viernes, 4 de marzo de 2016

ECONOMÍA DE LA COFRADÍA DE LA SANTA VERA CRUZ DE ANDÚJAR DURANTE LOS SIGLOS XVII Y XVIII. LOS CENSOS Y PROPIEDADES


Maudilio Moreno Almenara

Uno de los aspectos menos tratados de la Historia de las cofradías es su economía. Son pocos los estudios específicos que abordan el tema, que no obstante, fue esencial para el mantenimiento de estas instituciones.
 
No cabe duda que la economía ha ido evolucionando a lo largo de los siglos, y con ella también lo ha hecho el modo en el que las cofradías se nutren de los ingresos necesarios para su sustento. El asunto es por ello extenso en nuestro caso, pues no tiene mucho que ver la economía de la cofradía de la Vera Cruz en el siglo XV y XVI, con la de los dos posteriores, o con las de los siglos XIX y XX. Es por ello que nos centraremos en esta ocasión en las centurias del barroco (XVII y XVIII), dejando para otra ocasión la de los otros dos periodos.
 
 
En pleno siglo XVII la cofradía había recibido ya diversos inmuebles vía testamentaria o por donación. Estas casas y fincas podían tener unos rendimientos constantes sin necesidad de renunciar a su propiedad. Es lo que se denominaba “venta a censo”. Lo que se vendía era el uso de un bien inmueble o una cantidad de dinero por un tiempo determinado, que incluso podía heredarse, pero la propiedad seguía siendo de la cofradía. El interés se cobraba sobre el montante prestado o sobre la tasación de la propiedad (denominada en los documentos principal) y fue variando a lo largo de los años, así, en el siglo XVII era de un 5%, disminuyendo en el siglo XVIII a un 3% anual (DIAZ, 2005, 299).
 
La cofradía se garantizaba así unos ingresos de cierta relevancia y sobre todo constantes, de ahí la importancia que adquirieron este tipo de rendimientos en una cofradía como la nuestra. Hemos de recordar también que no existían entonces bancos, ni tampoco papel moneda, por lo que lo recaudado debía quedar a buen recaudo en el arca de tres llaves de la cofradía. Se hacía así por razones de seguridad, eran tres personas distintas las que custodiaba cada una de las llaves, que lógicamente eran diferentes entre sí, de tal modo que el dinero sólo podía ser depositado o extraído en presencia de los tres.
 

Fue una práctica muy habitual ésta de las arcas de tres llaves, no sólo entre las cofradías, sino también en ayuntamientos y otro tipo de instituciones que recaudasen caudales de manera habitual.
 
Se conservan de un modo casi milagroso algunas de estas arcas, a menudo con marcas, escudos o inscripciones que indican la propiedad del “cajón”. De hecho el término caja de ahorros proviene de este modo de custodiar el dinero, en el interior de “cajas”. La de nuestra cofradía debió ser semejante a éstas, no sabemos si más reforzada como la primera o más similar a la segunda, y se asió con unas garras metálicas a la sacristía de nuestra capilla, cuya puerta lógicamente también tuvo otra llave.
 

 
Los diputados nombrados para custodiar las llaves, emitían recibos de entrada y salida de los caudales, que luego trasladaban al mayordomo o tesorero. En algunas cofradías importantes, como la de la Vera Cruz de Sevilla, la entrada y salida de dinero debió ser tan frecuente que incluso se imprimieron recibos parciales como éste del siglo XVIII, que nos muestra el nombre que recibían estos responsables de la cofradía, Diputados Llaveros de Arcas:
 
 
Con esta introducción queremos que el lector se retrotraiga a unos tiempos muy alejados a los actuales y entienda mejor la economía del Antiguo Régimen, unos tiempos y una economía radicalmente distinta a la actual (ahora buena parte de los valores son “virtuales”).
 
Pero veamos con más profundidad la incidencia en la economía anual de nuestra cofradía de los beneficios producidos por los censos sobre los bienes raíces o propiedades que ya había logrado nuestra corporación por donación.
 
