martes, 27 de enero de 2015

LA ANTIGUA HERMANDAD DE LA PURA Y LIMPIA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA DEL CONVENTO SAN FRANCISCO DE ANDÚJAR

Maudilio Moreno Almenara

 

Muy poco sabemos de esta hermandad, cuya fundación[1] tendría lugar hacia  1633, año en el que se trajo desde Granada, a lomos de una acémila,[2] la imagen titular. La talla, sufragada por el Licenciado Melchor Navarro, fue realizada por el insigne escultor Alonso de Mena, según se describe en un breve folleto realizado por el vicario perpetuo de Andújar, D. Francisco del Villar (GÓMEZ, 1989, 102-103). El documento se titula: “Relación del solemne recibimiento que en la ciudad de Andujar se hizo a la Imagen de la Concepción de la Virgen Santísima Nuestra Señora”, y describe con detalle la acogida que se hizo a la imagen.

La efigie de la Santísima Virgen llegó a comienzos de diciembre al convento de Capuchinos. Desde allí se organizó una solemne procesión hasta el de San Francisco donde quedó depositada: “El Domingo cinco de Diziembre, estando la Santíssima Imagen  en  el  jardín de  San Roque[3] (Convento de Capuchinos) a las  dos  de  la tarde,

 
 salio toda la ciudad a darle la bien venida, y hazerle festejos a su entrada: y aviendose juntado  en aquel  llano todos los que  tenían a su  cargo algún  ministerio, se mostró la

Virgen por la portería... (...) el concurso de la gente fue tan grande, que con ser las calles muy espaciosas apenas podia hallarse passo (...) Bajaron por la Corredera a la puerta del sol, haziendo  pausa  en el altozano de  las Monjas de  la concepción.,[4] como

 
lugar especial de su jurisdiccion y primer castillo de su termino, y dijeron los musicos un Villancico;[5] luego entrando en la calle de los sastres, y por la de los hospitales (actual Ollerías), llegaron a San Francisco, y allí con presteza prevenida bajaron la Imagen de la carroza, y en hombros de Religiosos Franciscanos la entraron por la Iglesia, y subieron a la celda del Padre Guardian donde quedo depositada”.... 

Esa noche se celebraron grandes luminarias en la ciudad: “...las de la torre[6] y Convento de San Francisco tuvieron tanto de luzidas, como de dichosas, pues induciendo aliento, convocaron y alumbraron innumerable gente que asistio desde la Iglesia hasta la plaza de Mestanza (actual Plaza Vieja), donde dieron gustoso entretenimiento, ya la música y repique de campanas, ya cohetes, arcabuces, bombas y otras invenciones de fuego...”

La procesión tuvo lugar el miércoles ocho de diciembre por la tarde. Entre los detalles del cortejo se indica que: “...clerigos y religiosos iban caballeros en mulas y caballos ricamente enjaezados, estudiantes con bandas, cadenas y ricas joyas y muchos niños vestidos de angeles llevando los atributos de Nuestra Señora...”. La procesión “...bolvio al ponerse el sol que parece que aguardava licencia para no hacerle descortesía; y entrando en San Francisco, colocaron la imagen en lo alto del Sagrario, donde quedó dando lustre a la Iglesia, admiración a los Serafines, y a esta Ciudad consuelo...” (GÓMEZ, 1989, 103-104). Bellísimo este pasaje que hemos resumido, y que deja bien a las claras tanto la mentalidad barroca de Andújar, como el enorme fervor a la advocación de la Inmaculada Concepción de María.

A lo largo del siglo XVII la Pura y Limpia de San Francisco gozó de una enorme devoción en la ciudad, contribuyendo a ello la sobresaliente calidad artística de la imagen realizada por Alonso de Mena. Los franciscanos andujareños y la estratégica posición de su nuevo convento, su influencia social a través de unas pautas ideológicas claras, con celebraciones impresas y el trabajo abnegado y constante de evangelización de cada uno de sus frailes fueron claves en esta eclosión. Así, en 1635, tan sólo dos años después de la traída de la imagen, los franciscanos inauguraban la primera fuente de Andújar, dedicada no inocentemente a la Purísima Concepción de Nuestra Señora:

 
Más adelante, y por sugerencia del Sr. Cardenal Obispo de Jaén, D. Baltasar de Moscoso y Sandoval, en concreto en 1645 se trasladó la imagen desde San Francisco hasta la iglesia mayor de Andújar: Santa María. Allí, en la Plaza de su nombre, a las puertas del Antiguo Ayuntamiento se gastaron seis docenas de cohetes. Se daba cumplimiento así a un cabildo de los capitulares de la ciudad celebrado el día 5 de diciembre de ese año en que decidieron: “...que la fiesta se haga en su dia la misa i sermon se diga en la iglesia mayor (...) i que para ello se traiga la imagen de nuestra Sra. del Convento de S. Francisco i se saque en prozesion de la dicha iglesia de Sta. Maria como los demas años se a hecho desde la de S. Francisco i que an dispuesto luminarias i cohetes para la vocación (...) Acuerda que los caballeros comisarios hagan poner luminarias en la plaza de Santa María (...) i en las calles por donde a de venir la imagen de nuestra Señora desde San Francisco (...) y se gasten seis docenas de cohetes la noche de la vocación i hagan se limpien i dispongan las calles i dicha plaza (...)” (GÓMEZ, 1989, 104). Vemos pues, que la Hermandad de la Pura y Limpia venía saliendo desde hacía años el día de la Inmaculada Concepción, probablemente desde su venida el año de 1633 o muy poco después, aun cuando este año fuese especial por la petición expresa del Sr. Obispo.

 
En 1661 el Papa Alejandro VII promulgaba el Breve Sollicitude Omnium Ecclesiarum, precedente directo del Dogma, por el que imponían gravísimas penas a quien sustentase o enseñase opiniones contrarias[7] a los decretos a favor de María Inmaculada.

 
            La noticia llegó a Andújar al año siguiente, por lo que el Ayuntamiento decidió conmemorarlo haciendo solemne fiesta en el convento de franciscanos con música y sermón (GÓMEZ, 2009, 285).

Más adelante, en 1679, tuvo lugar la visión milagrosa de Sor Lucía Sánchez cuando ésta se encontraba viendo desde su convento de las trinitarias la procesión de la Pura y Limpia de San Francisco por la calle de la Audiencia (actual 22 de Julio). Este episodio se tratará a continuación, pero lo señalamos aquí para dar cuenta de cómo la imagen de la Pura y Limpia de San Francisco logró un protagonismo inusitado dentro de las hermandades de gloria de Andújar durante el siglo XVII.

Los franciscanos andujareños lideraron y promovieron este protagonismo, pues sólo venían a poner en práctica la confirmación realizada en el año 1621 de la elección de la Inmaculada como patrona de la Orden de San Francisco, comprometiéndose los franciscanos a enseñar el misterio tanto en público como en privado. Hicieron así gala de la enseñanza de un antiguo himno adoptado por la Iglesia para los laudes de la Virgen “TV REGIS ALTI JANVA ET PORTA LVCIS FVLGIDA” “Eres la puerta del gran rey y la brillante entrada de la luz”.

