Maudilio Moreno Almenara
El nacimiento de
la cofradía de los Dolores del Carmen lo conocemos por un documento que figura
en su primer libro de cabildos. Se trata de una carta de hermandad de la
Provincia de San Juan Bautista de carmelitas descalzos de Andalucía la Baja.
Es un impreso tipo de la orden
al que se añadieron tan sólo algunas frases específicas, en concreto el nombre
del padre provincial: “Fray Joseph de San Antonio”, después se dispuso: Atendiendo a la piedad, y devoción de “Manuel Lopez Campanario hermano maior y a
toda la cofradia de la V. de los Dolores” y por último la fecha: “En
onze días de El Mes de Junio de 1718 años” y la firma del provincial junto con el sello carmelita.
Así daba comienzo la Hermandad de los Dolores del Carmen, una de
nuestras cofradías históricas -orgullo de Andújar- que en tan sólo dos años
celebrará su 300 aniversario, hecho histórico que sin duda merecería una más
que magnífica festividad.
Sirva pues de antesala de esta efemérides el humilde homenaje que la
cofradía de la Santa Vera Cruz le hace a esta hermandad con estos artículos,
con nuestra historia común y con el cariño y corazón ganados.
El primer cabildo se celebró el día 2 de febrero de 1720 con el fin de
designar cargos para la Junta de Gobierno. Se eligió como hermano mayor a
Francisco Rubio, fiscales a Antonio Portillo y Juan Castellano, comisarios de
cuentas a Isidro Martínez y Manuel García, enfermeros a Manuel García y Tomás
de Aldehuela y enterradores a Luis Jedeón y Juan Cebrián.
Llama la atención que en este primer cabildo se ofreció el licenciado
Francisco Martínez de Zeleda como “...hermo exclavo desta hermd Y que respecto de tener
rosario en este Convto todos los dias de nra. Sª, se obligaria a
benir a ofrezerlos y asistir a otras qualesquier operazon que
pudiese...” a cambio de que “....se le acudiese a su entierro como a
qualquier exclavo...”.
En 1723 y una vez aprobadas sus reglas, salió por primera vez en
procesión, siendo gobernador Antonio Portillo que anteriormente había sido
fiscal. A partir de entonces la vida de la cofradía se desarrolló con una
normalidad palmaria, saliendo en procesión, conviviendo con los frailes del
convento en el que tenían sede y con el que estaban hermanados y celebrando sus
misas ordinarias. Los primeros cabildos tuvieron lugar ante una representación
de la Cofradía de la Santa Vera Cruz y otra de la de la Humildad de Mínimas,
ambas hermanadas, y que actuaban como “madrinas”, asesorando y velando por su
acreditada experiencia en estos primeros pasos de la nueva corporación
penitencial.
En estos primeros cabildos, en concreto en 1729, se admitió la donación
de un rosario de coral rojo y filigrana de plata con tres medallas por los
devotos de Nuestra Señora de los Dolores: Juan Fuentes, María de Mena y Micaela
Cantero. El rosario aparece en un lienzo conservado en su capilla de Santa
María y sabemos que “...se acordo
pr esta cofradía se les asista pr hella a sus entierros...”, es decir, en señal de agradecimiento
por la presea recibida, la cofradía aprobó asumir los gastos por misas en los
entierros de los tres devotos. No sería el único regalo que se le haría a la
excelsa Virgen de los Dolores del Carmen. Sabemos no sólo de otros generosos
donativos a la imagen merced a su honda devoción popular, sino también y por
igual causa, que el mismísimo Ayuntamiento llegase a solicitar que la imagen
procesionase en rogativas por falta de lluvia en el año 1773 junto con el Señor
de la Columna de Santiago (TORRES, 1981), 358), que ya lo había hecho en
solitario en 1723, 1730 y 1771.
