miércoles, 25 de febrero de 2015

COFRADÍA DEL CRISTO DE LA COLUMNA DE SANTIAGO DE ANDÚJAR

Maudilio Moreno Almenara
 

Una de las cofradías más importantes de Andújar en el siglo XVIII fue la del Cristo de la Columna de la suprimida iglesia de Santiago de Andújar. La fundó el presbítero D. Bartolomé Berdejo y Cabrero, quien también redactó sus estatutos, aprobados el día 22 de Abril de 1674 (TORRES, 1956, 282). La imagen existía con antelación, y fue concebida como pieza de retablo, pues su parte posterior está tratada toscamente. El retablo que tuvo por estas fechas de fundación debió ser el que aparece en un magnífico grabado realizado por el afamado pintor cordobés Antonio Palomino, y del que se conservan, que sepamos dos copias: una en la Biblioteca Nacional de Madrid y otra en el Archivo de la Real Maestranza de Ronda. No está fechado, aunque se menciona al Cardenal Astorga, o lo que es lo mismo, a D. Diego de Astorga y Céspedes, que alcanzó este rango en el año 1727.
 
 
 
El grabado, no obstante, debería estar realizado un poco antes, pues el pintor Antonio Palomino, natural de Bujalance (Córdoba), murió en Madrid en 1726.
 
 
Aparece en él la imagen con faldellín sobrepuesto, anudado a un lado y abarcando incluso la columna, pues al quedar la cadera de la imagen pegada al símbolo de la Pasión, resultaba imposible hacerlo de otro modo.
 

 
La hornacina representada debió ser de madera, con gran venera en la parte superior y decoración barroca en el fondo y en los laterales.
Ya unos años antes de la aprobación de sus estatutos, salía en procesión el Domingo de Pasión,[1] es decir, fue la devoción en torno a esta imagen la que favoreció la organización de la cofradía. El Cristo de la Columna de Santiago tenía fama de milagroso y fue frecuente que se sacara en rogativas, especialmente cuando había sequía. Entre otros años hay constancia de salidas extraordinarias en 1651, 1652, 1675, 1720 y 1771 (PALOMINO, 1998, 56). 
 
 
El autor de tan impresionante talla se desconoce. Sin embargo, Domínguez Cubero la sitúa en la órbita de Jerónimo Quijano (RUBIO, 2002, 111). La imagen fue restaurada por José Luis Ojeda en 1997 dentro de un proyecto financiado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía (OJEDA, 2003). En la actualidad se conserva en la iglesia de Santa María la Mayor, en concreto en la capilla de la familia Reinoso, ubicada al fondo de la nave del Evangelio.
 
 
De la cofradía se conservan sus estatutos fundacionales, en los que se especifica que había dos clases de hermanos: los denominados “fundadores”, cuyo número no podía exceder de 33 y habían de pagar para formar parte de ella, 40 reales y dos libras de cera y los “esclavos”, que pagaban un real al inscribirse y un cuarto de real cada sábado. Estas diferencias se traducían igualmente en su entierro, pues los hermanos fundadores tenían derecho a ocho misas y los esclavos sólo a cuatro. La estructura organizativa estaba formada al menos por un Hermano Mayor, un Secretario y varios diputados.
 
El extracto social de los hermanos, en especial de los “fundadores”, era tanto eclesiástico como seglar. De este último grupo destacan su alto nivel social, pues fueron hermanos mayores de la cofradía algunos de los principales títulos nobiliarios de Andújar, como el Marqués de la Merced, de Bilanos, del Contadero, de Torremayor... (TORRES, 1956, 282-283). Todo ello debió incidir en que la cofradía gestionase importantes recursos económicos, lo que se tradujo, durante el siglo XVIII, en la construcción de una impresionante capilla, actualmente conservada y en la que destaca su soberbio camarín.
 
