Maudilio Moreno Almenara
Una de las cofradías más importantes de Andújar en
el siglo XVIII fue la del Cristo de la Columna de la suprimida iglesia de
Santiago de Andújar. La fundó el presbítero D. Bartolomé Berdejo y Cabrero,
quien también redactó sus estatutos, aprobados el día 22 de Abril de 1674
(TORRES, 1956, 282). La imagen existía con antelación, y fue concebida como
pieza de retablo, pues su parte posterior está tratada toscamente. El retablo
que tuvo por estas fechas de fundación debió ser el que aparece en un magnífico
grabado realizado por el afamado pintor cordobés Antonio Palomino, y del que se
conservan, que sepamos dos copias: una en la Biblioteca Nacional de Madrid y
otra en el Archivo de la Real Maestranza de Ronda. No está fechado, aunque se
menciona al Cardenal Astorga, o lo que es lo mismo, a D. Diego de Astorga y
Céspedes, que alcanzó este rango en el año 1727.
El grabado,
no obstante, debería estar realizado un poco antes, pues el pintor Antonio
Palomino, natural de Bujalance (Córdoba), murió en Madrid en 1726.
Aparece en él la imagen con faldellín sobrepuesto,
anudado a un lado y abarcando incluso la columna, pues al quedar la cadera de
la imagen pegada al símbolo de la Pasión, resultaba imposible hacerlo de otro
modo.
La hornacina representada debió ser de madera, con
gran venera en la parte superior y decoración barroca en el fondo y en los
laterales.
Ya unos años antes de la aprobación de sus
estatutos, salía en procesión el Domingo de Pasión,[1] es
decir, fue la devoción en torno a esta imagen la que favoreció la organización
de la cofradía. El Cristo de la Columna de Santiago tenía fama de milagroso y
fue frecuente que se sacara en rogativas, especialmente cuando había sequía.
Entre otros años hay constancia de salidas extraordinarias en 1651, 1652, 1675,
1720 y 1771 (PALOMINO, 1998, 56).
El autor de tan impresionante talla se desconoce.
Sin embargo, Domínguez Cubero la sitúa en la órbita de Jerónimo Quijano (RUBIO,
2002, 111). La imagen fue restaurada por José Luis Ojeda en 1997 dentro de un
proyecto financiado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía
(OJEDA, 2003). En la actualidad se conserva en la iglesia de Santa María la
Mayor, en concreto en la capilla de la familia Reinoso, ubicada al fondo de la
nave del Evangelio.
De la cofradía se conservan sus estatutos
fundacionales, en los que se especifica que había dos clases de hermanos: los
denominados “fundadores”, cuyo número no podía exceder de 33 y habían de pagar
para formar parte de ella, 40 reales y dos libras de cera y los “esclavos”, que
pagaban un real al inscribirse y un cuarto de real cada sábado. Estas
diferencias se traducían igualmente en su entierro, pues los hermanos
fundadores tenían derecho a ocho misas y los esclavos sólo a cuatro. La
estructura organizativa estaba formada al menos por un Hermano Mayor, un
Secretario y varios diputados.
El extracto social de los
hermanos, en especial de los “fundadores”, era tanto eclesiástico como seglar.
De este último grupo destacan su alto nivel social, pues fueron hermanos
mayores de la cofradía algunos de los principales títulos nobiliarios de
Andújar, como el Marqués de la Merced, de Bilanos, del Contadero, de
Torremayor... (TORRES, 1956, 282-283). Todo ello debió incidir en que la
cofradía gestionase importantes recursos económicos, lo que se tradujo, durante
el siglo XVIII, en la construcción de una impresionante capilla, actualmente
conservada y en la que destaca su soberbio camarín.
Esta capilla se adosó a la nave
del Evangelio, siguiendo su misma orientación, con un portillo a los pies que
hoy en día permanece cegado. Se comunicaba interiormente con la iglesia a
través de dos arcos: uno situado junto al retablo y que contó con una reja baja
a modo de baranda y el otro más alejado del altar mayor que quedaba cerrado por
la magnífica reja que hoy, trasladada a la iglesia de Santa María, está
instalada en la capilla de los Reinoso. Esta última reja fue realizada en el
siglo XVI, presidiendo originalmente una capilla que debió ser demolida con
motivo de la construcción de la del Cristo de la Columna. Junto a esta supuesta
capilla, preexistente a la actual y dedicada probablemente a alguna advocación
de la Virgen,[2]
debió existir otra, que sí que se correspondió con una anterior del Cristo de
la Columna. Esta hipótesis se basa en el dato proporcionado por el testamento
de doña Mencía Serrano y Mieres, hija de don Juan Serrano y Mieres del año
1670, es decir, cuatro años antes de la fundación de la cofradía, en el que
indica que quería ser enterrada en esta capilla, de la que era patrona
(PALOMINO, 2003, 145).
La nueva capilla era propiedad
de la cofradía y quedó rematada en el año 1733. El dato lo conocemos por la
acreditación presentada[3] por
Real Orden de 31 de enero de 1844 (TORRES, 1956, 233). Sus grandes
proporciones, el camarín y la enorme riqueza ornamental que tiene, la hicieron
una de las capillas de cofradías más importantes de cuantas existieron en la
ciudad. En consonancia con su bella arquitectura se levantó a mediados del
siglo XVIII un magnífico retablo que antecedió al camarín y del que se conserva
una fotografía publicada en el Portfolio fotográfico de Andalucía.