 
En el interior del convento, sabemos que la hermandad contó con una capilla que pertenecía a la hermandad de San Diego, que se fundó a finales del siglo XVI. En la Crónica de la Provincia de Granada, del año 1683 se aclara que: “En las capillas del lado derecho está una del glorioso San Diego, cuyo nicho[8] principal se dio a la Imagen hermosísima de la Concepción, por averse fervorizado de tal forma esta devoción, que el día ocho de Diziembre, es el más célebre de la Ciudad de Andújar...”. Mientras que la Cofradía de la Vera Cruz tenía un carácter más autónomo dentro del convento, la de San Diego, con la imagen de la Pura y Limpia tenían una mayor vinculación con los franciscanos, que gestionaban junto con los hermanos del “patronato”.      

La capilla de San Diego y de la Pura y Limpia estaba situada junto a la Capilla Mayor[9] y contó con retablo y camarín decorado con yeserías, que fue construido en el siglo XVIII. Esta capilla fue ocupada por la Cofradía de la Vera Cruz a partir del año 1835 y allí se mantuvo hasta el año 1937, ya que en el mes de abril se produjo el bombardeo sobre el convento durante la Guerra Civil.

            Sabíamos por J. Palomino algunos datos sobre la Capilla de Nuestra Señora de la Concepción o de la Pura y Limpia, como que era propiedad del patronato de San Diego, cuando en 1745, Dª Ana Criado y Caño pidió que su cuerpo fuese sepultado: “...en la capilla de Nuestra Señora de la Concepción sita en él, y para ello se pida licencia a el patronato del señor San Diego, de quien es dicha capilla...”. Cuatro años más tarde contamos con otro dato que nos indica que la capilla tenía enterramiento en una bóveda bajo el suelo, en concreto se trata del testamento Dª Jerónima Cañete y Marmolejo, que se manda enterrar: “...en la vóveda que está devajo del camarín de Nuestra Señora de la Concepción...” (PALOMINO, 2003, 247-248). 

En cuanto a lo que sabemos de la imagen, ya hemos mencionado que su autor fue el escultor Alonso de Mena, padre del también escultor Pedro de Mena.

Alonso de Mena vivió una época de fervor inmaculista, fue por ello que su producción abarca varias obras dedicadas a esta advocación, tanto en madera como en piedra. Así, en Granada, realizó en 1621 el magnífico Triunfo a la Inmaculada, conmemorativo del voto realizado por la ciudad en 1618.

 
Por aquellos tiempos, del prolífico taller de Alonso de Mena salieron numerosas obras en piedra de la Inmaculada Concepción, la del monasterio del mismo nombre de Granada:
 
 
 
O la de la iglesia de San Pedro o la de la fachada del monasterio de San Jerónimo: 

 
En tierras gienneses también dejó algunos detalles de su maestría en el convento de las Bernardas de Jaén, o en la Catedral:

 
Pero quizás lo más llamativo de este pequeño artículo que presentamos es que comparando estas creaciones artísticas con la antigua imagen de la Inmaculada que se conservaba hasta hace unos años en la hornacina de la Casa Salazar en la calle San Francisco, y que hoy en día está en la clausura del convento de la Mínimas de Andújar (PALOMINO, 2003, 301), encontramos parecidos claros con la obra de Alonso de Mena.

 
La cuestión resulta sorprendente por dos razones: la primera por la proximidad de esta casa al antiguo convento de San Francisco, y la segunda, porque la imagen que en este cenobio se albergaba fue esculpida precisamente por Alonso de Mena. El parentesco formal lo advertimos con claridad a partir de su comparación con una imagen en madera de este autor custodiada en la parroquia cordobesa de San Basilio. La cabeza es prácticamente idéntica (cara redondeada, cabello levemente rizado y caído por los hombros en forma de mechones, nariz leve y puntiaguda...), observándose muchas similitudes en la composición, mayor diferencia se aprecia en el tratamiento del ropaje:

 
Muy próxima en fecha al año 1633 en que se realizó la Pura y Limpia de Andújar, es la que aparece en los relicarios de la Capilla Real de Granada, tallados entre 1630-1632. La similitud formal es evidente, aparece la pierna derecha avanzada y sobre ella un trozo de tela del manto que no tapa la cintura (enmarcado en azul), el collar típico que en su segunda época Alonso de Mena ponía a las imágenes de la Virgen, mangas del vestido interior ceñidas, segunda manga exterior más amplia, cara más redondeada, etc.     

 
Pero también encontramos un parentesco claro si la comparamos con otras efigies del escultor barroco afincado en Granada:

 
También vemos concomitancias entre esta imagen en piedra de la Inmaculada de Andújar y el San Francisco de Asís de la iglesia de San Basilio en Córdoba, igualmente de Alonso de Mena, en especial en las amplias mangas de ambas imágenes, la pierna adelantada y junto a ella una característica tira de tela vertical con pequeños pliegues.

 
Se trata de un modelo de plena madurez del artista. Tenemos, pues, una posible reproducción de la Pura y Limpia de San Francisco en esta imagen milagrosamente conservada en la actualidad en el convento de Mínimas de Andújar. La escultura en piedra no creemos que sea posterior a la Guerra Civil, sino anterior, debida a la propia mano de Alonso de Mena[10] o que copia a la que hizo para el convento de San Francisco. Es difícil determinar este detalle por dos razones: la primera porque como ha quedado demostrado Alonso de Mena trabajó este tema en piedra y en madera, y la segunda, porque tanto la portada del convento, como la fuente del claustro tuvieron sendas efigies en piedra de la Virgen Inmaculada[11] (SERRANO, 2005, 1075 y 1078). No obstante, nos inclinamos por pensar que reproduce a la imagen original del convento y que en concreto procede de la fuente basándonos en algunos datos contenidos en la Crónica de la Provincia de Granada, escrita por el Padre Fr. Alonso de Torres, y publicada en 1683. Así, y respecto a la fuente se dice textualmente:

El Claustro deste Convento, es muy sumptuoso, cercado por lo alto de hermosos balcones de hierro, y enmedio de él una fuente de piedra, coronada con la Imagen bellísima de la Concepción de mármol blanco, a cuya colocación, y conducción de agua, celebró Andújar una solemnísima Octava, por ser la primera fuente que se veía en la Ciudad, porque hasta entonces bebían todos los Ciudadanos del Río Guadalquivir, que pasa cerca de sus muros.” Los balcones de hierro a los que alude esta referencia de finales del siglo XVII no son los que observamos en la fotografía siguiente, habiéndose modificado posiblemente en el siglo XIX.   

 
Las circunstancias del hallazgo del manantial para suministrar de agua la fuente, construida en 1635, explican por qué la remató una imagen de la Inmaculada.[12] Los frailes, desde el año 1623, venían intentando el proyecto, aunque al parecer no encontraban un manantial con agua abundante. Fue, sin embargo, en el año 1633 cuando éste hecho se produjo de un modo “cuasi” milagroso: “Fray Juan de Soto, Predicador, y Guardián del dicho Convento, con el afecto de ser patria suya, emprendió la costosa obra, poniendo los gastos y corporales diligencias, y las espirituales en la forma siguiente:

Consagró el caso a la purísima Concepción de nuestra Señora, a N.S.P. Francisco, a San Antonio de Padua, y a los Santos Martyres de Iapón sus devotos; y levantando vandera por ellos, dixo una Misa votiva en el Convento, Lunes onze de Iunio del referido año. Y poniéndose despues su capa de Coro, salió en procesión con la Comunidad, y casi toda la Ciudad que le asistía: llegó al sitio del manantial, donde plantó la vandera, estampada por una parte las Llagas, y por otra el glorioso San Antonio; y como otro Moysés dio con su mano los primeros golpes de la hazada, y se descubrió agua abundante...”      

