradía de gloria, pues no tenemos constancia de que procesionara. Pero veamos algunos datos conocidos sobre esta hermandad.
En 1846 encontramos esta anotación en el libro de cabildos de la Cofradía de la Santa Vera Cruz “...Se acordó que por este año solo se de a la hermandad de Animas para ayuda de reparos de la iglesia de San Francisco, quince reales de vellón...”[7] Esta anotación nos indica que tuvo una vida prolongada, alcanzando al menos el siglo XIX y que las reparaciones de la iglesia se hacían ya entonces cuando no estaba regentada por los franciscanos, por las cofradías allí existentes.
Por noticias del historiador José Domínguez Cubero sabemos que existió un “...cuadro de ánimas donde se representaba la Redención en una iconografía extraña. Jesús con los brazos clavados en el madero, muy en escorzo, y apoyado con los pies sobre un recipiente de donde salían caños de sangre redentora del mundo expiatorio, que se reproducía a los pies del lienzo...” (DOMÍNGUEZ, 1985, 103). Este cuadro fue sintéticamente descrito como consecuencia del inventario realizado durante la Desamortización de 1835 “...otro de la gloria y del infierno...” (EISMAN, 1990, 146).
Sin lugar a dudas este cuadro debió estar originalmente en la capilla que se menciona en la crónica de la S. Provincia de Granada al describir las capillas del convento en el siglo XVII. Se dice concretamente (referida a una capilla) “.... es de las benditas Ánimas del Purgatorio, cuyo Altar es privilegiado por Bula de Alexandro Séptimo; su data en Santa María la Mayor de Roma.... en siete dias de Enero de mil seiscientos y sesenta y siete años. Ha puesto la fervorosa devoción de los Fieles en tan alto punto esta Cofradía, que de las limosnas que se piden de puerta en puerta por la Ciudad, se junta cada año una cantidad muy gruessa, la qual con todas las demás, que por diferentes medios se pueden adquirir, se gastan en sufragios de las Ánimas...” (DE TORRES, 1683, 114).
Se trataba, pues, de una cofradía cuyos fines era fundamentalmente hacer sufragios (misas) por las Ánimas Benditas del Purgatorio, es decir, no salían en procesión, de ahí que su altar estuviese presidido por el cuadro que hemos descrito anteriormente. No es extraño en las cofradías de Ánimas, que si bien conservan en algunos casos varas y muchas demanderas, es decir, bandejas para pedir dinero, no tenían los cultos externos propios de otras cofradías que tenían un día señalado para su salida, que coincidía con la festividad de su advocación. En estos casos, las “procesiones” eran realmente los sufragios, que no se producían una vez al año, sino de manera casi constante. Suponemos que por aquellos años del Barroco, los hermanos saldrían en pequeños grupos, con un gallardete y algunas velas, y con sus tazas, huchas o con bandejas petitorias, y el Hermano Mayor con su vara. Aunque no se conservan este tipo de piezas de la Cofradía de Ánimas de Andújar, si que subsisten en otros sitios, lo que nos da una idea muy aproximada de los enseres propios de este tipo hermandades:
 

 
Sin embargo, no era una procesión para glorificar a una imagen, sino para recaudar dinero con el fin de hacer misas constantes por las Almas Benditas del Purgatorio. Tras la Guerra Civil se instaló en San Bartolomé en una de las capillas del lado del Evangelio un altar dedicado a las Ánimas Benditas que rememora a esta corporación, ya desaparecida, que existió en San Francisco (TORRES, 1956, 271).  
La iconografía descrita por el Dr. Domínguez coincide con toda claridad con el cuadro conservado en el convento de San Francisco de Córdoba y que procede de la iglesia de San Nicolás de la Axerquía (CARMONA, 2013). Está basado en un grabado del alemán Wierix a comienzos del siglo XVII, dedicado a la Sangre Redentora y en la que Cristo mezcla su Sangre con la vid que está pisando para hacer el vino de la Santa Misa. En este caso, sin embargo, como en el de San Francisco de Andújar, se modificó para convertirlo en Cuadro de Ánimas.    
 