 
Esta capilla se adosó a la nave del Evangelio, siguiendo su misma orientación, con un portillo a los pies que hoy en día permanece cegado. Se comunicaba interiormente con la iglesia a través de dos arcos: uno situado junto al retablo y que contó con una reja baja a modo de baranda y el otro más alejado del altar mayor que quedaba cerrado por la magnífica reja que hoy, trasladada a la iglesia de Santa María, está instalada en la capilla de los Reinoso. Esta última reja fue realizada en el siglo XVI, presidiendo originalmente una capilla que debió ser demolida con motivo de la construcción de la del Cristo de la Columna. Junto a esta supuesta capilla, preexistente a la actual y dedicada probablemente a alguna advocación de la Virgen,[2] debió existir otra, que sí que se correspondió con una anterior del Cristo de la Columna. Esta hipótesis se basa en el dato proporcionado por el testamento de doña Mencía Serrano y Mieres, hija de don Juan Serrano y Mieres del año 1670, es decir, cuatro años antes de la fundación de la cofradía, en el que indica que quería ser enterrada en esta capilla, de la que era patrona (PALOMINO, 2003, 145).
 


La nueva capilla era propiedad de la cofradía y quedó rematada en el año 1733. El dato lo conocemos por la acreditación presentada[3] por Real Orden de 31 de enero de 1844 (TORRES, 1956, 233). Sus grandes proporciones, el camarín y la enorme riqueza ornamental que tiene, la hicieron una de las capillas de cofradías más importantes de cuantas existieron en la ciudad. En consonancia con su bella arquitectura se levantó a mediados del siglo XVIII un magnífico retablo que antecedió al camarín y del que se conserva una fotografía publicada en el Portfolio fotográfico de Andalucía.
 

El estilo de este retablo remite[4] con claridad a la obra del retablista, afincado durante mucho tiempo en Andújar, Antonio Primo (CAMACHO y ROMERO, 1987-88-89, 360), que se casó en la parroquia de San Bartolomé con Teodora María Garrote (FRÍAS, 1999, 180). Trabajó a menudo para los carmelitas, hizo obras destacadísimas como los retablos conservados del Carmen de Antequera, con esculturas de Mateo de Medina,[5] que pensamos también debió colaborar en el del Cristo de la Columna de Andújar, en especial las cuatro figuras sedentes que remataban el banco.
 
 
Otra obra fundamental, que se hizo siguiendo las trazas del retablo mayor del convento del Carmen de Andújar, iniciado por Mateo Primo.
 


Y en el que intervino también su hijo Antonio Primo, fue el de los carmelitas de Lucena.


En el acceso a la escalera del camarín se dispuso una magnífica puerta, hoy milagrosamente conservada, pintada con extraordinario gusto, además de cuatro lienzos con los evangelistas en la parte superior de la bóveda de la capilla (fueron sustraídos de la iglesia cuando estuvo abandonada en los años setenta del pasado siglo). Otro lienzo también sustraído representaba al Cristo de la Columna y tenía una leyenda debajo según testimonio que nos aportó en su día José Palomino “Josito”.
No cabe duda que el lienzo de nuestro gallardete representa al Cristo de la Columna de Santiago, ya que sigue el modelo de este grabado, y debió pertenecer en su día a esta hermandad. En el año 1956, Torres Laguna indicaba que hacía mucho tiempo que la cofradía del Cristo de la Columna de Santiago había desaparecido (TORRES, 1956, 282), posiblemente incluso antes de la Guerra Civil. Desconocemos en qué momento llegó el antiguo gallardete a la Cofradía de la Vera Cruz, pero desde luego quien lo trajese pensó que se trataba de la misma advocación. Este hecho ha favorecido, sin duda su milagrosa conservación en Andújar, pues este tipo de piezas son muy apreciadas en el mercado anticuario, y salvo las entregadas a cofradías, todas se han perdido.[6] 
 


En el año 1999 el orfebre cordobés Florián Porras hizo una orla plateada basada en el libro de cabildos de la cofradía del año 1730, adaptando su silueta al óvalo del lienzo. Unos años antes el restaurador José Luis Ojeda Navío devolvió al lienzo la luz y textura original.
 


Sin duda el espíritu de la antigua Cofradía cuaresmal del Cristo de la Columna de Santiago sigue vivo en la Vera Cruz, que mantiene el fervor por esta advocación tan nuestra y tan franciscana. Y decimos bien, franciscana, pues hemos de recordar que nuestra primitiva imagen del Cristo de la Columna se debió hacer antes de 1580, momento en el que aún no se había dividido en dos la provincia franciscana de la Bética. Su escudo era por aquel entonces el que ponemos a continuación.
 