Pero como veremos a continuación esta imagen no debió pertenecer a la
cofradía o al menos no fue pagada por ella. El dato lo conocemos por un inventario
especial redactado a comienzos del año 1723 como consecuencia de la petición
formulada por el visitador del Obispado, el Licenciado D. Francisco Antonio
Gómez, abogado del Consejo de su Majestad. El visitador firmó en el libro de
cabildos de la cofradía en señal de conformidad y entre sus cometidos con esta
inspección estaba tomar cuentas a la iglesia parroquial de Santa María la
Mayor, así como a los conventos y ermitas que se encontraban en su feligresía.
Llama la atención que a pesar de que el resto de enseres e imágenes está
tasado, es decir, figura su precio, en el caso de la Virgen de los Dolores no
consta valoración alguna, lo que parece apuntar a que bien fue donada por
Manuel López Campanario, su primer hermano mayor, bien fueron los frailes quienes
sufragaron su coste.
Lo que parece no tener duda
alguna es que debió ser una escultura de los Mora, de extraordinaria belleza e
introspección, sedente, con manos entrelazadas sobre el pecho y de tamaño algo
menor que el natural. Fue realizada hacia 1718, aunque no sabemos si incluso
pudo ser gubiada unos años antes. No es de extrañar que una imagen de estas
características lograse rápidamente una enorme devoción.
La advocación de los Dolores, en esta configuración sedente también la
encontramos en Écija, igualmente en los carmelitas descalzos, lo que nos hace
pensar que fue una devoción impulsada por esta orden.
No debió ser la única imagen de esta corporación, en origen del
Miércoles Santo, que salió de las expertas manos de esta familia dedicada a la
imaginería. Por fotografías antiguas puede advertirse igualmente que el antiguo
Cristo de la Paciencia guardaba toda la estética y estilo de los Mora, lo que
favoreció su no menos importante devoción. En cuanto al rostro, es con
claridad el rasgo más característico que permite atribuir la imagen al círculo
de los Mora: cejas muy alargadas, mirada profunda llena de ascetismo, bigote
escaso, boca entreabierta, nariz recta y fina, orejas ligeramente despegadas,
pómulos marcados y barba poco poblada salvo en la barbilla, que además se parte
en dos. Desde luego que no ayuda el ángulo de la fotografía en el análisis del
rostro, sin embargo, parece más que suficiente para adjudicarle un origen en el
taller de los Mora, quizás a Diego de Mora. La imagen hubo de tallarse hacia
1726-1727.
El Señor
de la Misericordia, conocido como Jesús Caído, desapareció en la Guerra Civil
como las dos imágenes anteriores. Sin embargo, Collaut Valera debió inspirarse
en alguna fotografía anterior a la contienda civil que hoy por hoy no
conocemos. Planteamos esta hipótesis en virtud del aire que tiene la actual
imagen, que parece inspirada en su rostro en la escuela granadina de escultura
del siglo XVIII. Con todo ello parece razonable pensar que la mayoría de las
imágenes de esta cofradía, si no su totalidad, debieron ser encargadas en la
ciudad de la Alhambra durante la primera mitad del siglo XVIII. Sabemos que en
1723 ya contaba con seis titulares, no figurando aún ni el Señor de la
Misericordia (realizado hacia 1732) ni el Cristo de la Paciencia:
Ynbentario de los vienes de la Cofradía de Nuestra
Señora de los dolores sita en el Convto de Nra. Señora del Carmen de
esta Ciudad de Anduxar. La Ymagen de Ntra. Señora de los dolores. Un
manto de felpa azul aforrado en tafetan azul, su balor Mill y zien Rs.