El estilo de este retablo
remite[4] con
claridad a la obra del retablista, afincado durante mucho tiempo en Andújar,
Antonio Primo (CAMACHO y ROMERO, 1987-88-89, 360), que se casó en la parroquia
de San Bartolomé con Teodora María Garrote (FRÍAS, 1999, 180). Trabajó a menudo
para los carmelitas, hizo obras destacadísimas como los retablos conservados
del Carmen de Antequera, con esculturas de Mateo de Medina,[5] que
pensamos también debió colaborar en el del Cristo de la Columna de Andújar, en
especial las cuatro figuras sedentes que remataban el banco.
Otra obra fundamental, que se
hizo siguiendo las trazas del retablo mayor del convento del Carmen de Andújar,
iniciado por Mateo Primo.
Y en el que intervino también su hijo Antonio Primo, fue el de los carmelitas de Lucena.
En el acceso a la escalera del
camarín se dispuso una magnífica puerta, hoy milagrosamente conservada, pintada
con extraordinario gusto, además de cuatro lienzos con los evangelistas en la
parte superior de la bóveda de la capilla (fueron sustraídos de la iglesia
cuando estuvo abandonada en los años setenta del pasado siglo). Otro lienzo
también sustraído representaba al Cristo de la Columna y tenía una leyenda
debajo según testimonio que nos aportó en su día José Palomino “Josito”.
No cabe duda que el lienzo de nuestro gallardete representa al Cristo de
la Columna de Santiago, ya que sigue el modelo de este grabado, y debió
pertenecer en su día a esta hermandad. En el año 1956, Torres Laguna indicaba
que hacía mucho tiempo que la cofradía del Cristo de la Columna de Santiago
había desaparecido (TORRES, 1956, 282), posiblemente incluso antes de la Guerra
Civil. Desconocemos en qué momento llegó el antiguo gallardete a la Cofradía de
la Vera Cruz, pero desde luego quien lo trajese pensó que se trataba de la
misma advocación. Este hecho ha favorecido, sin duda su milagrosa conservación
en Andújar, pues este tipo de piezas son muy apreciadas en el mercado
anticuario, y salvo las entregadas a cofradías, todas se han perdido.[6]
En el año 1999 el orfebre cordobés Florián Porras hizo una orla plateada
basada en el libro de cabildos de la cofradía del año 1730, adaptando su
silueta al óvalo del lienzo. Unos años antes el restaurador José Luis Ojeda
Navío devolvió al lienzo la luz y textura original.
Sin duda el espíritu de la antigua Cofradía cuaresmal del Cristo de la
Columna de Santiago sigue vivo en la Vera Cruz, que mantiene el fervor por esta
advocación tan nuestra y tan franciscana. Y decimos bien, franciscana, pues
hemos de recordar que nuestra primitiva imagen del Cristo de la Columna se
debió hacer antes de 1580, momento en el que aún no se había dividido en dos la
provincia franciscana de la Bética. Su escudo era por aquel entonces el que
ponemos a continuación.
No obstante, en el guión del Santísimo Cristo de la Columna no figuran
las armas de los franciscanos sino la de los dominicos. La razón: que la
antigua imagen de esta advocación de la Vera Cruz fue la única que se hizo en
su estancia transitoria en la ermita de Santo Domingo, dejando testimonio así
de este momento histórico.
FRÍAS MARÍN, R.
(1999): “El expediente matrimonial del retablista Antonio Primo”, Senda de
los Huertos nº 55-56, págs. 179-182.
OJEDA NAVÍO, J.
L. (2003): “Iglesia de Santa María la Mayor. Andújar. Cristo atado a la
Columna”, en Patrimonio Histórico restaurado en Andalucía 1987-97. Escultura
Policromanda, págs. 96-99.
PALOMINO LEÓN,
J. A. (1998): “Rogativas al Cristo amarrado a la Columna de Andújar”, Rev.
Alto Guadalquivir, Especial Semana Santa Giennense, pág. 56.
RUBIO FERNÁNDEZ,
J. (2002): Santa María la Mayor de Andújar. Datos para la historia de una
parroquia, Andújar (Jaén).
TORRES LAGUNA,
C. (1956): Andújar Cristiana, Andújar (Jáen).
[1] Domingo de Cuaresma
anterior al de Ramos.
[2] El motivo que preside la
reja es una bella representación de la Anunciación de la Santísima Virgen por
el Arcángel San Gabriel.
[3] La documentación
acreditativa de la propiedad hubo de ser presentada por la cofradía debido a la
supresión en 1843 de la parroquia.
[4] No es seguro que este
retablo fuese destruido en la Guerra Civil. Se conserva en la iglesia de Santa
María la imagen de la Virgen con el Niño que aparece en el centro de la
fotografía. Asimismo, hay personas que al parecer vieron este retablo tras la
Guerra Civil, sin embargo, al igual que ocurrió en el convento de Mínimas,
parece que la actuación de Regiones Devastadas no fue todo lo pulcra que
debería haber sido, sustrayendo los retablos del convento y posiblemente
también éste de la Columna, desconociéndose a día de hoy su paradero.
[5] Mateo de Medina fue un
destacado imaginero nacido el 2 de Agosto de 1709 en Alhaurín el Grande
(Málaga). En 1729 se trasladó a Jaén para trabajar en la catedral, allí dejó
una de sus obras más sobresalientes: la imagen del Cristo de la Expiración.
[6] El medallón de la Virgen de
los Dolores de la Vera Cruz lo tiene actualmente la antigua Cofradía de los
Dolores del Carmen, el de la Paciencia, la misma cofradía, pues conformaba una
de sus escuadras. Otros muchos se perdieron ya.
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