No obstante, en el guión del Santísimo Cristo de la Columna no figuran las armas de los franciscanos sino la de los dominicos. La razón: que la antigua imagen de esta advocación de la Vera Cruz fue la única que se hizo en su estancia transitoria en la ermita de Santo Domingo, dejando testimonio así de este momento histórico.
 BIBLIOGRAFÍA.
 CAMACHO MARTÍNEZ, R. y ROMERO BENÍTEZ, J. (1987-88-89): “Aproximación al estudio del retablo en Antequera en el siglo XVIII”, Rev. Imafronte, nº 3-4-5, págs. 347-366.
FRÍAS MARÍN, R. (1999): “El expediente matrimonial del retablista Antonio Primo”, Senda de los Huertos nº 55-56, págs. 179-182.
OJEDA NAVÍO, J. L. (2003): “Iglesia de Santa María la Mayor. Andújar. Cristo atado a la Columna”, en Patrimonio Histórico restaurado en Andalucía 1987-97. Escultura Policromanda, págs. 96-99.
PALOMINO LEÓN, J. A. (1998): “Rogativas al Cristo amarrado a la Columna de Andújar”, Rev. Alto Guadalquivir, Especial Semana Santa Giennense, pág. 56.
RUBIO FERNÁNDEZ, J. (2002): Santa María la Mayor de Andújar. Datos para la historia de una parroquia, Andújar (Jaén).
TORRES LAGUNA, C. (1956): Andújar Cristiana, Andújar (Jáen).




[1] Domingo de Cuaresma anterior al de Ramos.
[2] El motivo que preside la reja es una bella representación de la Anunciación de la Santísima Virgen por el Arcángel San Gabriel.
[3] La documentación acreditativa de la propiedad hubo de ser presentada por la cofradía debido a la supresión en 1843 de la parroquia.
[4] No es seguro que este retablo fuese destruido en la Guerra Civil. Se conserva en la iglesia de Santa María la imagen de la Virgen con el Niño que aparece en el centro de la fotografía. Asimismo, hay personas que al parecer vieron este retablo tras la Guerra Civil, sin embargo, al igual que ocurrió en el convento de Mínimas, parece que la actuación de Regiones Devastadas no fue todo lo pulcra que debería haber sido, sustrayendo los retablos del convento y posiblemente también éste de la Columna, desconociéndose a día de hoy su paradero.
[5] Mateo de Medina fue un destacado imaginero nacido el 2 de Agosto de 1709 en Alhaurín el Grande (Málaga). En 1729 se trasladó a Jaén para trabajar en la catedral, allí dejó una de sus obras más sobresalientes: la imagen del Cristo de la Expiración.
[6] El medallón de la Virgen de los Dolores de la Vera Cruz lo tiene actualmente la antigua Cofradía de los Dolores del Carmen, el de la Paciencia, la misma cofradía, pues conformaba una de sus escuadras. Otros muchos se perdieron ya.  

viernes, 13 de febrero de 2015

COFRADÍAS CUARESMALES DE ANDÚJAR (I)

Maudilio Moreno Almenara
 
 
Ahora que se acerca la Cuaresma y está próximo a salir en Vía Crucis la única imagen que actualmente lo hace en este tiempo de Conversión: El Santísimo Cristo de la Columna de la Cofradía de la Vera Cruz, rememoramos aquellas hermandades que hubo en Andújar y que procesionaban durante la Cuaresma. No eran cofradías como las de penitencia, pero todas ellas anunciaban la Semana Santa a los andujareños para ayudar a la preparación de la Semana Grande. Nos ocuparemos en esta ocasión, de la que hubo en el convento de Capuchinas.

La fundación de la Hermandad del Cristo de Burgos[1] tuvo lugar en el año 1733 en el convento de Reverendas Madres Capuchinas.


 
 Ese año Bartolomé Rodríguez Talero, Joaquín Muñoz y consortes enviaron unos estatutos al fiscal general eclesiástico del obispado que instruyó un expediente en el que instaba a realizar algunas reformas en los capítulos 3º, 10º y 21º. Tras haber subsanado este contratiempo, ese mismo año se erigió la cofradía con una imagen que existía en un domicilio particular[2] que pasó a una de las capillas laterales del convento de Capuchinas (FRÍAS, 1997, 53).