Una bandera de tafetan a musgo Con la cruz blanca de tafetan blanco trescientos
y cinquenta Rs. Un gallardete negro Con su targeta para los entierros 100. Unas
andas quinientos y quarenta Rs. Un zetro y tres Cruzes cinquenta Rs. Un libro
de Cavildos veinte Rs. dos escudos, uno de la orden y otro de Nra. Señora de
los dolores treinta Rs. Una arca cinquenta Rs. Nuebe Jubileos perpetuos.....(esta
parte es prácticamente ilegible por la humedad). Una carta de hermandad
veinte Rs. Un trono para quando se descubra el Ssmo treinta Rs. Una
ymagen de Nro. Pe S. Elías quatroçientos y cinqª Rs. Un
gallardete de Color de Cobre con su escudo Cruz y bara ziento y cinquenta Rs.
Una arca cinquenta Rs. Mas veinte y dos libras de zera a siete Rs. Mas treinta
Rs. de quatro horquillas. Mas un zetro treinta Rs. Una ymagen de
Jesús de la entrada de Jerusalén trescientos y sesenta Rs. Una tunica de
felpa morada con estrellas de plata, y ribeteada con galon fino de oro
quatrocientos Rs. Unas potencias de plata, y una capa de tafetán blanco 110. Una
ymagen de Jesús preso. Su manto quatrozientos y cinquenta Rs. Una tunica de
felpa morada su manto quatro cientos y ochenta Rs. Una tunica de tafetan morado
Y un velo ciento y treinta Rs. Una ymagen de S. Pedro quatrocientos
y cinquenta Rs. Una tunica y manto cien Rs. Una ymagen de S. Juan quatro
Cientos y cinquenta Rs. Un escudo treinta Rs. Aquí prosigue el gasto de la
cofradía. Una arca cinquenta Rs. Una Cruz de plata de cinqueta Rs. Unas andas
cinquenta Rs. Una arca Con tres zerraduras cien Rs. Un gallardete con su
targeta Cruz y bara 160. Veinte libras de zera a siete Rs. Un pelicano treinta
Rs. Un zetro quinze Rs. (Diez y nueve libras) de zera a siete Rs...."
Además de estas seis imágenes,
cada una presidiendo su respectiva escuadra, poco después llegarían otras dos:
las mencionadas del Cristo de la Paciencia y la de Jesús Caído o de la
Misericordia. Si bien en los primeros años se instituyó la escuadra de la Cena
o de los Sacramentos, ésta desapareció en el año 1732. Curiosamente al año
siguiente se fundó la escuadra de Jesús de la Humildad, que según figura en el
cabildo de salida celebrado el día 1 de marzo de 1733 fue el nombre que en
origen tuvo la imagen de Jesús Caído: “La insignia de la Humildad se Encarga
a su Ermano maior y Ermandad, se entiende de Jesús Caído”. Esta imagen poco
después fue llamado ya Señor de la Misericordia y así seguiría durante años. La
advocación de Jesús Caído fue habitual en los conventos carmelitas. Así, la
imagen de Jesús de Penas que procesiona en Sevilla cada Lunes Santo procede del
claustro del Convento Casa Grande (CARRERO, 2000, 31-33), Jesús Caído de
Córdoba tiene su sede en el Convento de San José, también llamado de San
Cayetano (Carmelitas)...
Es muy probable que la antigua
escuadra de la Cena o los Sacramentos fuese sustituida por la de Jesús Caído.
En una lista de hermanos del siglo XVIII de la cofradía de los Dolores del
Carmen queda tachado el nombre de “La Cena”, apareciendo en su lugar “el
Señor Caído”, lo que parece confirmar su ubicación en la capilla
sacramental del antiguo convento del Carmen.
Coincide también con esta
anotación la opinión de Palomino León, quien deduce por una manda testamentaria
del año 1803 de María Flora Orozco que la imagen del Señor de la Misericordia
se encontraba en la capilla del Sagrario, ya que la testadora mandó una arroba
de aceite para iluminar la lámpara del Santísimo Sacramento y Señor de la
Misericordia (PALOMINO, 2003, 187), pareciendo indicar que eran la misma.
