lunes, 14 de julio de 2014

ASÍ VIERON NUESTRA ESTACIÓN DE PENITENCIA (PARTE 6ª)

Una de las primeras funciones que asumió la fotografía fue la del retrato. Los rostros son transmisores de una ciencia que contiene mucha más verdad que las palabras.
 
En esta tercera entrada sobre el trabajo de "Petit Julen" queremos llamar vuestra atención sobre uno de los mayores valores de este joven fotógrafo: su capacidad para captar el alma de la persona, sin posturas tomadas ante el objetivo.
 
"Petit Julen" evoluciona entre la bulla y deja que su figura pase desapercibida. Observa y define su objetivo. Mira a su alrededor, se deja llevar por el ambiente, interpreta las emociones, ¡en algunos casos, me atrevo a decir que las presiente! Es en ese momento en el que centra el visor y dispara.
 
Las composiciones se van sucediendo; el enfoque centrado pierde su importancia, se desplaza, surgen diagonales maravillosas. No hay segundos planos, todo contiene emoción, miradas dirigidas a puntos que, quien observa la fotografía, adivina al instante. Y es por ello que emocionan aún más estas imágenes, al sentir la emoción de la persona que mira, la actitud, la concentración ante el momento vivido.
 
Los rostros de nuestra Semana Santa entendidos por la maestría de un joven que da muestras de su profundo conocimiento del oficio y de una madurez que da para pensar en auténticas maravillas que han de seguir apareciendo, tal y como éstas con las que ahora os dejamos.
 









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