Así, hemos comprobado que los censos fueron un medio importante de sustento de la cofradía, prácticamente un tercio del total de los ingresos, aunque tenía ciertas fluctuaciones dependiendo de los siglos. De hecho entre los dos años que conformaron las cuentas de 1744 a 1746, por poner un ejemplo, los réditos por censos supusieron un total de 830 reales, frente a los 990 reales obtenidos en una almoneda que la cofradía hacía cada año y los 570 reales que se recogían de limosnas. El resultado es que el 34,7 % de lo ingresado era por censos (aunque finalmente había que restarse un 10% del total cobrado, pues éste era el porcentaje que se pagaba a un cobrador especial que se ocupaba de ello), el 41,4 % por la almoneda y el 23,9 % restante, por limosnas.
 
Los recibos de hermano sólo se pagaban entonces al solicitar formar parte de la cofradía, configurándose las cuotas anuales (denominadas pensiones) a partir del siglo XIX cuando estos censos decaen.
 
Con la cancelación de la deuda contraída sobre estos contratos se obtenían los beneficios del principal, una vez cobrados los intereses anuales. Se denominaba a este proceso “redimir un censo”.
 
 
Esto ocurrió en varias ocasiones. Así, en el inventario del año 1695: “Y se adbierte que a dcha Cofa se le an redimido dos zensos el uno de 7.000 mrs. de principal contra Maria de la higuera que pagaba el ldo D. Be Zurillo, presbo y el otro de 10.000 mrs. de principal que pagaba melchor Sanchez que lo rredimio Manuel Sánchez, dchos principales estan depositados en el arca de tres llabes de obras pias que esta formada en las Casas de el dcho Ldo D. Be Zurillo y se le encarga a el dcho nuevo Gr cuide de su empleo e imposición.....”  Este nuevo gobernador al que alude el documento era Luis de Torres Peñalver. Desconocemos con exactitud en qué se emplearon estos 17.000 maravedíes -unos 550 reales- aunque es muy probable que se invirtiesen en la lámpara de plata que alumbró la capilla de la Vera Cruz a lo largo de todo el siglo XVIII y que fue realizada durante su mandato. El importe de esta lámpara, que pesaba 80 onzas, fue de 1600 reales, con lo que la cantidad cobrada habría servido para aligerar el importante dispendio que supuso.
 
Una gran lámpara de plata, realizada en la misma fecha que ésta de la Vera Cruz (fines siglo XVII) se conserva en la actualidad en la iglesia parroquial de San Bartolomé (RUEDA, 2005, 80).
 
 
Es posible incluso que fuese la misma que encargase en su día el gobernador Luis de Torres y que llegase a la parroquia como consecuencia de la Guerra de la Independencia. Sabemos que ante la inminente llegada de los soldados franceses, a mediados de enero de 1810 y por iniciativa del vicario D. Gregorio José Bonilla, se concentraron en San Bartolomé las alhajas, libros y pinturas más valiosas de conventos y parroquias para esconderlas de las tropas galas y evitar su saqueo, siendo la plata lo primero que se apropiaban. A partir de esta fecha es improbable que dado que el convento estaba en su feligresía, y debido a la Desamortización, la lámpara volviese ya a su sitio, pues sabemos que incluso la cofradía perdió su capilla pocos años más tarde (1835).
 
La Vera Cruz, debió trasladar esta lámpara de plata a San Bartolomé. Los saqueos producidos el 28 de Enero de 1810 afectaron sólo a parte de su archivo, custodiado en la sacristía de la cofradía, cuya puerta rompieron, según consta en el cabildo del 14 de mayo de 1826. Prueba de este anhelo por ocultar las piezas de plata fue el heroico acto del alcalde de la Hermandad del Santo Entierro D. José García, que en su casa tabicó una pared después de meter tras ella el dinero, y el gallardete (con cruz y marco de plata) de su hermandad. Todo fue inútil. Los franceses, debieron amenazarle o descubrir el reciente tabicado en su casa, de tal forma que terminaron robándolo todo.
 