Años más tarde, ya en el año
1771, encontramos una nueva escuadra: la del Niño Jesús de los Dolores, que no
sabemos si salía en procesión, con lo cual está claro que fueron nueve las
escuadras que conformaron la cofradía, siendo con diferencia la que más
hermandades tuvo en Andújar. Lo vemos aquí en una pequeña hornacina bajo la
Virgen, en su mismo retablo, cuando éste ya estaba trasladado a la parroquia de
Santa María la Mayor.
El dato sobre esta pequeña
imagen lo encontramos en ciertas protestas elevadas a la cofradía por el prior
del convento de los carmelitas, Miguel de la Asunción, que en nombre de su
comunidad hacía valer el derecho de los frailes en las votaciones de los
cabildos a elección de gobernador. La razón es que muchos religiosos del
convento eran hermanos con voz y voto de la hermandad o escuadra del Niño Jesús
de los Dolores: “...pues debiera saber, lo uno, que muchos relixiosos de mi
Communidad, son hermans, de dha Cofradía y hermandad de el Niño Js.
De los Dolores, a ella Yncorporada...”. En otra parte del documento se
aclara: “...la Cofradía de Nª Sª de los Dolores, sita en el referido
Combento, a que tiene Union, la esquadra o hermandad, de el Niño Js, de
el mismo titulo (Niño Jesús de los Dolores)...”. Se conserva una fotografía
de este Niño Jesús pasionista, ya que se pasó a la parroquia de Santa María
tras la Desamortización, recibiendo culto en una pequeña hornacina en el
retablo de la Santísima Virgen de los Dolores. En el inventario de 1885 de
dicha iglesia se indica cuando se describe el retablo de la Virgen: “...y
debajo de la Virgen, el Niño de los Dolores con una cristalerita, con
cruz, potencia y canastillo de plata. El altar está completo y surtido de todo
lo necesario y las ropas de la Virgen y manteles están a cargo de la Señora
Condesa de Gracia Real...” (RUBIO, 2002, 137).
Pero fue sin duda la Santísima
Virgen de los Dolores la que logró reunir un ajuar más espectacular, preseas
que salvo la Santísima Virgen de la Cabeza, ninguna otra imagen tuvo en nuestra
ciudad.
Así, a fines del siglo XVIII, en concreto en 1796, se encargó un trono de plata para la Virgen de los Dolores al platero Miguel de Guzmán Sánchez, merced a la voluntad, vía testamentaria, del legado de un tercio de los bienes de Dª María de Illescas Verdejo (PALOMINO, 2003, 189). El platero Miguel de Guzmán gozó de una enorme fama en toda España. Una de sus obras más logradas es el soberbio sepulcro de San Juan de Dios en su basílica de Granada.
En 1735 Dª Beatriz de Piédrola
le había regalado un rostrillo de oro engastado con diamantes, esmeraldas y
perlas (IBID., 2003, 188). También se aprecia en el lienzo que
actualmente está en su capilla un magnífico corazón de joyería que parece
estuvo cuajado de rubíes. Además, tuvo una luna y resplandor de plata y una
magnífica peana de madera de palosanto con cuatro medallones de plata donde se
representaron escenas de la Pasión. La peana fue terminada en 1735 según un
cabildo celebrado el 28 de agosto de dicho año: “... por averse zelebrado oi dicho dia la fiesta tiular, â causa de no averse
acavado el trono de Nuestra Señora para el dia prevenido por el estatuto, asta
oi que se a echo la colocazon...” En 1803, Dª María Flora Orozco legaba en
su testamento 100 reales a la imagen de los Dolores para su adorno (IBID.,
2003, 49).
