Juan Carlos Moreno Almenara
Hermano Mayor de Cofradía de la Santa Vera-Cruz, de Andújar
“Y mientras estaban allí (en Belén) le llegó el
tiempo del parto y dio a luz a su Hijo Primogénito, lo envolvió en pañales y lo
acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”.
Fotografía de nuestro hermano Maudilio Moreno Almenara
“Y
Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros”.
En el tiempo de Navidad los cristianos celebramos el
misterio de la manifestación del Señor; su humilde nacimiento en Belén de Judá,
su primera venida a este mundo, para redimir a la humanidad de la esclavitud
del pecado, expresión del infinito amor de Dios Padre por los seres humanos.
El Santísimo Nombre de Jesús entronizado en nuestra Casa de Hermandad
en la Navidad del año 2010, antes de ocupar su lugar en el retablo del
Señor de la Columna en nuestra parroquia.
Su duración abarca desde las vísperas del día 25 de
diciembre hasta el primer domingo después de la Epifanía, llamado también
domingo de septuagésima, entre dos y tres semanas.
Se desconoce la fecha histórica del Nacimiento de Jesucristo,
aunque algunos escritores sagrados y profanos a partir de Clemente de
Alejandría (150-215) la han hecho oscilar entre el 17 de diciembre y el 29 de
mayo. A principios del siglo II empezó a celebrarse en el Oriente en los
primeros días de enero y con preferencia el día 6, la fiesta de la Epifanía o
de las diversas manifestaciones del Señor, o sea, su Nacimiento, la Adoración
de los Reyes y su Bautismo, fiesta que se había impuesto, para el siglo IV, en
casi toda la Iglesia universal.
Cofrades de la Santa Vera-Cruz, de Andújar, durante la solemnidad de
San Juan Evangelita, en el año 2016, visitando la Casa-Hermandad
de la Cofradía Matriz de la Stma. Virgen de la Cabeza.
En la antigua Roma las celebraciones de Saturno durante la
semana del solsticio de invierno eran el acontecimiento social principal y
llegaban a su apogeo el 25 de diciembre con la fiesta del nacimiento del Sol
Invicto. Como en las sagradas escrituras no se recogía la fecha del nacimiento
de Cristo, el Papa Julio I en el año 350 desglosó de la fiesta de la Epifanía la memoria del Nacimiento de Cristo, verdadero
Sol de justicia, y la trasladó para la Iglesia latina a esa misma fecha con el
fin de hacer más fácil la conversión de los romanos al cristianismo sin necesidad
de abandonar sus festividades. Finalmente sería el Papa Liberio quien en el año
354 decretaría el 25 de diciembre como el día del nacimiento de Jesús de
Nazaret. Hacia el año 375, San Juan Crisóstomo la implantó en Antioquía de
donde pasó a Constantinopla, la primera mención de un banquete de Navidad en
tal fecha en esta ciudad data del año 379, bajo Gregorio Nacianceno; poco
después llegaría a Jerusalén y no sería hasta ya entrado el siglo V, por el año
430, cuando la fiesta del Nacimiento de Jesús alcanzó Alejandría , de donde se
extendió por toda la Iglesia de oriente.
La Navidad es un periodo de tiempo que discurre,
ininterrumpidamente, en torno al pesebre de Belén, en el que la Iglesia
contempla y celebra al Divino Niño Jesús, las primeras y solemnes
manifestaciones del mismo a los hombres y la alegría y excelencias de la
maternidad de María.
La Sagrada Familia entre sus banderas y encumbrada sobre
el dosel de cultos de nuestra Cofradía durante la Navidad del año 2016.
Del relato evangélico de Lucas (Lc 2, 1-21) se deduce que
Jesús nació en la humildad de un establo, en el seno de una familia pobre; unos
sencillos pastores son los primeros testigos de tan excepcional acontecimiento,
son primicia de Israel que acoge al Salvador, y es en esa pobreza donde se
manifiesta la Gloria del Cielo, el Hijo de Dios, que se solidariza con los
pobres porque “siendo rico se ha hecho pobre” para así enriquecernos en el
espíritu “por medio de su pobreza” (Cor 8,9), y se ha hecho hombre por nosotros
los hombres y por nuestra salvación.
Es precisamente en un clima de sencillez, de humildad,
de pobreza, de confianza en Dios y de solidaridad
en el que viene a nacer el “Enmanuel” (Dios con nosotros), valores que se
esconden en el misterio de la Navidad, aunque no son los únicos.
