Maudilio Moreno Almenara
Uno de los aspectos menos tratados de la Historia de
las cofradías es su economía. Son pocos los estudios específicos que abordan el
tema, que no obstante, fue esencial para el mantenimiento de estas
instituciones.
No cabe duda que la economía ha ido evolucionando a
lo largo de los siglos, y con ella también lo ha hecho el modo en el que las
cofradías se nutren de los ingresos necesarios para su sustento. El asunto es
por ello extenso en nuestro caso, pues no tiene mucho que ver la economía de la
cofradía de la Vera Cruz en el siglo XV y XVI, con la de los dos posteriores, o
con las de los siglos XIX y XX. Es por ello que nos centraremos en esta ocasión
en las centurias del barroco (XVII y XVIII), dejando para otra ocasión la de
los otros dos periodos.
En pleno siglo
XVII la cofradía había recibido ya diversos inmuebles vía testamentaria o por
donación. Estas casas y fincas podían tener unos rendimientos constantes sin
necesidad de renunciar a su propiedad. Es lo que se denominaba “venta a censo”.
Lo que se vendía era el uso de un bien inmueble o una cantidad de dinero por un
tiempo determinado, que incluso podía heredarse, pero la propiedad seguía
siendo de la cofradía. El interés se cobraba sobre el montante prestado o sobre
la tasación de la propiedad (denominada en los documentos principal) y fue
variando a lo largo de los años, así, en el siglo XVII era de un 5%,
disminuyendo en el siglo XVIII a un 3% anual (DIAZ, 2005, 299).
La cofradía se garantizaba así unos ingresos de
cierta relevancia y sobre todo constantes, de ahí la importancia que
adquirieron este tipo de rendimientos en una cofradía como la nuestra. Hemos de
recordar también que no existían entonces bancos, ni tampoco papel moneda, por
lo que lo recaudado debía quedar a buen recaudo en el arca de tres llaves de la
cofradía. Se hacía así por razones de seguridad, eran tres personas distintas
las que custodiaba cada una de las llaves, que lógicamente eran diferentes
entre sí, de tal modo que el dinero sólo podía ser depositado o extraído en
presencia de los tres.
Fue una práctica muy habitual ésta de las arcas de
tres llaves, no sólo entre las cofradías, sino también en ayuntamientos y otro
tipo de instituciones que recaudasen caudales de manera habitual.
Se conservan de un modo casi milagroso algunas de
estas arcas, a menudo con marcas, escudos o inscripciones que indican la
propiedad del “cajón”. De hecho el término caja de ahorros proviene de este
modo de custodiar el dinero, en el interior de “cajas”. La de nuestra cofradía
debió ser semejante a éstas, no sabemos si más reforzada como la primera o más
similar a la segunda, y se asió con unas garras metálicas a la sacristía de
nuestra capilla, cuya puerta lógicamente también tuvo otra llave.
Los diputados nombrados para custodiar las llaves,
emitían recibos de entrada y salida de los caudales, que luego trasladaban al
mayordomo o tesorero. En algunas cofradías importantes, como la de la Vera Cruz
de Sevilla, la entrada y salida de dinero debió ser tan frecuente que incluso
se imprimieron recibos parciales como éste del siglo XVIII, que nos muestra el
nombre que recibían estos responsables de la cofradía, Diputados Llaveros de
Arcas:
Con esta introducción queremos que el lector se
retrotraiga a unos tiempos muy alejados a los actuales y entienda mejor la
economía del Antiguo Régimen, unos tiempos y una economía radicalmente distinta
a la actual (ahora buena parte de los valores son “virtuales”).
Pero veamos con más profundidad la incidencia en la
economía anual de nuestra cofradía de los beneficios producidos por los censos
sobre los bienes raíces o propiedades que ya había logrado nuestra corporación
por donación.
Así, hemos comprobado que los censos fueron un medio
importante de sustento de la cofradía, prácticamente un tercio del total de los
ingresos, aunque tenía ciertas fluctuaciones dependiendo de los siglos. De
hecho entre los dos años que conformaron las cuentas de 1744 a 1746, por poner
un ejemplo, los réditos por censos supusieron un total de 830 reales, frente a
los 990 reales obtenidos en una almoneda que la cofradía hacía cada año y los
570 reales que se recogían de limosnas. El resultado es que el 34,7 % de lo
ingresado era por censos (aunque finalmente había que restarse un 10% del total
cobrado, pues éste era el porcentaje que se pagaba a un cobrador especial que
se ocupaba de ello), el 41,4 % por la almoneda y el 23,9 % restante, por
limosnas.