En estos momentos iniciales de
la cofradía el número de hermanos fue creciendo rápidamente. En las listas que
figuran en el primer libro de cabildos y que han de corresponder con el periodo
comprendido entre 1720 y 1735 aproximadamente, se distribuyen de la siguiente
manera: 110 hermanos de Nuestra Señora de los Dolores, 24 de San Juan, 30
hermanos de San Pedro, 41 hermanos de la Paciencia, 36 hermanos del
Prendimiento, 38 hermanos de la Entrada en Jerusalén, 58 hermanos de San Elías,
37 hermanos del Señor Caído, a los que hay que sumar 18 soldados romanos y 17
hermanos de azote, es decir, de sangre. Es evidente por este reparto de
hermanos de la cofradía cuya historia analizamos que su carácter fue netamente
mariano pues la escuadra de la Santísima Virgen duplicaba en número a la
siguiente.
La suma total de todos ellos
es de 398 hermanos, aunque se observan tachaduras y cruces en el margen que
indican que algunos de ellos habían fallecido mientras otros seguían siendo
hermanos. Con ello queremos indicar que en estas fechas la cofradía no tenía
398 hermanos simultáneos, aunque la relación total de nombres suma esta
cantidad. Estimamos que entre los que se dieron de baja y los que fallecían, la
media de hermanos de la cofradía sería de algo más de 300, que para la fecha y
el poco tiempo que llevaba de trayectoria la corporación es una cantidad
importante.
Pero veamos a continuación lo
que actualmente sabemos del desarrollo de las obras y decoración de la iglesia
tras el incendio producido en la noche del 9 de junio del año 1708 (TORRES,
1981, 229), que obligó a reformar buena parte del convento. La primera noticia
es del día 7 de octubre de 1726, cuando el Ayuntamiento concedió una limosna de
1.000 reales para las obras de la iglesia del convento de Carmelitas, que amenazaba
ruina al estar interrumpidas por falta de dinero, haciéndose también una
suscripción particular entre los regidores y jurados para dicho fin (IBID.,
1981, 266). Con esta aportación al menos el recinto sacro debió culminarse en
su totalidad. Un año más tarde, en concreto el día 25 de Agosto de 1727 el
Ayuntamiento concedió al prior del convento de los carmelitas licencia para
celebrar en el Mercado un festejo de toros en beneficio de la capilla que se
estaba edificando a Ntra. Sra. de los Dolores (IBID., 1981, 269). Esta
capilla no debió ser tal sino un arco en el que se dispuso el retablo y la
imagen, junto al altar mayor. Las obras de la “capilla” fueron fulminantes, de
ahí que pensemos que era un mero arco embebido en la pared, iniciándose de forma
inmediata la ejecución del retablo. Abunda en esta hipótesis el hecho de que en
1756 el presbítero D. Luis Gabriel de Casas y Lara pidiese ser enterrado en el
convento del Carmen “...como a dos varas frente del altar y ymajen de
Nuestra Señora de los Dolores...” (PALOMINO, 2003, 190).
El retablo debió comenzarse
hacia 1727, aunque poco más tarde quedó inacabado tal y como se anotó en el
cabildo celebrado el día 26 del mes de noviembre de 1730: “... bien sabe Y
le Consta se principió el retablo del altar de Nuestra Sra y el
altífize qe lo Executava se ausento desta dcha Ciudad Y siendo
presiso se Continue asta fenecerlo según La planta qe está aprobada...”
Fue en el mismo cabildo cuando
la cofradía acordó “...se Continue dho Retablo Y para hello se ajuste con
Mateo Primo Mo de arquitetura para qe lo ejecute según
dha planta; En cuio Estado pareció el dho Mateo primo En este Cavildo Y se
Ajusto Con el susodho q. dándole mill y quinientos rs, y la madera qe
fuere necesaria se obligara en toda forma a Azer el referido retablo asta
dejarle perfectamente Acabado Y Estando pte El dho Mateo Primo
ofrecio azer el referido retablo en la forma qe esta Executado asta
quí En cuia Conformidad qedo perfeccionado dho ajuste Entre dha
Cofradía Y el dho Mateo Primo...”. El mismo retablista firmó en el acta del
cabildo tal y como se aprecia en la fotografía inferior.