 
Otra fórmula de censos fue el mero préstamo de dinero a instituciones públicas como el Ayuntamiento, poniéndose como aval propiedades municipales e incluso impuestos a cobrar en años futuros. Fue normal que los Concejos municipales, para obtener liquidez y hacer frente así a episodios de epidemias o hambrunas, pidiesen este tipo de créditos, contra los propios y arbitrios de la ciudad. Los propios o bienes propios eran fincas urbanas y rústicas de propiedad municipal, que al estar muchas arrendadas obtenían unos beneficios. Los arbitrios eran tasas municipales, la mayoría aplicadas sobre el consumo de alimentos. Eran, por ello, una garantía fiable.
 
Así, en el año 1711 se dice: “Otra escriptura de z(en)so de ochenta y tres mill y Duzientos m(aravedíe)s de p(rincipa)l. qta (contra) esta ziud(ad) de Andux(a)r y su caudal de propios y advitrios de ella.”
 
La redención o cancelación de este censo, se produjo en el año 1779, abonándolo el intendente de la ciudad de Jaén y Juez de Propios y Arbitrios. La cofradía debió asumir los gastos derivados de la escrituras de cancelación. Se obtuvieron algo más de 4000 reales, aunque una vez restados los gastos la cantidad exacta obtenida fue de 3.780 reales con 23 maravedíes “...tres mil seteztos ochenta rs. y veinte y tres mrs. que avia en el Arca, y son los mismos que avia entregado el Br Dn Juo Antonio de Raya Presbo al Gobr y fiscales de esta cofa despues de los gastos de sus comisiones qe consta todo de sus quentas..."
 
Al año siguiente, la misma comisión encargada de la cancelación del préstamo, encabezada por el presbítero Juan Antonio de Raya y completada por Manuel Majuelos, clérigo de menores, Antonio de Lara y Esteban Jiménez, todos ellos, excepto Manuel Majuelos, exgobernadores de la cofradía, se ocuparon de una serie de obras de ornato en la capilla cuyo presupuesto fue el dinero obtenido con esta cancelación del censo contra el Ayuntamiento.
 
 
Los censos debían formalizarse mediante escrituras ante notario, pues estaban regulados legalmente los porcentajes a pagar y además, había de hacerse así para poder reclamar jurídicamente cualquier impago. Fueron muchos los pleitos que produjeron, de ahí el cuidado por la custodia de estas escrituras. Actualmente no se conservan los de nuestra cofradía, pero sí la detallada relación que aparece en el libro de inventario de bienes, y que es de donde procede la información que desglosamos en este artículo.
 
 
Vemos a continuación los inmuebles urbanos que tenía la cofradía en estos momentos. El primero que señalaremos fue una casa que existió en la esquina de la calle Larga, llamada antiguamente Capones Larga, con calle San Francisco, ahora San Antonio.
 
El dato lo conocemos por el inventario del año 1770, en el que se dice textualmente:  Otra ess(critu)ra. De Z(ens)o. De 40.000 m(aravedie)s. De pr(incip)al. Q(u)e. Procedio de la venta R(ea)l. A Z(ens)o q(u)e. Hizo Man(ue)l. Canalejo Gobernad(o)r. Q(u)e. era en 27 de Diz(iembr)e. De 1633 a(ños). de unas cassas qe hazen esquina C(all)e. Capones larga (actual calle Larga) y C(all)e S(a)n franc(isc)o (actual San Antonio). Q(u)e legó a esta cofradía Dª ysabel de Escabias y passó d(i)cha ess(critu)ra. De venta ante Ant(onio) Robredo d(ic)ho dia y año. En 28 de Abril de 1644 ante Geronimo de Andr(es) Reconocio d(i)cho z(ens)o Sobre d(i)chas cassas Man(ue)l. Ramos y Mª Coba su Mug(e)r. En 21 de Junio de 1702 p(o)r Ante Juo Sanchez de Borja reconocio d(i)cho Zo (censo) Ursula Ramos. En 3 de Julio de 1761 a(ños). reconocio dcho zº (censo)Dn. Julián Rodrig(ue)z ante Pablo Perez lo paga (h)oy Dn Ygnacio Diaz   en 57 foxas.
 