Su estructura debió ser muy similar a las del resto de cofradías cuaresmales, es decir, contó con un número limitado a 33 hermanos fundadores (IBID., 1997, 53), teniendo el resto la consideración de “esclavos”,[3] muy frecuente en el siglo XVIII. Los hermanos tenían obligación por sus estatutos de dar ocho reales de limosna al convento por cada  oficio que se hiciera por los hermanos difuntos (IBID., 1997, 53). Para cada hermano fundador estaba estipulado que se debían decir doce misas, bien por los capellanes del convento, bien por eclesiásticos, suponemos que del de Capuchinos, ya que el convento en el que tenía su sede la cofradía era femenino.

 
La devoción al Cristo de Burgos se refiere a la que promovieron los agustinos de la capital castellana[4] y por ello también recibe el nombre de Cristo de San Agustín e incluso el de Cristo de Cabrilla (ITURBE, 2008, 697). La talla burgalesa está revestida de piel de ternera e incluso tuvo antaño una vejiga en su interior, a modo de contenedor, para que manase sangre de su costado. Ciertamente unos detalles escabrosos muy próximos a la mentalidad medieval, periodo en el que fue realizado.
 
A menudo se dispone bajo él un grupo de cinco o tres huevos de avestruz, regalo al parecer de un devoto de la imagen que trajo este extravagante obsequio hace siglos. Estos huevos tienen un significado profundo enorme, pues el huevo, ya desde la Antigüedad, fue considerado como símbolo de vida y de resurrección. Parece pues que aquí tienen el mismo significado, aumentando y perfeccionando su sentido evangélico y la apariencia terrible de la muerte que el Crucificado muestra en su fisonomía.


Su culto fue difundido en Castilla a partir del siglo XV, potenciado por encontrarse en el Camino de Santiago. En el siglo XVI llegó a Sevilla, ciudad donde sabemos que los burgaleses allí residentes la fundaron y encargaron en 1573 a Juan Bautista Vázquez el Viejo, una imagen que sería de tamaño natural, con corona de espinas talladas, cabellera de pelo natural y paño de pureza a manera de faldellín. Esta imagen se mantiene en la actualidad y procesiona cada Miércoles Santo, no obstante su apariencia ha cambiado tras una profunda restauración sufrida en el siglo XIX. Antes de la Guerra Civil se conservaba también la antigua imagen del Cristo de San Agustín.


En Granada, aún subsiste la cofradía del Santo Cristo de San Agustín, con una imagen de Jacobo Florentino que procesiona en su cruz de plata y con su faldellín sobrepuesto. La cofradía es del año 1680, con una impronta en la calle realmente espectacular.
 

 
En la provincia de Jaén, una imagen de esta advocación, es el Cristo de Cabra del Santo Cristo. En esta localidad se venera un lienzo que justo reproduce la imagen burgalesa. La historia de este cuadro nace en 1635 cuando un noble burgalés encargó una copia del Cristo de Burgos. Nombrado por Felipe IV corregidor de la ciudad granadina de Guadix, envió sus pertenencias, incluido el cuadro enrollado, con unos arrieros desde Burgos a Granada. Durante el viaje los porteadores pararon en un mesón de la villa giennense llamada entonces Cabrilla (ahora Cabra del Santo Cristo). Allí se aposentaron en el mesón de Juan de Soto Salas, cuya esposa, María de Rienda estaba inválida de la mano izquierda. Tras una conversación con los viajeros, la esposa del mesonero solicitó ver el cuadro, al que veneró devotamente. Milagrosamente curó de su enfermedad y el brazo quedó sano. Tal fue el revuelo que se siguió en la villa, que solicitaron al propietario del cuadro que éste se quedase allí, a lo cual accedió. El cuadro quedó instalado en la iglesia que después se convirtió en Santuario, corriéndose la voz de su fama milagrosa en toda la zona. A partir de entonces se fundaron hermandades del Santo Cristo de Burgos en muchas localidades relativamente cercanas como: Guadix, Arjona, Linares, Villacarrillo, Úbeda, Huelma, Jimena, Torres, Albánchez, Mancha Real, Jaén.... (LÓPEZ, 1999, 138-139).