Mateo Primo, retablista oriundo de Alcalá la Real como
el insigne Martínez Montañés, estaría en el convento realizando el retablo
mayor por aquellos momentos, ya que se encontraba en Andújar como demuestra
este documento. Tanto él como su hijo Antonio Primo de la Rosa habitaron en
nuestra ciudad durante años, llegando el segundo a contraer matrimonio con 22
años de edad aquí, el día 14 de enero de 1731 con Teodora María Garrote,
andujareña, en la iglesia parroquial de San Bartolomé (FRÍAS, 1999, 180). Su
hijo Antonio Primo Garrote fue también escultor y nació en nuestra ciudad,
aunque marchó a la villa y corte donde dejó buena parte de su obra. Es el autor
de la famosa “Fuente de la Alcachofa” en Madrid.
El retablo no quedó concluido
hasta mediados de 1733 siendo ésta la razón por la que el cabildo de reelección
de gobernador, que debía convocarse el tercer domingo de mayo de ese año, se
pospuso hasta el día 25 de Octubre “...Cavdo para la reelección
de Gobernador pr que ... se avia de celebrar el Terzer domo
de Maio Proximo Pasado del qual No se a executado hasta oy, de la fha. Pr
averse estado aguardando Se acabase el retablo de nra. Sa de los
Dolores Como Con efecto esta Acavado...”. No debió ser fácil para la
cofradía acometer esta obra pues en paralelo se venía ya trabajando en la
siguiente capilla para otra imagen de la cofradía: la del Cristo de la
Paciencia.
Así, un año antes, en concreto
el 11 de Mayo de 1732 ya se habría realizado el arco que debía cobijar un nuevo
retablo, tal y como se informó en el cabildo celebrado ese día: “..En este
Cavildo se vio la qta tomada a los Ermanos Po perez de la
obra q. se hizo En la Capilla del Sr. dela pazienzia por los hos D.
Pedro Rodríguez Y Alonso tirado Comisarios en la que resulta de Alcanze Contra
dha Cofradía y A favor del dho Po perez En siento y quarenta Y seis
Reales Vn y se le a de dar y pagar Nobenta Rs por aver
perdonado lo demas, lo que le pague el Nuevo Gobernador (José Guerrero)
y asi se acordo...” Como vemos el montante de la obra no fue elevado, de
ahí que se tratase tan sólo de la construcción de un arco lateral que
albergaría el siguiente retablo. La cofradía aún debió encargar varios retablos
más, ya que contó con un crecido número de imágenes, como hemos visto.
El retablo mayor fue realizado
también por Mateo Primo en colaboración con su hijo Antonio Primo y debió estar
dedicado a San José, cuya imagen pudo ser una conservada hasta la Guerra Civil
en la parroquia de Santa María. Las fotografías de la Fototeca de la
Universidad de Sevilla son un auténtico tesoro que nos muestran estas imágenes
hoy desaparecidas, cuando ya estaban en la parroquia de Santa María.
A través del expediente
matrimonial de Antonio Primo, documento interesantísimo iniciado el día 26 de
Agosto de 1730 y cerrado el día 5 de enero de 1731, él mismo indica entre otras
cosas, que era natural de Alcalá la Real y que allí se mantuvo hasta 1720.
Entre 1720 y 1722 estuvo en Baena trabajando con su padre. Desde 1722 hasta
1726 vivió en Andújar ejecutando diferentes obras. Entre 1726 y finales de 1729
volvió a Baena y a principios del año 1730 regresó a Andújar para iniciar otra
obra (FRÍAS, 1999, 179), que creemos fue el retablo mayor del convento del
Carmen. Debió ser su matrimonio lo que hizo que este taller itinerante se
mantuviese en Andújar durante años.
Sabemos que en 1738 Antonio
Primo estaba ejecutando el retablo de las carmelitas descalzas de Lucena siguiendo
las trazas del retablo mayor del Carmen de Andújar (RAYA, 1987, 112), por lo
que su aspecto nos ilustra cómo debió ser la cabecera del convento andujareño.
