viernes, 13 de febrero de 2015

COFRADÍAS CUARESMALES DE ANDÚJAR (I)

Maudilio Moreno Almenara
 
 
Ahora que se acerca la Cuaresma y está próximo a salir en Vía Crucis la única imagen que actualmente lo hace en este tiempo de Conversión: El Santísimo Cristo de la Columna de la Cofradía de la Vera Cruz, rememoramos aquellas hermandades que hubo en Andújar y que procesionaban durante la Cuaresma. No eran cofradías como las de penitencia, pero todas ellas anunciaban la Semana Santa a los andujareños para ayudar a la preparación de la Semana Grande. Nos ocuparemos en esta ocasión, de la que hubo en el convento de Capuchinas.

La fundación de la Hermandad del Cristo de Burgos[1] tuvo lugar en el año 1733 en el convento de Reverendas Madres Capuchinas.


 
 Ese año Bartolomé Rodríguez Talero, Joaquín Muñoz y consortes enviaron unos estatutos al fiscal general eclesiástico del obispado que instruyó un expediente en el que instaba a realizar algunas reformas en los capítulos 3º, 10º y 21º. Tras haber subsanado este contratiempo, ese mismo año se erigió la cofradía con una imagen que existía en un domicilio particular[2] que pasó a una de las capillas laterales del convento de Capuchinas (FRÍAS, 1997, 53).

Su estructura debió ser muy similar a las del resto de cofradías cuaresmales, es decir, contó con un número limitado a 33 hermanos fundadores (IBID., 1997, 53), teniendo el resto la consideración de “esclavos”,[3] muy frecuente en el siglo XVIII. Los hermanos tenían obligación por sus estatutos de dar ocho reales de limosna al convento por cada  oficio que se hiciera por los hermanos difuntos (IBID., 1997, 53). Para cada hermano fundador estaba estipulado que se debían decir doce misas, bien por los capellanes del convento, bien por eclesiásticos, suponemos que del de Capuchinos, ya que el convento en el que tenía su sede la cofradía era femenino.

 
La devoción al Cristo de Burgos se refiere a la que promovieron los agustinos de la capital castellana[4] y por ello también recibe el nombre de Cristo de San Agustín e incluso el de Cristo de Cabrilla (ITURBE, 2008, 697). La talla burgalesa está revestida de piel de ternera e incluso tuvo antaño una vejiga en su interior, a modo de contenedor, para que manase sangre de su costado. Ciertamente unos detalles escabrosos muy próximos a la mentalidad medieval, periodo en el que fue realizado.
 
A menudo se dispone bajo él un grupo de cinco o tres huevos de avestruz, regalo al parecer de un devoto de la imagen que trajo este extravagante obsequio hace siglos. Estos huevos tienen un significado profundo enorme, pues el huevo, ya desde la Antigüedad, fue considerado como símbolo de vida y de resurrección. Parece pues que aquí tienen el mismo significado, aumentando y perfeccionando su sentido evangélico y la apariencia terrible de la muerte que el Crucificado muestra en su fisonomía.


Su culto fue difundido en Castilla a partir del siglo XV, potenciado por encontrarse en el Camino de Santiago. En el siglo XVI llegó a Sevilla, ciudad donde sabemos que los burgaleses allí residentes la fundaron y encargaron en 1573 a Juan Bautista Vázquez el Viejo, una imagen que sería de tamaño natural, con corona de espinas talladas, cabellera de pelo natural y paño de pureza a manera de faldellín. Esta imagen se mantiene en la actualidad y procesiona cada Miércoles Santo, no obstante su apariencia ha cambiado tras una profunda restauración sufrida en el siglo XIX. Antes de la Guerra Civil se conservaba también la antigua imagen del Cristo de San Agustín.


En Granada, aún subsiste la cofradía del Santo Cristo de San Agustín, con una imagen de Jacobo Florentino que procesiona en su cruz de plata y con su faldellín sobrepuesto. La cofradía es del año 1680, con una impronta en la calle realmente espectacular.
 

 
En la provincia de Jaén, una imagen de esta advocación, es el Cristo de Cabra del Santo Cristo. En esta localidad se venera un lienzo que justo reproduce la imagen burgalesa. La historia de este cuadro nace en 1635 cuando un noble burgalés encargó una copia del Cristo de Burgos. Nombrado por Felipe IV corregidor de la ciudad granadina de Guadix, envió sus pertenencias, incluido el cuadro enrollado, con unos arrieros desde Burgos a Granada. Durante el viaje los porteadores pararon en un mesón de la villa giennense llamada entonces Cabrilla (ahora Cabra del Santo Cristo). Allí se aposentaron en el mesón de Juan de Soto Salas, cuya esposa, María de Rienda estaba inválida de la mano izquierda. Tras una conversación con los viajeros, la esposa del mesonero solicitó ver el cuadro, al que veneró devotamente. Milagrosamente curó de su enfermedad y el brazo quedó sano. Tal fue el revuelo que se siguió en la villa, que solicitaron al propietario del cuadro que éste se quedase allí, a lo cual accedió. El cuadro quedó instalado en la iglesia que después se convirtió en Santuario, corriéndose la voz de su fama milagrosa en toda la zona. A partir de entonces se fundaron hermandades del Santo Cristo de Burgos en muchas localidades relativamente cercanas como: Guadix, Arjona, Linares, Villacarrillo, Úbeda, Huelma, Jimena, Torres, Albánchez, Mancha Real, Jaén.... (LÓPEZ, 1999, 138-139).