Queda pues aclarado que fue en el año 1633 y según se dice en la Crónica por intercesión de la Pura Concepción que se encontró el agua para la fuente, de ahí que se rematase con su efigie. Los terrenos donde se encontró el agua habían sido comprados anteriormente por el Licenciado Melchor Navarro, que como recordaremos sufragó también el coste de la imagen de la Pura y Limpia de San Francisco. Pensamos pues, que no se hizo una imagen cualquiera, sino una copia de la de madera, existiendo un interés claro por difundir[13] esta advocación por parte de los franciscanos, ante el pueblo de Andújar, agradecido por la inauguración de esta fuente.

Con motivo de la Desamortización del convento en el año 1835, esta efigie en piedra podría haber ido a parar a la Casa Salazar manteniéndose hasta hace pocos años en dicho emplazamiento. Esta casa fue construida en la primera mitad[14] del siglo XIX en el lugar donde se encontraba el antiguo Hospital de la Limpia Concepción, fundado por Toribio de Lara a finales del siglo XVI.[15]

 
La imagen, sin embargo, nada tiene que ver con la estética de finales del siglo XVI y sí con la del maestro granadino Alonso de Mena.[16] En definitiva, la pieza o es original del siglo XVII y procede de San Francisco, o copia a la Pura y Limpia que se albergaba en él, es cuanto debe deducirse de una efigie extraordinaria, de cierta antigüedad, que tiene, cuanto menos, la deuda formal de Alonso de Mena, autor de la Inmaculada de San Francisco, cuando se desconocía el estilo y la firma de este autor.

Aparte de estas cuestiones de autoría de la imagen en piedra conservada actualmente en el convento de Mínimas, hay un pasaje, relacionado con la Pura y Limpia de San Francisco realmente interesante. Se trata de la visión milagrosa de Sor Lucía Sánchez y el posterior voto inmaculista del Ayuntamiento de Andújar.

            Así, el día 8 de diciembre de 1679, la hermandad de la Limpia Concepción de María del convento de San Francisco hizo procesión, como cada año, recorriendo las calles de Andújar. Pasó por la calle de la Feria, Plaza del Mercado y calle Maestra. Al pasar la Puerta del Sol y Altozano de la Virgen María, el cortejo embocó la antigua calle de la Audiencia, hoy 22 de Julio. Desde su mirador, las monjas trinitarias del convento de la Limpia Concepción esperaban ansiosas ver la imagen de la Inmaculada, que cada año bendecía las calles de nuestra ciudad. Sin embargo, Sor Lucía Yánez, monja profesa del convento de trinitarias, tuvo una visión. La reverenda madre vio a los hombres y mujeres que participaban en la procesión como auténticos cadáveres, causándole un enorme horror, gritando: ¡Jesús mil veces Jesús! ¡El Señor los ampare! ¡Ay de mí, qué dolor y lástima!. Preguntada por las religiosas sobre lo que estaba viendo, vaticinó que iba a suceder una gran desdicha en la ciudad. Es el conocido vaticinio de Sor Lucía, que con su visión, permitió activar las alarmas contra la enfermedad de peste (GÓMEZ, 1989, 95-96).

En estos momentos del siglo XVII, la peste era una enfermedad terrible, que se contagiaba de forma alarmante, uno de los pocos medios para prevenirla era cerrar las puertas de las ciudades y controlar exhaustivamente a los viajeros que provenían de otros lugares.

En la mayoría de las ocasiones se cerraba la puerta del Puente, único sitio por el que se permitía la entrada a la ciudad por el Sur. Allí, en la llamada Torre Tocada se disponía un portero que velaba por que ningún enfermo pudiese entrar a la ciudad.

 
El vaticinio de Sor Lucía sirvió para adelantarse a la expansión de la enfermedad evitando así el contagio de los andujareños. En agradecimiento por tal premonición, el Ayuntamiento hizo un voto a la Inmaculada Concepción, comprometiéndose a organizar una Octava a la Limpia Concepción cada año en el Convento de Trinitarias.[17] Los gastos pagados por el Ayuntamiento correspondían al abono de los servicios prestados por los sacerdotes y predicadores, música, representación, etc. Las monjas sólo habían de ornar su capilla para la fiesta.

El 1 de noviembre de 1755 se produjo el terremoto de Lisboa, que asoló numerosas poblaciones del sureste peninsular, notándose claramente en nuestra ciudad, aunque no produciendo víctimas. En Lisboa el maremoto producido tras el temblor prácticamente arrasó la capital de Portugal.

 
En agradecimiento por la protección de la Santísima Virgen a la ciudad de Andújar, el Ayuntamiento renovó el voto a la Pura y Limpia (GÓMEZ, 1989, 98-101). Poco después, en el año 1771, el Ayuntamiento encargaba unos villancicos de los que se conserva copia en el Archivo Histórico de Córdoba debido a que fue en esta ciudad donde se imprimieron en la C/ Librería.

 
Algunos de las estrofas son realmente bellas:

“Fue tu Concepción tan pura,

y tan limpia, Virgen bella,

que ya en tu primer instante

Reyna de Vírgenes eras”.

 

En definitiva, una hermandad, la de Pura y Limpia de San Francisco que fue el origen del patronazgo del Ayuntamiento de Andújar sobre la Virgen Inmaculada, a través de la milagrosa visión de Sor Lucía. En recuerdo de esta hermandad perdida, memoria y gloria de Andújar, y retomando su testigo de fe a la Pura y Limpia Concepción de la Santísima Virgen su cofradía hermana de San Francisco durante varios siglos, el próximo año se estrenará un sinelabe, insignia singularísima en Andújar que es homenaje a su arraigo franciscano y al patronazgo que sobre esta orden tiene la Inmaculada Concepción desde el año 1621. Su remate, adquirido en un anticuario, muestra las letras SPO, es decir, Sin Pecado Original, cambiadas en este caso de orden por razones estéticas y que está rematado con unas flores. Es una pieza de gran elegancia, dedicada a la defensa multisecular del dogma realizada por los franciscanos y a esta cofradía hermana en el recuerdo de la Pura y Limpia de San Francisco de Andújar, en cuya capilla permanecieron nuestros antiguos titulares más de un siglo.

 
Estas letras las encontramos también en una casulla inmaculista del siglo XVII conservada en el convento franciscano de San Antonio de Padua de Sevilla. La disposición de estas tres letras vemos, por tanto, que son de claro origen barroco y netamente vinculadas al multisecular espíritu inmaculista franciscano y a la honda raigambre concepcionista de Andújar.

Esta cuestión la veremos más claramente y con detalle en otra entrega, pero os dejamos a modo de muestra una pieza antigua hoy milagrosamente conservada en un domicilio particular, una viga de madera de más de dos metros de longitud con la leyenda: “FVE CONCEVIDA SIN PECADO ORIGINAL”. Ciertamente era un lema constante en el Barroco andujareño. Una advocación más importante de lo que hoy en día podemos recordar en nuestra ciudad (dos cofradías de la Inmaculada, la imagen de la de San Francisco de Alonso de Mena, allí mismo fuente y portada con la imagen de la Inmaculada, bóvedas magníficas dedicadas a las Letanías de la Virgen y otro camarín en San Francisco, esta viga, voto del Ayuntamiento, fiestas especiales de forma recurrente, milagro por la visión de una profesa del convento de la Concepción de Andújar (trinitarias), Hospital de la Inmaculada Concepción para mujeres pobres, etc., pues hay más... No cabe duda que esta advocación, en el Barroco, fue Reina en Andújar, mientras en la Sierra reinaba la Santísima Virgen de la Cabeza. No se concebía de otro modo, esta ciudad tan tradicionalmente mariana, no podía quedarse atrás en la defensa de su protectora: La Santísima Virgen.