El retablo lucentino es de cascarón con estípites que enmarcan tres calles, la
central presidida por el patriarca Señor San José.
En 1747 se sabe que construyó
el retablo mayor del convento del Carmen de Antequera en colaboración con el
escultor José de Medina, autor del Cristo de la Expiración de Jaén entre otras
obras.
El cancel de San Miguel sería
una obra relativamente temprana, posteriormente construiría el retablo del
Cristo de la Columna cuya decoración en yeso quedó finalizada en 1733.
Otra obra muy próxima al
maestro es el soberbio camarín del Cristo de los Llanos de Baños de la Encina,
edificado en 1744.
Para poder finalizar el
retablo se buscó la influencia del segundo marqués del Cerro de la Virgen de la
Cabeza, D. José de Tavira Ossorio Zaldívar y Landauri, cuyo linaje logró
como casa principal el castillo de Andújar. El hecho tuvo lugar en el cabildo celebrado el día 19 de Mayo de 1731
cuando se le nombró protector de la cofradía: “...En este Cavildo se
rrezivio por protector de esta Cofradía a Dn Joseph de Tavera
Marques del Zerro de la Caveza, no obstante serlo de ella Dn Luis de
Albarrazín quien a de ttener la primazia en ella como tal protector anttiguo
desde la fundazon de esta Cofradía y despues el dho Marques en
segundo lugar y Grado...” En este sentido hemos de recordar que los
Albarracín eran además patronos de la capilla mayor del convento del Carmen
(PALOMINO, 2003, 187) por lo que no es extraño que fuesen protectores
igualmente de la cofradía desde su fundación, acaecida en el año 1718. El
nombramiento como segundo protector de la cofradía del Marqués del Cerro de la
Cabeza fue consecuencia de su buen hacer a la hora de recoger donativos para
sufragar el retablo de la Santísima Virgen de los Dolores. La licencia para
pedir limosna para la obra había tenido lugar en el cabildo celebrado por la
cofradía el 26 de noviembre de 1730: “...Se Acordo se nombrasen Por
comisarios para la asistencia a persevir las limosnas de los fieles y de la qe
se diese por la Cofradía a los hos D. Po Rodríguez,
Estevan Navarro Y Antonio de Robles Y para que le paguen Y salgan Con el Sr.
Marques del Serro de la Cabeza a pedir para dha obra Con la obligación de dar
quenta de lo qe percibieren...”
Hemos visto ya en esta primera
entrega sobre la historia de la cofradía de la Virgen de los Dolores del Carmen
la gran pujanza de esta corporación durante la primera mitad del siglo XVIII.
En pocos años logró un patrimonio extraordinario, convirtiéndose en un
referente del cenobio carmelita. Fueron protagonistas en este proceso sus
gobernadores, impulsores junto con sus respectivas juntas de gobierno de su nacimiento y que a mediados del siglo XVIII
estuviese ya plenamente consolidada en nuestra Semana Santa.
BIBLIOGRAFÍA.
CARRERO RODRÍGUEZ, J. (2000): La Hermandad de Las
Penas. Su Historia, Sevilla.
FRÍAS MARÍN, R. (1999): “El expediente matrimonial del
retablista Antonio Primo”, Senda de los Huertos, nos 55-56,
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PALOMINO LEÓN,
J. A. (2003): Ermitas, Capillas y Oratorios de Andújar y su término,
Jaén.
PEREZ GARCÍA, L. P. (2000): Andújar y el largo siglo
XIX, Jaén.
RAYA RAYA, Mª A.
(1987): Retablo barroco cordobés, Córdoba.
RUBIO FERNÁNDEZ,
J. (2002): Santa María la Mayor de Andújar. Datos para la historia de una
parroquia, Andújar (Jaén).
TORRES LAGUNA,
C. (1981): Andújar a través de sus
actas capitulares (1600-1850), Jaén.
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