Nacimiento del Niño Dios, que cada año don Miguel Martínez
recrea en los salones parroquiales de la Divina Pastora, de Andújar (Jaén).
Alegría y paz, los
ángeles anuncian a los pastores que ha
nacido el Salvador del Mundo, “el Príncipe de la Paz” y cantan con alegría el
deseo de paz “Gloria a Dios en el Cielo y en la tierra paz a los hombres que Él
ama”, símbolos de la alegría y paz mesiánicas a las que aspira el ser humano.
El valor sagrado de la vida,
acontecimiento que se realiza en el parto de toda mujer y que en el de María ha
hecho visible y posible que el Verbo de la Vida haya venido a los hombres; y el
más importante de todos y sin el cual nada sería posible, pues de él surgen
todos los demás dones y valores, el amor
infinito de Dios, “Tanto amó (el Padre) al mundo que nos ha dado a su Hijo
único” (Jn 3,16).
“Hacerse niño” con relación a Dios es la condición para
entrar en el Reino (Mt 18, 3-4), para eso es necesario hacerse niño, como Jesús
en el pesebre; más todavía, es necesario “nacer de Dios” para hacerse hijos de
Dios (Jn 1, 12-13). El misterio de la Navidad se realiza en nosotros cuando
Cristo “toma forma” en nosotros (Ga 4, 19). Como afirmaban los santos padres la Navidad es el misterio por el que el
Verbo de hace carne para que el hombre pueda ser Hijo de Dios. El creador
del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de la Virgen María y, hecho
hombre sin concurso de varón, por obra del Espíritu Santo, nos da parte de su
divinidad.
Fotografía de nuestro hermano Jorge Rodríguez Toribio
La fiesta litúrgica de la Navidad se caracteriza por el uso
del color blanco, por la celebración de tres misas y la celebración nocturna de
maitines y laudes, antes y después respectivamente de la primera misa. Ésta hoy día se suele celebrar a media noche, pero
primitivamente en Roma lo era “ad galli cantum” al canto del gallo y
conmemoraba el nacimiento del Hijo de Dios en Belén, el canto litúrgico típico
de esta misa es el “Gloria in Excelsis”, entonado un día, en ese mismo momento,
por los ángeles del cielo. La Iglesia saluda su reaparición en la liturgia,
después de haberse privado de él durante el adviento, con alborozados repiques
de campana; la segunda misa al despuntar la aurora que conmemoraba la adoración
de los pastores, primicia de Israel y la tercera en pleno día conmemoraba la
adoración de los magos, primicia de los gentiles y su manifestación a todo el
mundo.
El uso de las tres misas debió empezar en Roma durante el
siglo V pues en el siguiente ya aludía a él el papa San Gregorio el Magno.
Desde entonces, todos los sacerdotes pueden celebrar ese día tres misas; pero
los fieles tan sólo pueden comulgar una vez y satisfacen el precepto asistiendo
a cualquiera de ellas.
En la Edad Media, después de la Misa del Gallo y antes de
Laudes se representaba en muchas iglesias el Oficio de los Pastores, que era
una representación escénica el nacimiento del Niño Jesús.
Nuestro hermano Miguel Ángel Moreno Almenara
recreó este Nacimiento del Niño Dios en nuestra Casa-Hermandad
en el año 2013.
¡PUREZA JUNTO A PUREZA!
Durante la octava de Navidad, el día 27 de diciembre, la
Iglesia recuerda a San Juan Evangelista, quien tuvo la inmensa dicha de ser el
discípulo más amado por Jesús, su nombre significa “Dios es Misericordioso”,
era nativo de Galilea e hijo de Zebedeo, escribió el cuarto Evangelio, el libro
del Apocalipsis y algunas Epístolas; se encontraba remendando las redes a la
orilla del lago de Genesaret, junto a su hermano Santiago “el Mayor” y sus
compañeros Simón y Andrés cuando el Señor pasó cerca de ellos y les ofreció
hacer de ellos “pescadores de almas”.
También durante la octava el misal señala, en clara relación
con el nacimiento de Jesús, para el 28 de diciembre la conmemoración del
martirio de los Santos Inocentes cuya sangre fue derramada a causa del rechazo
y la animadversión del rey Herodes hacia Jesús, en este día la Iglesia en señal
de duelo usa los ornamentos morados y suprime en la misa el gloria, el aleluya y el ite missa est.