 


 
BIBLIOGRAFÍA.

 

DE TORRES, A. (1683): Chronica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Serafico Padre San Francisco, Madrid, ed. Facsímil en 1984.

DOMÍNGUEZ CUBERO, J. (1985): Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad, Jaén.

GÓMEZ MARTÍNEZ, E. (1989): “Las Trinitarias de Andújar. Cuatro Siglos de Historia” en Las Trinitarias de Andújar. IV siglos de Historia 1587-1987, 81-114, Córdoba. 

GÓMEZ MARTÍNEZ, E. (2009): “Andújar en la época de los Austrias menores (siglo XVII), en CHAMOCHO CANTUDO (coord.) Historia de Andújar, Vol. I., pp. 241-293,  Torredonjimeno (Jaén).

PALOMINO LEÓN, J. A. (2003): Ermitas, Capillas y Oratorios de Andújar y su término, Jaén.  

SERRANO ESTRELLA, F. (2005): “La Inmaculada Concepción a través del patrimonio de franciscanos y dominicos en el Reino de Jaén”,  en CAMPOS (coord.) Simposium La Inmaculada Concepción en España: religiosidad, historia y arte, pp. 1063-1082. 




[1] Quedan dudas sobre si esta Hermandad se fundó de manera autónoma, agregándose más tarde a la de San Diego o perteneció desde el comienzo a la del santo de Alcalá. Lo que sí sabemos es que se instaló casi desde su llegada en la capilla de San Diego, manteniéndose allí hasta el siglo XVIII, por lo que más bien nos inclinamos por la segunda opción. 
[2] Una acémila era un burro.
[3] Los capuchinos obtuvieron licencia del obispado de Jaén el día 22 de enero de 1622 para fundar su convento en la antigua iglesia de San Roque. En 1624 se trasladó el Santísimo a la antigua ermita y comenzó a vivir en ella la comunidad capuchina. Sin embargo, no fue hasta el 12 de marzo de 1645 cuando se consagró la nueva iglesia, construida de nueva planta tras demoler la ermita de San Roque (DOMÍNGUEZ, 1985, 113-114). En el año 1633 la comunidad capuchina aún utilizaba la antigua capilla, de ahí que aparezca la ermita de San Roque en el documento.  
[4] Se trata del convento de Trinitarias, que recibe este nombre por haberse fundado el día 8 de diciembre del año 1587.
[5] Los villancicos no sólo se cantaban en Navidad, existiendo uno realizado ex profeso para el convento de Trinitarias y la festividad de la Inmaculada.
[6] La torre se encontraba en la actual calle San Antonio, justo junto a la portada de la iglesia, que también daba a esta calle y no a la actual Plaza de la Autonomía.
[7] Recordamos en este caso el anterior voto de sangre de la Cofradía de los nazarenos de Sevilla (el Silencio), precisamente porque era frecuente entre el “vulgo” faltar a la virginidad de la Virgen e incluso a veces también por algunos predicadores, lo que terminó con no pocos tumultos y finalmente en el hecho de que los hermanos del Silencio jurasen defender hasta con la última gota de su sangre la virginidad de la Virgen. De este modo, el papa terminaba con la polémica. En recuerdo de aquel voto de sangre, que no fue único en Andalucía, la cofradía sevillana saca un sable y una vela escoltando la bandera concepcionista de la hermandad.
[8] Altar principal.
[9] Precisamente el “acaparamiento” de esta cofradía de San Diego y la Pura y Limpia por los franciscanos los privilegió tanto, que el lugar elegido para su capilla, fue la más cercana a la mayor, algo asumido y tomado como natural, incluso por la Vera Cruz, pues cuando se redujo la iglesia del convento a partir del año 1835 y ya no había frailes franciscanos en el antiguo convento, la imagen de la Pura y Limpia pasó al altar mayor de la iglesia, no haciéndolo ninguna de las de la Vera Cruz a pesar de que fue a partir de ese momento la que adquirió mayor importancia en la iglesia. Este respeto evidencia un arraigo auténticamente franciscano de la Vera Cruz, que conocían cual era la devoción marcada como patrona por la propia orden, aunque ya no hubiese franciscanos en el convento de Andújar.  
[10]  Según Serrano, la imagen en piedra procedente de la antigua casa Salazar muestra el estilo de Alonso de Mena, quizás de Diego de Landeras (SERRANO, 2005, 1075).
[11] Alonso de Mena trabajó para los franciscanos de manera habitual, en especial en la denominada Provincia de Granada, que englobaba Córdoba, Jaén, Granada, Almería y Málaga. En la provincia de Córdoba se conservan numerosas obras de este prolífico escultor (San Francisco de la actual parroquia de San Basilio, procedente del convento de Santa Clara de Córdoba capital, la imagen del Cristo de la Columna de la Vera Cruz de Priego, también en el convento franciscano, Crucificado de San Francisco en Rute...).  
[12] Se trata quizás de un relato legendario, pues sabemos que el Licenciado Melchor Navarro: “...compró un sitio poco distante de Andújar, donde avia un manantial de agua, y lo dio graciosamente al Convento, contentándose con que en la fuente se pusiese por coronación la Concepción Purísima, como de hecho se puso de mármol blanco muy bien dispuesta...”  (DE TORRES, 1683, 786).
[13] Qué mejor forma de difundir la bondad de la nueva imagen, que hacer una copia en piedra para la primera fuente de Andújar. De este modo la Virgen Inmaculada se convertía no sólo en una imagen devocional, sino también salutífera, pues muchas de las epidemias producidas durante la Modernidad tenían su origen en aguas contaminadas. Por aquel tiempo, además, tanto los molinos como los batanes donde se curtían las pieles, solían disponerse junto al río, donde iban a parar todo tipo de inmundicias, desperdicios y basuras. 
[14] Para algunos estudiosos esta casa es ligeramente anterior, en concreto del siglo XVIII, aunque a nuestro entender no podría retrotraerse tanto, ya que los escasos elementos conservados en la actualidad no parecen de ambientación barroca, sino más bien neoclásica.
[15] Hace años se sustituyó esta imagen por otra de escaso mérito artístico.
[16] La efigie en piedra posiblemente no se conserve en su integridad. Faltaría la base con los ángeles y las nubes prácticamente canónicos en esta iconografía. Es ésta otra cuestión que nos invita a pensar que no fue realizada para este emplazamiento, sino que estaba ya reubicada e incluso parcialmente mutilada. Su altura, en lo que se aprecia en la fotografía, no excedería mucho del medio metro, siendo, por tanto, una pieza que pudo rematar una fuente a modo de pequeño triunfo, aunque no cabe descartar la hornacina de la portada principal.
[17] Resulta curioso porque la procesión que vio la trinitaria no fue la de la Inmaculada de su convento, pues aunque allí había una imagen que es la que hoy procesiona, en aquellos tiempos las dos imágenes de la Inmaculada que salían en procesión eran la de Nuestra Señora de la Concepción de San Bartolomé y la de la Pura y Limpia de San Francisco, que fue precisamente la procesión que estaba viendo la monja cuando tuvo la visión.

martes, 20 de enero de 2015

SEDES SAPIENTIAE


Por Manuel Almansa González
 
Con dedicación, con una maravillosa capacidad para obtener de cada material su mejor rendimiento, sacando tiempo de donde menos lo hay, con una visión y una capacidad natural para llevar adelante un proyecto, con un don para la medida, y, sobre todo, con esa Fe que mueve a los cristianos que viven su compromiso evangélico en el seno de nuestras Cofradías.
 