Los recibos de hermano sólo se pagaban entonces al
solicitar formar parte de la cofradía, configurándose las cuotas anuales
(denominadas pensiones) a partir del siglo XIX cuando estos censos decaen.
Con la cancelación de la deuda contraída sobre estos
contratos se obtenían los beneficios del principal, una vez cobrados los
intereses anuales. Se denominaba a este proceso “redimir un censo”.
Esto ocurrió en varias ocasiones. Así, en el
inventario del año 1695: “Y se adbierte que a dcha Cofa se le an
redimido dos zensos el uno de 7.000 mrs. de principal contra Maria de la
higuera que pagaba el ldo D. Be Zurillo, presbo
y el otro de 10.000 mrs. de principal que pagaba melchor Sanchez que lo
rredimio Manuel Sánchez, dchos principales estan depositados en el arca de tres
llabes de obras pias que esta formada en las Casas de el dcho Ldo D.
Be Zurillo y se le encarga a el dcho nuevo Gr cuide de su
empleo e imposición.....” Este nuevo
gobernador al que alude el documento era Luis de Torres Peñalver. Desconocemos
con exactitud en qué se emplearon estos 17.000 maravedíes -unos 550 reales-
aunque es muy probable que se invirtiesen en la lámpara de plata que alumbró la
capilla de la Vera Cruz a lo largo de todo el siglo XVIII y que fue realizada
durante su mandato. El importe de esta lámpara, que pesaba 80 onzas, fue de
1600 reales, con lo que la cantidad cobrada habría servido para aligerar el
importante dispendio que supuso.
Una gran lámpara de plata, realizada en la misma fecha que ésta de la
Vera Cruz (fines siglo XVII) se conserva en la actualidad en la iglesia
parroquial de San Bartolomé (RUEDA, 2005, 80).
Es posible incluso que fuese la misma que encargase
en su día el gobernador Luis de Torres y que llegase a la parroquia como
consecuencia de la Guerra de la Independencia. Sabemos que ante la inminente
llegada de los soldados franceses, a mediados de enero de 1810 y por iniciativa
del vicario D. Gregorio José Bonilla, se concentraron en San Bartolomé las
alhajas, libros y pinturas más valiosas de conventos y parroquias para
esconderlas de las tropas galas y evitar su saqueo, siendo la plata lo primero
que se apropiaban. A partir de esta fecha es improbable que dado que el
convento estaba en su feligresía, y debido a la Desamortización, la lámpara volviese
ya a su sitio, pues sabemos que incluso la cofradía perdió su capilla pocos
años más tarde (1835).
La Vera Cruz, debió trasladar esta lámpara de plata
a San Bartolomé. Los saqueos producidos el 28 de Enero de 1810 afectaron sólo a
parte de su archivo, custodiado en la sacristía de la cofradía, cuya puerta
rompieron, según consta en el cabildo del 14 de mayo de 1826. Prueba de este
anhelo por ocultar las piezas de plata fue el heroico acto del alcalde de la
Hermandad del Santo Entierro D. José García, que en su casa tabicó una pared
después de meter tras ella el dinero, y el gallardete (con cruz y marco de
plata) de su hermandad. Todo fue inútil. Los franceses, debieron amenazarle o
descubrir el reciente tabicado en su casa, de tal forma que terminaron robándolo
todo.
Otra fórmula de censos fue el mero préstamo de
dinero a instituciones públicas como el Ayuntamiento, poniéndose como aval
propiedades municipales e incluso impuestos a cobrar en años futuros. Fue
normal que los Concejos municipales, para obtener liquidez y hacer frente así a
episodios de epidemias o hambrunas, pidiesen este tipo de créditos, contra los
propios y arbitrios de la ciudad. Los propios o bienes propios eran fincas
urbanas y rústicas de propiedad municipal, que al estar muchas arrendadas
obtenían unos beneficios. Los arbitrios eran tasas municipales, la mayoría
aplicadas sobre el consumo de alimentos. Eran, por ello, una garantía fiable.
Así, en el año 1711 se dice: “Otra escriptura de z(en)so de ochenta y
tres mill y Duzientos m(aravedíe)s de p(rincipa)l. qta (contra) esta ziud(ad)
de Andux(a)r y su caudal de propios y advitrios de ella.”