 
Nota: en este pr(incip)al de zenso esta incluido el de 21.000 mrs De pral Qe lego a esta Cofradia fran(cis)ca  Mart(ine)z viuda de Juo Alcayde q(u)e estaba sobre d(i)chas cassas, y las legó a la d(i)cha Cof(radi)a d(i)cha Dª Ysabel de Escabias Relig(io)sa de el Comb(en)to. De Jesus Mª.” Este otro censo, anterior a la cesión a la cofradía fue suscrito en “...1(mil) quinientos ochenta años ante Gonzalo Gutierrez essno (escribano) qe fue de esta ciudd (ciudad) en 16 foxas (hojas) utiles”(se refiere a que el documento en el que se especificaba esto constaba de 16 hojas). Esta información la conocemos por una anotación del libro de inventarios del año 1770.
 
Hoy en día este inmueble es parte del ensanchamiento de la calle Larga en su tramo más cercano a la calle San Antonio.
 
 
Dª Isabel Escavias, donante del inmueble, fue esposa de Alonso Sirvente Jurado, sobrino de Antonio Sirvente de Cárdenas, fundador de la capilla mayor de Santa María. Al enviudar ingresó en el convento de Mínimas de Andújar. Este legado debe proceder de su vinculación familiar con la cofradía, probablemente fuese hermana puesto que sabemos con seguridad que su cuñado Antonio Sirvente Jurado (hijo de Juan Sirvente, su suegro) fue hermano de nuestra corporación. Isabel Escavias tuvo al menos dos hijos: Antonio Sirvente y Cárdenas y Agustina Sirvente y Cárdenas. De la capacidad económica de esta familia nos habla el hecho de que en el año 1572, Dª Mayor Jurado, viuda de Juan Sirvente, contaba en la Sierra de Andújar con propiedades por valor de 160.000 maravedíes, aparte de muchas otras (ARAQUE y SÁNCHEZ, 2006, 180).
 
Con motivo de la donación el entonces gobernador de la cofradía, D. Manuel Canalejo, vendió la casa a censo en 1633, realizándose la operación ante el escribano Antonio Robledo. Este censo fue pasando por diferentes inquilinos, anotándose que lo pagaba en el año 1770 D. Ignacio Díaz.
 
Es muy posible que en la puerta de esta casa figurase un azulejo de propiedad de la cofradía, como éste de Córdoba:
 
 
No son infrecuentes estos azulejos de propiedad. Mostramos aquí otros ejemplos más claros, en el de la izquierda figura el número del inmueble y el texto donde se indica que el citado inmueble era propiedad de la cofradía de la Inmaculada de la parroquia de Santa Ana de Triana.
 
 
No eran éste el único inmueble que poseía la cofradía. Así, en el inventario del año 1680 se menciona un censo por valor de 708 reales de unas casas en la calle Quijada: “Otro de setecientos y ocho reales questa ympuesto en unas casas calle quijada.” El mismo año, queda claro que también tenían otra casa en la calle Palomar: “Otro de siete mil ms contra benito de la fuente ce. Palomar.” Ambas calles son citadas en relación a los niños expósitos (GÓMEZ, 1987, 65).
 
En el año 1695 encontramos otra casa en la calle Santo Domingo (actual Doctor Fleming): “Otra escritura de zenso de 18.300 mrs. de prinçipal contra D. Manuel Maroto porque de la Cofª usa  una Casa en la Calle Santo Domingo”. Estas hipotecas tenían aparejado en el archivo de la cofradía documentos de muchas hojas que normalmente contenían los documentos legales que refrendaban tanto la propiedad de la cofradía como el compromiso del arrendatario. Estos compromisos económicos a menudo pasaban de generación en generación, pues sobre esta casa de la calle Santo Domingo sabemos que casi un siglo más tarde, en concreto en el año 1770 aparece:  Otra essra  de Zo de 18.750 mrs. qe impuso Dn Manl Maroto y pagan oy sus herederos en 66 fojas utiles”.
 
En el año 1707, aparece otra casa propiedad de la cofradía en la calle Velillos:  Otra escriptura de zso. De vte. Mil ms de pl. Contra Andres Lopez de que es yPoteca una cassa Calle belillos qe Posee esta Cofradía”.
 