La peana sobre la que procesiona Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista, la peana sobre la que se manifiesta Nuestro Padre Jesús atado a la Columna a la veneración de sus fieles, la peana que custodia en su interior el Sagrado Lignum Crucis y sobre la que Nuestro Padre Jesús Nazareno recibe la oración de sus hijos e hijas, y las peanas sobre la que ya se alzan el Santísimo Nombre de Jesús y San Francisco de Asís: la Vera-Cruz ha recuperado, para su veneración por la Comunidad Cristiana, a todos los Titulares a los que esta Cofradía ha rezado a lo largo de sus 588 años de Vida Cristiana.
 
Que Dios bendiga y guarde a la familia Veracrucera y cristiana de Andújar.
 
 
¡Gracias, José Almagro Mazariegos!
 

 

jueves, 8 de enero de 2015

INCIDENCIA DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LAS COFRADÍAS DE ANDÚJAR

Maudilio Moreno Almenara

El pasado año se cumplió el segundo centenario del final de la Guerra de la Independencia (1808-1814), una contienda contra las tropas francesas de Napoleón, que con argucias[1] invadieron todo el territorio español. Era la primera guerra que tenía lugar en suelo español desde la Edad Media. Su crueldad fue extrema, así como la fortaleza que demostraron nuestros compatriotas para expulsar de España al invasor francés. En nuestro acervo popular ha quedado, ya desdibujada, esta guerra atroz que mermó considerablemente nuestro patrimonio artístico. La famosa batalla de Bailén, fue un motivo para la esperanza, que tuvo, no obstante, un largo recorrido posterior lleno de sufrimiento.[2]



Al celebrarse la batalla a pocos kilómetros de nuestra ciudad, las tropas francesas fueron ridiculizadas, plasmándose en los famosos pitos de Andújar, que nuestros tradicionales alfareros crearon para la ocasión.



Las capitulaciones (condiciones de la rendición), que se conservan en el Archivo Nacional se firmaron en la Casa de Postas cercana a Andújar.




Con posterioridad se confirmaron en Andújar, donde la tradición dice que los franceses fueron recibidos con una gran pitada, empleando para ello los silbatos anteriormente mencionados. El lugar elegido para firmar las capitulaciones fue el antiguo palacio de la condesa de Gracia Real, destruido por uno de los bombardeos sufridos por la población con motivo de la Guerra Civil. 


 
Quizás sólo hayan perdurado en el tiempo los ecos de la victoria de Bailén (1808), como un intento de seleccionar sólo los gestos grandilocuentes y positivos para nosotros, pero la Historia no fue así.
Tras la famosa batalla, los franceses se emplearon con mayor ahínco, y en 1809 tan solo unos meses más tarde ya habían ocupado de nuevo buena parte de Andalucía, fijando su cuartel general en nuestra ciudad. Tanto José Bonaparte, hermano de Napoleón, y a la sazón el rey José I de España, como el mariscal Soult,[3] que ha pasado a nuestra Historia de España como uno de los más importantes expoliadores del patrimonio español, vivieron durante un tiempo en Andújar. Rodeado de un importante grupo de expertos, el mariscal seleccionó en Andalucía los cuadros más importantes de pintores barrocos como Murillo y Zurbarán entre otros, para trasladarlos a Francia. Muchos no volvieron jamás. 

 
El punto de partida fue un decreto promulgado el día 18 de agosto de 1809 por el que se suprimían las órdenes religiosas de varones. A partir de ese momento, se producía la enajenación de sus propiedades,[4] con la excusa de que servirían para pagar la deuda pública.
Los bienes artísticos más relevantes, una vez inventariados, se trasladarían a Madrid, donde por decreto del 20 de diciembre de ese año se había fundado un museo estatal (DEL CASTILLO, 1987, 64-65). Al amparo de estos decretos, el importante proceso de incautación de obras de arte y su acumulación en Madrid, tendría su destino final en París, una vez que las tropas francesas tuvieron que abandonar España años más tarde.
En Andújar, el comisionado nombrado para revisar los cuadros más destacables de los conventos suprimidos fue Vicente Velázquez, quien destacó los siguientes: seis cuadros en el altar del convento de Mínimos, el principal “El hallazgo de la Cruz”,[5] de Antonio del Castillo, mientras que los demás cuadros eran de santos, de buen mérito también. En San Francisco destacó un cuadro de la Aparición de Cristo a San Pedro, cuando se ausentó de Roma; en los Trinitarios (convento de San Eufrasio) uno de la Virgen y otro de Cristo con la Cruz a cuestas; en las Capuchinas un cuadro de San Nicolás de Bari y otro de San Pedro cuando se le apareció el Ángel y en las Trinitarias un cuadro de la Sagrada Familia, que es el único de los relacionados que se conserva (IBID., 1987, 73). 



Hasta el momento puede parecer que el expolio fue limitado y “pacífico”, sin embargo no fue así. El sufrimiento particular a menudo no se guarda en los grandes archivos, sino que sólo se conserva en la memoria, o con suerte en otros archivos más pequeños, y en ello queremos reparar. Principalmente, en lo que conocemos a través de los archivos de las cofradías de Andújar (en este caso Soledad, Nazareno y Vera Cruz) para comprender, junto con otros datos indirectos y dispersos, lo que supusieron las posteriores oleadas francesas producidas entre 1808 y 1812 para el patrimonio de Andújar. Es evidente que no son tan exhaustivos como para poder valorar con precisión[6] el alcance de la pérdida, pero sí, como para hacernos una idea aproximada.
Lo primero que debemos saber es cuáles eran las cofradías de Semana Santa que en ese momento existían en nuestra ciudad y en qué templos radicaban. Como primera providencia confirmar que, excepción hecha de la entonces recién fundada en la parroquia de Santa María cofradía del Santísimo Cristo del Sepulcro, todas ellas tenían su sede en conventos de frailes, salvo la Humildad de Cristo que tenía su casa en el convento de Mínimas. El resto eran: la de la Vera Cruz en San Francisco de Asís, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno (“Señor de los señores”) en el convento de San Eufrasio de trinitarios, la de los Dolores en el Carmen, la de la Soledad y Santo Entierro en el de mínimos de la Victoria y la de las Angustias o Caridad en el de San Juan de Dios.


 
La suerte que corrió cada uno de los conventos influyó notablemente en la de sus cofradías. Como preámbulo general debemos reseñar que la guerra propició que muchos conventos fuesen saqueados y convertidos por la soldadesca en improvisados cuarteles para diferentes fines de las tropas invasoras, aparte de que se expropiaran o no sus edificios.
Así, y aunque no tuviese entonces cofradías penitenciales en su templo, transcribimos una carta referida al convento de Capuchinos que nos da buena muestra de la forma de actuar de los franceses respecto de las creencias religiosas de los españoles, y en especial hacia los frailes:
            “...Allí convirtieron nuestro convento en cuartel, después de profanar su Iglesia y expulsar violentamente a todos los religiosos, que huyeron a refugiarse en los montes, o a buscar amparo en las tropas españolas que ya subían de Sevilla y de Granada en busca del enemigo. En una carta que tenemos a la vista, escrita en Andújar el 6 de Noviembre de 1808 por el N. M. R. P. Provincial, Serafín de Ardales, al P. Vicario General, dándole cuenta del estado en que quedaron los conventos de Jaén y Andújar, se leen las palabras. Dios sabe cuanta es nuestra aflicción al ver este de Andújar quemado y sin poder los religiosos habitar en él: todavía está hecho parque de artillería, y estamos haciendo lo posible por techarlo, antes de que vengan las aguas y él solo se arruine.” (DE VALENCINA, 1910, 29-30).