 
Su difusión por buena parte de la provincia de Jaén, debió favorecer la fundación de la hermandad de Andújar, que como ha quedado dicho se produjo en el año 1733.
 
Poco sabemos de la historia de esta Hermandad, nada más que en el año 1802, Miguel García, que había sido su hermano mayor, pidió en su testamento enterrarse junto al altar de la imagen (PALOMINO, 2003, 207).
 
También se tiene noticia de la impresión en Andújar de una “Novena del Santísimo Cristo de Burgos, que se venera en el convento de M. Capuchinas de la ciudad de Andújar” del año 1846 (FRÍAS, 1997, 53).
 
Conocemos también que en 1734 dicha hermandad solicitó permiso para confraternizarse y hermanarse[5] con la del Santísimo Cristo de San Marcelo de Roma de la Orden Tercera Servita o Siervos de María (DOMÍNGUEZ, 1985, 117). Esta Orden Tercera fue la propulsora del culto y la festividad de los Dolores de María. Desconocemos si la hermandad del Cristo de Burgos de Andújar logró este privilegio, que ya había obtenido la Cofradía de la Santa Vera Cruz el 8 de Febrero de 1606 (HERNÁNDEZ, 2002, 20).


Poco más podemos apuntar. Sí que nos ha llamado la atención la publicación en Internet de una medalla que por su anverso tiene al Santísimo Cristo de Burgos y por el reverso a la Virgen del Pilar.
 
La cuestión no tendría la menor importancia si no fuese porque casualmente en el Convento de las Capuchinas de Andújar se veneró también una imagen de Nuestra Señora del Pilar, al menos desde el año 1736 (PALOMINO, 2003, 207), es decir, en fechas muy próximas a la fundación de la hermandad del Cristo de Burgos. Desconocemos si esta hermandad acogió también a la Virgen del Pilar como su titular, pues no quedan datos al respecto. En cualquier caso la coincidencia en una medalla de ambas advocaciones, presentes en las Capuchinas de Andújar nos invita a pensar que quizás proceda de Andújar y que bien fue la medalla de esta hermandad, bien las monjas capuchinas difundieron esta doble devoción existente en su convento.


 
BIBLIOGRAFÍA.
 
DOMÍNGUEZ CUBERO, J. (1985): Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad, Jaén. 
FRÍAS MARIN, R. (1997): “Fundación de la Cofradía del Cristo de Burgos de la ciudad de Andújar, 1733”, Rev. Alto Guadalquivir, especial Semana Santa Jiennense, pág. 53.
HERNÁNDEZ MORALES, J. (2002): “La recuperación de los vínculos con la Archicofradía del Santo Crucifijo de San Marcelo de Roma. Un gran privilegio para el 575 Aniversario”, Boletín Lignum Crucis, nº 4, pags. 18-21.
ITURBE SAÍZ, A. (2008): “Cristo de Burgos o de San Agustín en España, América y Filipinas”, en El Culto a los santos: cofradías, devoción, fiesta y arte, págs. 683-714.
LÓPEZ ARANDIA, Mª A. (1999): “El Santo Cristo de Burgos. Una devoción de Sierra Mágina en Jaén”, Sumuntan nº 11, págs. 137-146.
PALOMINO LEÓN, J. A. (2003): Ermitas, Capillas y Oratorios de Andújar y su término, Jaén.




[1] La mayoría de los datos aquí resumidos se deben a la investigación realizada en el año 1997 por el historiador Rafael Frías Marín.
[2] Es evidente que la devoción nació de la que tenía un particular, quizás burgalés de nacimiento o de alguna zona de Jaén en la que se rendía culto a esta advocación, en su domicilio. Suponemos que la imagen fue algo más pequeña del tamaño natural pues resulta extraño que en un domicilio particular existiese una imagen de grandes proporciones. 
[3] Se trata de una categoría inferior a la de hermano, recibiendo distinto tratamiento en sus reglas unos y otros.
[4] Tras la Desamortización (1835) la imagen pasó a la catedral, donde hoy permanece.
[5] También se menciona textualmente “...y comunicazion de pribilexios con la del Santo Xpto de San Marzelo...” (DOMÍNGUEZ, 1985, 117) estos hermanamientos eran una fórmula muy habitual para conseguir que se extendieran así los privilegios de la cofradía con la que se hermanaba.