 
En 1770 aparece otra nueva propiedad de la cofradía en la calle Mesones: “Otra escra de Zo de 1.100 mrs. que impusieron Manl Ximenez y su mugr Mª Lopera qe oy paga Manl Serrano en los mesones”.
 
Al menos encontramos en estos años seis casas que eran propiedad de la cofradía, la mayoría localizadas en el barrio de San Bartolomé. Estas casas debían ser reparadas por la cofradía cada cierto tiempo, anotamos que en el inventario del año 1711 y sobre la casa de la calle Velillos, se dice: “...qe esta ynabitable a causa deaverse undido un quarto con las aguas del ynbierno del año de mill setezos y ocho...” Asimismo, a menudo generaban gastos los frecuentes litigios que se derivaban de la cesión o herencia de la deuda.
 
Tenía la cofradía también 200 olivos en el sitio de los Rubiales, colindante con una finca de D. Miguel Criado y otra de D. Álvaro de Valenzuela. Este olivar también contaba con un censo en contra de María de la Higuera, que supuso un pleito en el año 1680 que se conserva en el archivo de la Cofradía. Este censo quedó redimido como hemos dicho anteriormente y probablemente sirviese para pagar en parte la lámpara de plata de la capilla de San Francisco.
 
Esta forma de obtener ingresos fue decayendo a partir de finales del siglo XVIII, especialmente por la incidencia de las leyes desamortizadoras emprendidas por los borbones para paliar la ingente deuda nacional. El primero de estos decretos que afectó de lleno a las cofradías fue la Ley 22 del rey Carlos IV, Real Decreto de 19 de septiembre de 1798, que ordenaba: “...he resuelto se enajenen (desposean de) los bienes raíces pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de misericordia, de reclusión y de expósitos, cofradías, memorias, obras pías y patronatos de legos, poniéndose los productos de estas ventas, así como los capitales de censos que se redimiesen pertenecientes a estos establecimientos y fundaciones, en mi Real Caja de Amortización bajo el interés anual del 3%, sin que por esto se entiendan extinguidas las prestaciones y demás derechos que correspondan a los patronos respectivos... ejecutándose las ventas...en pública subasta previa tasación...” . Aquí vemos al rey Carlos IV retratado por Francisco de Goya.
 
 
La cofradía, ciertamente acababa así un modo de financiarse que ya no volvería, porque el siglo XIX fue aún peor en lo que se refiere a enajenaciones del Estado, que finalmente terminaron en el Concordato con la Santa Sede del año 1851.
 
En especial los siglos XVI y XVII, fueron momentos en los que formaron parte de la nómina de hermanos de la cofradía un grupo de personas con gran poder económico. Igualmente fueron generosos en sus donaciones, de tal modo que estos censos sirvieron para mantener con cierto desahogo a la cofradía hasta el siglo XVIII.
 
Volveremos en otras entregas a tratar estos temas económicos en detalles como las donaciones para obras concretas, de tal modo que poco a poco entendamos mejor la idiosincrasia económica de nuestra cofradía y por extensión de las demás de Andújar en tiempos pasados.
 
 BIBLIOGRAFÍA.

ARAQUE JIMÉNEZ, E. y SÁNCHEZ MARTÍNEZ J. D. (2006): “La propiedad de los montes en Sierra Morena Occidental (Jaén), a través de algunas fuentes documentales”, Elucidario nº 1, Seminario Bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzelá, 175-236. 

DÍAZ DOMÍNGUEZ, M. (2005): Religiosidad popular en la ciudad de Moguer (1400-1936), Moguer.

GÓMEZ MARTÍNEZ, E. (1987): Los Niños Expósitos en Andújar, Córdoba.

RUEDA, I. (2005): “La orfebrería de la parroquia de San Bartolomé de Andújar”, Exposición “Ecclesia de Eucaristía, celebrada entre los días 23 de septiembre al 23 de octubre de 2005 en la parroquia de San Bartolomé Apóstol de Andújar. Año de la Eucaristía,  70-81.