 
 
El convento de Trinitarios, en el que como hemos dicho tenía asiento la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, se convirtió en cuartel de caballería y su iglesia probablemente sirviese de improvisado establo. Los daños sufridos en el edificio tras la invasión francesa fueron irreparables y aunque pasada la contienda los frailes volvieron, ya no ocuparon nunca más el convento por estar ruinoso y se instalaron en una vivienda que era de su propiedad en la calle San Lázaro (PÉREZ, 2000, 58).[7] Más adelante veremos la reacción de la cofradía ante este uso denigrante del edificio.
El convento de San Juan de Dios, que al ser de hospitalarios venía funcionando con antelación como centro sanitario, se convirtió en “hospital de sangre”, es decir, atendió a heridos de guerra. Esta prolongación en el uso hizo que se mantuviese mejor el edificio y su capilla. Por tanto, la Virgen de las Angustias se mantuvo al culto.
Sobre el convento del Carmen poco se sabe, aunque quedó tan deteriorado que los frailes carmelitas no volverían a ocuparlo (IBID., 2000, 58). La Cofradía de los Dolores pudo haberse mantenido durante un tiempo en la capilla, aunque pocos años después se trasladaría a Santa María[8]. Hoy en día se conserva el “cascarón” de la iglesia y algunas arcadas del claustro integradas en algunos inmuebles de la calle del Carmen.  



Otro tanto ocurrió con el convento de Mínimos, que fue muy maltratado, obligando su situación de ruina a que la Cofradía de la Soledad y Santo Entierro se trasladara, en 1812, es decir, antes de finalizar la guerra, a la iglesia de San Bartolomé (MORENO, 1995, 55). El uso que tuvo este convento durante la Guerra lo desconocemos, aunque como veremos más adelante fue saqueado.    
Mejor suerte corrió el convento de San Francisco de Asís, sede de la Cofradía de la Santa Vera Cruz, aunque tampoco fue ajeno a algún saqueo. 



El hecho de que la corporación veracrucera tuviese capilla propia (como sucedía con la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno del convento de Trinitarios) y su posición céntrica en la ciudad, sirvieron para que la iglesia se mantuviese abierta al culto, propiciando incluso que fuese trasladada a San Francisco la Santísima Virgen de la Cabeza,[9] cuyo santuario quedó suprimido:
“...A consecuencia del expediente formado en este Ministerio en virtud de instancia del presbítero don Juan de Zafra, Rector del Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Sierra Morena, sobre la traslación de esta Imagen a la iglesia que fue de Regulares Franciscanos de Andújar, hecha por disposición del Gobernador de dicha ciudad, el General Blondeau, y para la cual se ha solicitado la soberana aprobación, juntamente con el privilegio que tenía el citado Santuario de pedir limosnas en las Andalucías... se ha resuelto que mientras duren las actuales circunstancias que ha motivado dicha traslación subsista la Imagen en la Iglesia de San Francisco, donde se ha colocado, volviéndola a su Santuario ni se apeen sus altares, antes bien se tenga el debido cuidado del edificio para que con su abandono no padezca; que llevando a Andújar sus ornamentos, alhajas, ropas y demás efectos amovibles, se use allí de ellos para el culto de la Imagen y servicio de su Iglesia, sin necesidad de que se le den de otros conventos extinguidos; que dicha Iglesia se sirva por el Rector, Capellanes y demás agregados al Santuario, con la debida dependencia de la Autoridad Eclesiástica, considerándole meramente como un Oratorio o Capilla y sin celebrarse en ella, por consiguiente, por ningún pretexto, entierros ni ningún otro acto parroquial...” (PALOMINO, 2003, 251-252).   



Por último, los conventos de monjas fueron respetados en general, aunque la mayoría fueron clausurados y algunos de sus bienes raíces (propiedades rústicas o urbanas) ocupadas. De ello podemos deducir que la Cofradía de la Humildad de Cristo, que tenía su sede canónica en el convento de Jesús y María de mínimas de San Francisco de Asís, no sufrió las consecuencias tan deplorables que el resto de las cofradías penitenciales, aunque probablemente sus imágenes no tuviesen culto público y obviamente algunos de sus hermanos muriesen en la Guerra o fuesen encarcelados como en las demás cofradías.


 
No tenemos datos de salidas procesionales en la Semana Santa en este periodo y debe ser porque no se produjeron. Sí sabemos que la cofradía de la Vera Cruz no lo hizo hasta la Semana Santa de 1816, es decir, dos años después de finalizar la contienda.[10] 
Por tanto, y a nivel general, la ciudad de Andújar y su población sufrieron grandes desmanes provocados por las tropas napoleónicas y en especial los conventos, las cofradías y las iglesias fueron objeto de un importante expolio[11] que tuvo sus consecuencias no sólo en la merma directa de su patrimonio, sino en su devenir posterior. De hecho, el decreto de las Cortes de 18 de mayo de 1813 incluyó entre los bienes definitivamente desamortizados (una vez retirados los franceses) la mitad de los concejiles, los de la Inquisición, los de los jesuitas, los confiscados, los de corona sin uso, los de las órdenes militares y los conventos y monasterios destruidos o suprimidos, que eran la mayoría. Tan sólo se restablecieron aquellos que contasen con más de doce frailes (ANDUEZA, 2012, 729). Es por ello que en los primeros días del mes de octubre de dicho año, volvían los doce religiosos del convento de los Capuchinos a su iglesia y los catorce franciscanos a San Francisco de Asís (PÉREZ, 2000, 57), pero ya no volvieron ni los mínimos, ni los carmelitas, y los trinitarios, aunque regresaron, ya hemos visto que no ocuparon nunca más su antiguo convento por estar ruinoso.  
Aparte de estos daños en los conventos, las alhajas, libros y pinturas (suponemos que más valiosas) de las parroquias se concentraron en la de San Bartolomé por iniciativa del vicario D. Gregorio José Bonilla en enero de 1810 con el deseo de preservar su conservación. No obstante, los enseres de plata que localizaban los franceses habitualmente eran requisados para enviarlos a Madrid y hacer moneda o sufragar los gastos de la Deuda Pública, cuando no se los quedaban directamente los soldados. Es probable que la cruz de plata de Jesús Nazareno desapareciese entonces y quizás también el trono de plata de la Virgen de los Dolores, sufragado por la herencia de Dª María de Illescas en 1796 (PALOMINO, 2003, 189). Aparte de estos requisamientos oficiales, los saqueos eran parte del “sueldo” de los soldados franceses, que lo tenían estipulado desde la época de la Revolución, por tanto, los daños fueron aún mayores.
Hemos de reseñar que el dinero que poseían las cofradías se guardaba en arcas de tres llaves que se encontraban habitualmente en las sacristías de las capillas de las cofradías, pues en esa época no existían los bancos en Andújar. Es obvio que en la mayoría de los casos este dinero fue el primero en robarse, como veremos a continuación.