A lo largo de los siglos y en todo momento la octava de
Navidad ha sido de extraordinario regocijo y además de conmemorar la Matanza de
los Santos Inocentes la Iglesia también conmemora, el domingo dentro de la
octava, la fiesta de la Sagrada Familia, en la que se celebra el santo núcleo
familiar en el que “Jesús crecía en sabiduría, edad y gracia ante Dios y los
hombres” (Lc 2, 52); finalizaba ésta el 1 de enero con alusiones especiales en
la liturgia a la maternidad de la Santísima Virgen María; pero no era día de
fiesta, por el contrario si lo era en el ámbito pagano que celebraba en ese día
al dios Jano, la Iglesia en desagravio de estas fiestas paganas de año nuevo
prescribió, primero preces públicas de penitencia, y luego contrapuso la fiesta
de la Circuncisión del Niño Jesús al octavo día de su nacimiento (Lc 2, 21),
este acontecimiento es señal de la inserción de Cristo en la descendencia de
Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley y de su
consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su vida;
para finalmente aunar en un mismo oficio y festividad las tres conmemoraciones:
el de la Octava de Navidad, el de la Maternidad de María y el de la
Circuncisión, que es la que con carácter preceptivo celebramos hoy día para santificar
con ella la entrada del nuevo año civil.
Misa de acción de gracias tras la bendición litúrgica
de Nuestra Señora de los Dolores y San Juan Evangelista,
en febrero de 2006.
Entre la Circuncisión y la Epifanía el 3 de enero la Iglesia
celebra el día del Santísimo Nombre de Jesús, que significa “Dios es Salvación”.
Invocado por los fieles desde comienzos de la Iglesia, comenzó a ser venerado
en las celebraciones litúrgicas en el siglo XIV. Los franciscanos y entre ellos
San Bernardino de Siena propagaron el culto del Nombre de Jesús. En 1530 el
papa Clemente VII concedió por primera vez a la orden franciscana la
celebración del Oficio del Santísimo Nombre de Jesús.
Santísimo Nombre de Jesús, de nuestra Cofradía
El 6 de enero la Epifanía que es la manifestación de Jesús
como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del Mundo (Mt 2, 1-11). La
Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos “magos” venidos de oriente. En
estos “magos” representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el
evangelio de las primicias de la naciones que acogen, por la Encarnación, la
buena nueva de la salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para “rendir
homenaje al Rey de los Judíos” muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica
de la estrella de David, al que será el rey de la naciones, su venida significa
que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y
Salvador del Mundo sino volviéndose hacia los judíos y recibiendo de ellos su
promesa mesiánica tal como está contenida en el Antiguo Testamento.
Visita del heraldo real a la Casa-Hermandad de nuestra Cofradía,
CASA-PILATO, decana entre las casas de hermandad de Andújar.
El domingo dentro de la octava de la Epifanía la iglesia
conmemora el Bautismo de Jesús en el rio Jordán. En este misterio contemplamos
la primera manifestación pública de Jesús ya adulto. Los relatos de la vida de Jesús
señalan su bautismo como la inauguración de su vida pública y además es la gran
teofanía o manifestación de Dios en que
por primera vez se revela el misterio de la Trinidad. Las tres divinas personas
se hacen presentes: El Hijo en la
persona de Jesús; el Espíritu Santo en forma de paloma que se posa suavemente
sobre su cabeza; el padre mediante la voz de lo alto: “Este es mi Hijo, el
amado, mi predilecto, en quien me complazco” (Mt 3, 13-17), que proclama la
filiación divina de Jesús y lo acredita como su enviado.
"Bautismo de Cristo", realizado por maese Luis Aldehuela Gómez
que se encuentra en la capilla bautismal del templo parroquial
de San Bartolomé Apóstol, de Andújar (Jaén).
Nuestra Señora de los Dolores junto a San Juan Evangelista
en el Baptisterio de nuestra sede canónica, dispuestos para recibir
la veneración de su cuadrilla costalera en la primera "igualá" del año 2013.
Bautismo de Jesús, bautismo de los cristianos; no se trata
de simple agua natural se trata de un agua que lleva dentro el fuego del
Espíritu Santo, que nos transfigura haciéndonos Hijos de Dios.
Al reflexionar sobre el Bautismo de Jesús, comprendemos
mejor que aquel Niño que contemplamos en Belén y que fue presentado ante los
pueblos por medio de una estrella, ha de ejercer una misión en nombre de Dios,
y que sobre el reposa toda la confianza del Padre y toda la fuerza del Espíritu
Santo. Más aún, si en Navidad contemplamos al Verbo Encarnado, ahora se
manifiesta todo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Dios se implica en la
historia de la humanidad.