 
Su difusión por buena parte de la provincia de Jaén, debió favorecer la fundación de la hermandad de Andújar, que como ha quedado dicho se produjo en el año 1733.
 
Poco sabemos de la historia de esta Hermandad, nada más que en el año 1802, Miguel García, que había sido su hermano mayor, pidió en su testamento enterrarse junto al altar de la imagen (PALOMINO, 2003, 207).
 
También se tiene noticia de la impresión en Andújar de una “Novena del Santísimo Cristo de Burgos, que se venera en el convento de M. Capuchinas de la ciudad de Andújar” del año 1846 (FRÍAS, 1997, 53).
 
Conocemos también que en 1734 dicha hermandad solicitó permiso para confraternizarse y hermanarse[5] con la del Santísimo Cristo de San Marcelo de Roma de la Orden Tercera Servita o Siervos de María (DOMÍNGUEZ, 1985, 117). Esta Orden Tercera fue la propulsora del culto y la festividad de los Dolores de María. Desconocemos si la hermandad del Cristo de Burgos de Andújar logró este privilegio, que ya había obtenido la Cofradía de la Santa Vera Cruz el 8 de Febrero de 1606 (HERNÁNDEZ, 2002, 20).


Poco más podemos apuntar. Sí que nos ha llamado la atención la publicación en Internet de una medalla que por su anverso tiene al Santísimo Cristo de Burgos y por el reverso a la Virgen del Pilar.
 
La cuestión no tendría la menor importancia si no fuese porque casualmente en el Convento de las Capuchinas de Andújar se veneró también una imagen de Nuestra Señora del Pilar, al menos desde el año 1736 (PALOMINO, 2003, 207), es decir, en fechas muy próximas a la fundación de la hermandad del Cristo de Burgos. Desconocemos si esta hermandad acogió también a la Virgen del Pilar como su titular, pues no quedan datos al respecto. En cualquier caso la coincidencia en una medalla de ambas advocaciones, presentes en las Capuchinas de Andújar nos invita a pensar que quizás proceda de Andújar y que bien fue la medalla de esta hermandad, bien las monjas capuchinas difundieron esta doble devoción existente en su convento.


 
BIBLIOGRAFÍA.
 
DOMÍNGUEZ CUBERO, J. (1985): Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad, Jaén. 
FRÍAS MARIN, R. (1997): “Fundación de la Cofradía del Cristo de Burgos de la ciudad de Andújar, 1733”, Rev. Alto Guadalquivir, especial Semana Santa Jiennense, pág. 53.
HERNÁNDEZ MORALES, J. (2002): “La recuperación de los vínculos con la Archicofradía del Santo Crucifijo de San Marcelo de Roma. Un gran privilegio para el 575 Aniversario”, Boletín Lignum Crucis, nº 4, pags. 18-21.
ITURBE SAÍZ, A. (2008): “Cristo de Burgos o de San Agustín en España, América y Filipinas”, en El Culto a los santos: cofradías, devoción, fiesta y arte, págs. 683-714.
LÓPEZ ARANDIA, Mª A. (1999): “El Santo Cristo de Burgos. Una devoción de Sierra Mágina en Jaén”, Sumuntan nº 11, págs. 137-146.
PALOMINO LEÓN, J. A. (2003): Ermitas, Capillas y Oratorios de Andújar y su término, Jaén.




[1] La mayoría de los datos aquí resumidos se deben a la investigación realizada en el año 1997 por el historiador Rafael Frías Marín.
[2] Es evidente que la devoción nació de la que tenía un particular, quizás burgalés de nacimiento o de alguna zona de Jaén en la que se rendía culto a esta advocación, en su domicilio. Suponemos que la imagen fue algo más pequeña del tamaño natural pues resulta extraño que en un domicilio particular existiese una imagen de grandes proporciones. 
[3] Se trata de una categoría inferior a la de hermano, recibiendo distinto tratamiento en sus reglas unos y otros.
[4] Tras la Desamortización (1835) la imagen pasó a la catedral, donde hoy permanece.
[5] También se menciona textualmente “...y comunicazion de pribilexios con la del Santo Xpto de San Marzelo...” (DOMÍNGUEZ, 1985, 117) estos hermanamientos eran una fórmula muy habitual para conseguir que se extendieran así los privilegios de la cofradía con la que se hermanaba.

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