Así, el día 18 de junio de 1809 tuvo lugar la entrada en la ciudad del ejército napoleónico, permaneciendo en ella treinta y un días robando y saqueando todo cuanto les parecía. Fue precisamente en estos días cuando desaparecieron el gallardete de la hermandad del Santo Sepulcro, una cruz de plata, un marco del escudo de su gallardete y el dinero que poseían, que se encontraba en casa de su alcalde don José García, escondido en un hueco que había sido convenientemente tabicado.[12] El 28 de enero de 1810 tuvo lugar la segunda entrada de las tropas napoleónicas. En esta ocasión sufrió importantes daños la urna de la imagen del Santo Sepulcro: “...el sepulcro mui maltratado faltándole muchos cristales, y toda la cama en q. va colocado su magestad cuyo destrozo fue causado por motivo de la Segunda entrada acaecida en 28 de Eno de 1810 por el punto de Despeñaperros de las tropas imperiales en estas Andalucías...” (MORENO, 1995, 55). Como consecuencia de los destrozos producidos en el convento y que ya los frailes no volvieron a ocuparlo, la cofradía de la Soledad y Santo Entierro se trasladó definitivamente en 1812 a la parroquia de San Bartolomé. 
El convento subsistió hasta 1843 aunque en un estado deplorable: “...ya por que desde el año en que lo desocuparon los padres que lo habitaban no se ha hecho obra ninguna para su reparación, sin embargo, de lo quebrantado que se conoce se hallava en mucha parte, si no es que además con los temporales de lluvias tan largos que se han esperimentado se han recalado[13] los tejados y bóvedas tanto de la iglesia como de las celdas y crujías de la mayor parte del convento, y por lo cual habían benido abajo grandes pedazos de dichos tejados en diferentes puntos del convento y estropeadas sus maderas y caído varios lienzos de pared...”. Aunque el edificio estaba concedido al Ayuntamiento para instalar en él un hospital militar y cuartel, renunció a él por calcularse el coste de reparación en unos 70.000 reales (PALOMINO, 2003, 227-228). La sillería del coro fue trasladada a San Bartolomé, subsistiendo hasta la Guerra Civil. 

 
De fecha 8 de Enero de 1811 es una solicitud firmada por varios hermanos de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, “Señor de los Señores”, y dirigida al General Blondeau, del ejército francés, que dice resumidamente lo siguiente:
A V.E. suplican, se sirva mandar se entre a esta Cofradía dicha Capilla como suya propia, habida y adquirida con justo y legítimo título, para que cerrando totalmente la comunicación con dicho Convento, pueda abrirle puerta donde le acomode para el uso de ella, culto de Dios y concurrencia de fieles; y asimismo, se le entreguen todas las imágenes propias de esta Cofradía, para colocarlas en dicha Capilla...” (TORRES, 1956, 255).
Como respuesta a esta solicitud, con fecha 3 de Febrero del mismo año, se respondía por el Administrador de Bienes Nacionales con un informe favorable a la petición. Se otorgó así licencia: “...Dase licencia a la Congregación de Jesús Nazareno suplicante, en el anterior memorial, para que, tapiando la pared o arco que cae a la iglesia del Convento de Trinitarios, pueda colocar en la Capilla, las imágenes que antes tenía, sacándolas de donde quiera que se hallen; igualmente usarán de la sacristía de dicha Capilla y podrán abrir puerta a la calle para el completo uso de la misma, para todo lo cual queda autorizada dicha Congregación. Andújar 6 de Febrero de 1811...” (IBID., 1956, 256-257).


 
Llama la atención en dicha licencia la indicación sobre que las imágenes se sacasen de donde quiera se hallaran, lo que combinado con que en la solicitud de la cofradía se pedía que se les entregasen las imágenes, parece apuntar que algún mando de las tropas francesas había retirado los titulares de la cofradía del culto y los había escondido o retenido. En segundo lugar, y dado que el antiguo convento fue usado como cuartel de caballería, la iglesia podría haberse convertido en almacén o establo, de ahí que se pidiese y concediese tabicar los arcos de comunicación de la capilla con la iglesia, haciéndolas independientes. Tampoco en este caso los trinitarios volverían nunca más a ocupar el convento que quedó en muy mal estado tras la Guerra. En 1837 aún estaba la cofradía en su capilla del convento, aunque era inminente su traslado a San Miguel. Lo sabemos a través de una manda testamentaria, en la que se indica: “Encargo a la espresada mi señora esposa que durante los días de su vida y mientras se halle en proposición mande decir una misa todos los días del año que lo fuese de precepto a Nuestro Padre Jesús Nazareno, la que se celebrará en su altar de la yglesia donde estubiere dicha imagen...” (PALOMINO, 2003, 220).
En cuanto a la cofradía de la Santa Vera Cruz, un cabildo el día 14 de mayo del año 1826, cuando la cofradía de la Santísima Virgen de la Cabeza aún compartía casa con la de la Vera Cruz se reflejó lo siguiente:  Efectivamente se termino, condenando en las costas a el Dn Salvador Ximénez de las qe se rente y razón, qe, cada uno había suplido. Por lo qe llevado de el resentimieto el Dn Salbador Ximenez denuncio a la Cofradía ante el Juez Real diciendo no ser berdadera cofradía porque ni estaba instituida con autoridad Pl. (papal) ni Bula Pontificia. El Sr. Corregidor, qe a la sazón era Dn Juan Angaldo en providencia de aquel día enplazó a la Cofradía para que en el preciso término de treinta días presentase en su tribunal uno y otro documento. Ni uno ni otro pudo presentarse a causa de qe por la entrada de las tropas Frances: el año de diez (se refiere a 1810), como las gentes desampararon el Pueblo, rompieron las puertas, de la Sacristía, robaron y saquearon las Iglesias, y se desaparecieron los papeles...”



El problema venía porque la Cofradía de la Virgen de la Cabeza, pasados unos años en San Francisco, pretendía tener más privilegios en los actos públicos que la que llevaba en el convento y en esas fechas más de 250 años. Pero lo importante, es que como vemos, efectivamente en 1810, y ante la nueva llegada de los franceses, los andujareños salieron despavoridos de la ciudad, dejándola sin recaudo, perdiendo así la Cofradía de la Santa Vera Cruz sus bulas papales y otros documentos de su archivo, seguro que su dinero y aparte algunas de sus piezas de plata. Coincide en todo con el salvajismo que vivió también la cofradía de la Soledad, viendo los destrozos que hicieron en sus imágenes, tirándolas por el suelo y llevándose lo que les interesó. Los papeles fueron utilizados en la guerra para cargar las armas, cuando no en otros menesteres más denigrantes, de tal manera que muchos de los documentos históricos de Andújar se perdieron de esta forma, seleccionando seguro la soldadesca aquellos que les parecieron más importantes y dejando los comunes. Milagrosamente se salvaron en esta ocasión algunos de enorme belleza, como algunos pintados en su primera página, e incluso sus dos libros de reglas, aunque estos dos desaparecieran algo más de un siglo después, en la Guerra Civil.