 
No hemos encontrado más ejemplos de esta adaptación del tema original, por lo que estaríamos ante dos cuadros similares, uno en Córdoba y otro en Andújar, ambos pertenecientes a sendas cofradías de Ánimas. Esta capilla tuvo bóveda de enterramiento (PALOMINO, 2003, 241), si bien no conocemos su lugar exacto en el plano del convento.
Falta por detallar la V.O.T. o Venerable Orden Tercera, que no era una exactamente una cofradía, por lo que dedicaremos una entrega específica más adelante para explicar sus singularidades como hemos indicado anteriormente.
Asimismo, centraremos más atención por su importancia histórica, a la Pura y Limpia con un análisis más específico, aunque eso será con motivo de su festividad.
Cerramos estas líneas resaltando el enorme fondo de religiosidad popular que contuvo el Convento de San Francisco de Asís, y del que aquí hemos dado unas simples pinceladas recopilando datos dispersos y bibliografía no menos diseminada. Asumiendo nuestro compromiso como única corporación que subsiste de aquel enorme reducto de fe, hemos querido poner de manifiesto la enorme profundidad de un tema tratado sólo de soslayo.      

 

BIBLIOGRAFÍA.

 

BORREGO TOLEDANO, A. (2009): “Tradiciones, costumbres y leyendas populares andujareñas en la Modernidad”, en CHAMOCHO CANTUDO (coord..), Historia de Andújar, Tomo II, 257-285.

CARMONA CARMONA, F. M. (2013): “La prensa mística como redención de las almas del Purgatorio. A propósito del lienzo de la iglesia de San Francisco de Córdoba”, Ámbitos nº 30, 65-78. 

DOMÍNGUEZ CUBERO, J. (1985): Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad, Jaén. 

DE TORRES, A. (1683): Chronica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Serafico Padre San Francisco, Madrid, ed. Facsímil en 1984.

EISMAN LASAGA, C. (1990): “La desamortización de los conventos en la provincia de Jaén durante el periodo revolucionario”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses nº 142, 129-146.

GÓMEZ MARTÍNEZ, E. (1984): “Las fiestas barrocas en Andújar”, Estudios de Historia de Andújar, 97-136, Jaén.

GÓMEZ MARTÍNEZ, E. (1989): “Las Trinitarias de Andújar. Cuatro Siglos de Historia” en Las Trinitarias de Andújar. IV siglos de Historia 1587-1987, 81-114, Córdoba. 

MORENO ALMENARA, M. (2008): “La antigua calle de la Vera Cruz junto al convento de San Francisco de Asís de Andújar”, Lignum Crucis, Boletín de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar, nº 11, 27-30.

PALOMINO LEÓN, J. A. (2003): Ermita, Capillas y Oratorios de Andújar y su término, Jaén.

RODRÍGUEZ DE GRACIA, H. (1997): “Rentas Parroquiales en Andújar y Baeza a finales del siglo XVI”, Senda de los Huertos, nos 45-46, 93-101.

TORRES LAGUNA, C. (1956): Andújar Cristiana, Andújar (Jáen).

TORRES LAGUNA, C. (1981): Andújar a través de sus actas capitulares (1600-1850), Jaén.

VILELA GALLEGO, P. (2009): Catálogo de los documentos del archivo de los condes de Gómara y familia Arias de Saavedra, Sevilla. 

 




[1] Pensamos que en este momento la cofradía de Ánimas, la de la Vera Cruz, San Diego y la de la Purificación (Candelaria) estaban en el convento de San Francisco, las de Santo Domingo y Nuestra Señora del Rosario en la ermita de Santo Domingo, las de la Soledad y Santa Elena en la ermita de Santa Elena, primer convento de los mínimos y las del Santísimo Sacramento, San Bartolomé y Concepción de Nuestra Señora en la parroquia de San Bartolomé. Años más tarde, durante los siglos XVII a XIX, algunas de estas cofradías desaparecieron y otras cambiaron de sede.
[2] Esta anotación entre paréntesis es nuestra, el antiguo convento de San Francisco de Andújar se llamaba oficialmente de Nuestra Señora Santa Ana según la Crónica de la Santa Provincia de Granada.
[3] En el año 1739 se le abonaron a este maestro albañil 325 reales por los trabajos de construcción del camarín. Habían pasado, pues, 32 años desde que se realizaron las obras. Libro de cuentas de la cofradía de la Santa Vera Cruz. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.  
[4] Cabildo del año 1771. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[5] Cuentas de los años 1780-1782. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[6] Cuentas de los años 1797-1798. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[7] Cabildo del año 1846. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.