Se quejaba así el secretario de la cofradía de la Santa Vera Cruz que las bulas que otorgaban y refrendaban su antigüedad, las destrozaron los franceses, y sabedor, Salvador Jiménez de que esto había ocurrido, preso de venganza y como dice el documento de resentimiento, negó lo que él mismo sabía, pidiendo una prueba documental de la fundación  papal de la cofradía, justo en las fechas en las que él conocía que los franceses los había empleado “en mejores menesteres”. 
Continuó este triste cabildo diciendo: “En este estado de abatimto estaban las cosas; que también la Cofradía de la Virgen de la Cabeza, se lebantó como la de la Sta Bera Cruz.  Pretendiendo presidirla en los actos publicos de procesiones, Entierros y demás; De lo que resultó qe a petición del Ho Mayor Dn Pedro María comparecieren estas ante dcho Sr. Corregr y después de una larga sesión se resolbió que en el interin se traia la Bula cn la Ar. Pl. (con la Aprobación Papal) se reuniesen y mezclasen en los actos públicos dándose la mano derechas los maiordomos...”[14] Finalmente pues, y aunque se llegó a un acuerdo de ir las dos cofradías juntas siempre y cuando la Vera Cruz solicitase a Roma copia de esta documentación destruida por los franceses, ésta nunca llegó.   
Por cerrar el breve muestrario de pérdidas habría que citar el caso de la hermandad del Silencio de Sevilla que llevó a ocultar la imagen de su Nazareno en un emparedamiento con ladrillos en el muro de la casa del Marqués de la Rianzuela, vecino colindante de la corporación. Gran pérdida para esta corporación fue la del paso de carey plata del Señor, que fue expoliado, aunque se pudo recuperar parcialmente en 1814 en las cercanías de Andújar...” (ROLDÁN, 2013, 23).



La conciencia nacional surgió en diferentes sitios ante la invasión. En Cádiz se instalaron las Cortes ante la ocupación de Madrid. Fue entonces la tacita de plata capital de España, publicándose una Gaceta provisional en las imprentas locales. En uno de sus números se indica: “Atónita dejará a la posteridad la historia de esta atroz agresión. Debemos hacerle la guerra a estos tiranos, no sólo porque sean sacrílegos, profanadores, violadores, asoladores, crueles y fementidos, sino porque son nuestros enemigos, y quieren ser nuestros conquistadores, dominarnos como a salvages, y envilecernos como esclavos suyos. La naturaleza de hombres nos manda que les resistamos, y la de españoles nos obliga a exterminarlos hasta perder la vida, pues estar sin libertad no es vida de hombres, sino de bestias.”[15]   
Más concreto aún sobre el patrimonio religioso es este otro texto: “...No se puede mirar sin horror los ultrages que ha sufrido Nuestra Sagrada Religión, y sus ministros, y la profanación de sus templos, en q. no satisfechos aquellos ferozes soldados con robar los vasos sagrados, han despedazado las imágenes de Nuestro Señor y su Santísima Madre; y lo que es más que todo, han conculcado las Sagradas Formas, no habiendo ultraje que no hayan cometido...” (MATEOS, 2008, 71).
 
BIBLIOGRAFÍA.

ANDUEZA UNANUA, P. (2012): “Una aproximación al impacto de la guerra de la Independencia, la desamortización josefina y la legislación de las Cortes de Cádiz sobre el patrimonio cultural de Navarra”, Príncipe de Viana 256, 681-730.

DE VALENCINA, FR. AMBROSIO (1910): Los capuchinos de Andalucía en la Guerra de la Independencia, Sevilla.

DEL CASTILLO-OLIVARES, Mª D. A. (1987): “La expedición artística de José Bonaparte”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses, nº 132, 63-74.

MATEOS GIL, A. J. (2008): “Expolios y saqueos. Consecuencias de la Guerra de la Independencia en el patrimonio artístico calagurritano”, Kalakorikos nº 13, 71-106.

MORENO ALMENARA, M. (1995): “La Cofradía de la Soledad y su Hermandad del Santo Sepulcro de Andújar durante el siglo XIX”, Alto Guadalquivir, 54-56.

PALOMINO LEÓN, J. A. (2003): Ermitas, Capillas y Oratorios de Andújar y su término, Jaén.

PÉREZ GARCÍA, L. P. (2000): Andújar y el largo siglo XIX, Jaén.

RECIO VEGANZONES, A. (1958): “Labor heroica de los franciscanos en hospitales militares del Santo Reino, durante la Guerra de la Independencia”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses nº 15, 105-114.

ROLDÁN, M. J. (2013): “Sevilla, 1810: invasión francesa y cofradías”, Pasión en Sevilla nº 57, págs. 20-23, Sevilla.

TORRES LAGUNA, C. (1956): Andújar Cristiana, Andújar (Jaén).




[1] Se plantea que el acuerdo de Napoleón con el rey Carlos IV contemplaba el paso de las tropas francesas por territorio español para invadir Portugal. Finalmente no fue así, y España fue ocupada por los franceses.  
[2] La Batalla de Bailén se produjo entre el 19 y el 21 de julio de 1808. Ante ésta y otras derrotas francesas, el propio Napoleón, al frente de 200.000 soldados en noviembre de ese año entraba en España para reforzar a sus ejércitos invasores. El resultado fue un cúmulo de batallas, revueltas y saqueos. Entrada y retirada de tropas en las distintas ciudades que conquistaban o perdían, incluida Andújar, con todo lo de pillaje y de represión contra la población que este panorama suponía. Así a comienzos de 1810 volvieron a entrar las tropas francesas en Andújar y aquí se mantuvieron hasta el 8 de septiembre de 1812 (PÉREZ, 2000, 54).
[3] Así lo indica el Diccionario de Pascual Madoz.
[4] Los conventos poseían olivares, fincas diversas, ganado, propiedades urbanas, etc. obtenidos por herencias particulares, de cuyos rendimientos se mantenían en buena medida. Todo ello fue a parar a manos del Estado.
[5] Este dato nos permite saber que el retablo mayor de los Mínimos estaba realizado con cuadros, el principal dedicado a Santa Elena, por el tema del hallazgo de la Santa Cruz (no en vano el origen de los mínimos de Andújar fue la Ermita de Santa Elena) y los demás no eran composiciones sino santos, la mayoría de la orden o con ella vinculados.
[6] No se hicieron inventarios de los robos ni expolios, tampoco de los destrozos. Los documentos tratan el asunto de manera general, y aunque escuetos dejan bien a las claras que las pérdidas fueron irreparables.
[7] La situación estratégica tanto del convento de San Eufrasio como del de Capuchinos, junto al Camino Real (antigua nacional IV) influyó decisivamente en su conversión como cuarteles, el primero de caballería y el segundo de artillería.
[8] Los conventos estaban dentro de las feligresías de cada una de las cinco parroquias de Andújar, de tal modo que cuando un convento quedaba arruinado, la cofradía que tenía sede en él, se trasladaba a la parroquia correspondiente: en el caso de los Dolores del Carmen a Santa María o en el de la Soledad de Mínimos de la Victoria a San Bartolomé.
[9] Es un documento fechado el día 10 de junio de 1811 que fue publicado en el periódico El Guadalquivir del año 1926.
[10] Libro de Cabildos de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar del año 1815 a 1830. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[11] Este expolio no fue exclusivo de nuestra ciudad, sino que fue un plan sistemático que afectó a toda España. Napoleón pretendía crear un enorme museo con las obras de arte robadas. Nuestra nación tenía fama de haber tenido excelentes pintores y ese fue el principal objeto de deseo de las tropas napoleónicas, que inventariaron las principales obras de nuestros pintores del barroco con el fin de seleccionar aquellas que merecían por su calidad formar parte de ese museo. Asimismo, la plata de muchas iglesias y conventos fue requisada para fundirla y llevarla hasta la costa para recalar en el territorio francés. 
[12] Es evidente que cuando se escondían estos objetos era porque eran simplemente robados. A pesar del celo de este alcalde del Santo Sepulcro, probablemente amenazado cuando no torturado, tuvo que decir dónde escondía las insignias de su cofradía.
[13] Quiere decir que se habían hundido en parte y agujereado los tejados.
[14] Libro de Cabildos del año 1815 a 1830. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[15] Gazeta de la Regencia de España e Indias del martes 13 de Marzo de 1810, pág. 3, Cádiz.