La redención o cancelación de este censo, se produjo en el año 1779,
abonándolo el intendente de la ciudad de Jaén y Juez de Propios y Arbitrios. La
cofradía debió asumir los gastos derivados de la escrituras de cancelación. Se
obtuvieron algo más de 4000 reales, aunque una vez restados los gastos la
cantidad exacta obtenida fue de 3.780 reales con 23 maravedíes “...tres mil
seteztos ochenta rs. y veinte y tres mrs. que avia en el Arca, y son
los mismos que avia entregado el Br Dn Juo
Antonio de Raya Presbo al Gobr y fiscales de esta cofa
despues de los gastos de sus comisiones qe consta todo de sus
quentas..."
Al año siguiente, la misma comisión encargada de la cancelación del
préstamo, encabezada por el presbítero Juan Antonio de Raya y completada por
Manuel Majuelos, clérigo de menores, Antonio de Lara y Esteban Jiménez, todos
ellos, excepto Manuel Majuelos, exgobernadores de la cofradía, se ocuparon de
una serie de obras de ornato en la capilla cuyo presupuesto fue el dinero
obtenido con esta cancelación del censo contra el Ayuntamiento.
Los censos debían formalizarse mediante escrituras
ante notario, pues estaban regulados legalmente los porcentajes a pagar y
además, había de hacerse así para poder reclamar jurídicamente cualquier
impago. Fueron muchos los pleitos que produjeron, de ahí el cuidado por la
custodia de estas escrituras. Actualmente no se conservan los de nuestra
cofradía, pero sí la detallada relación que aparece en el libro de inventario
de bienes, y que es de donde procede la información que desglosamos en este
artículo.
Vemos a continuación los
inmuebles urbanos que tenía la cofradía en estos momentos. El primero que
señalaremos fue una casa que existió en la esquina de la calle Larga, llamada
antiguamente Capones Larga, con calle San Francisco, ahora San Antonio.
El dato lo conocemos por el inventario del año 1770,
en el que se dice textualmente: “Otra
ess(critu)ra. De Z(ens)o. De 40.000 m(aravedie)s. De pr(incip)al.
Q(u)e. Procedio de la venta R(ea)l. A Z(ens)o q(u)e.
Hizo Man(ue)l. Canalejo Gobernad(o)r. Q(u)e. era en 27 de
Diz(iembr)e. De 1633 a(ños). de unas cassas qe hazen esquina C(all)e.
Capones larga (actual calle Larga) y C(all)e S(a)n franc(isc)o
(actual San Antonio). Q(u)e legó a esta cofradía Dª ysabel de
Escabias y passó d(i)cha ess(critu)ra. De venta ante Ant(onio)
Robredo d(ic)ho dia y año. En 28 de Abril de 1644 ante Geronimo de Andr(es)
Reconocio d(i)cho z(ens)o Sobre d(i)chas cassas Man(ue)l.
Ramos y Mª Coba su Mug(e)r. En 21 de Junio de 1702 p(o)r Ante Juo
Sanchez de Borja reconocio d(i)cho Zo (censo) Ursula
Ramos. En 3 de Julio de 1761 a(ños). reconocio dcho zº (censo)Dn.
Julián Rodrig(ue)z ante Pablo Perez lo paga (h)oy Dn Ygnacio
Diaz en 57 foxas.”
“Nota: en este pr(incip)al de zenso esta incluido el de 21.000
mrs De pral Qe lego a esta Cofradia fran(cis)ca Mart(ine)z viuda de Juo
Alcayde q(u)e estaba sobre d(i)chas cassas, y las legó a la d(i)cha
Cof(radi)a d(i)cha Dª Ysabel de Escabias Relig(io)sa de el
Comb(en)to. De Jesus Mª.” Este otro censo, anterior a la cesión a la
cofradía fue suscrito en “...1(mil) quinientos ochenta años ante
Gonzalo Gutierrez essno (escribano) qe
fue de esta ciudd (ciudad) en 16 foxas (hojas)
utiles”(se refiere a que el documento en el que se especificaba esto
constaba de 16 hojas). Esta información la conocemos por una anotación del
libro de inventarios del año 1770.
Hoy en día este inmueble es parte del ensanchamiento de la calle Larga en
su tramo más cercano a la calle San Antonio.
Dª Isabel Escavias, donante del inmueble, fue esposa de
Alonso Sirvente Jurado, sobrino de Antonio Sirvente de Cárdenas, fundador de la
capilla mayor de Santa María. Al enviudar ingresó en el convento de Mínimas de
Andújar. Este legado debe proceder de su vinculación familiar con la cofradía,
probablemente fuese hermana puesto que sabemos con seguridad que su cuñado
Antonio Sirvente Jurado (hijo de Juan Sirvente, su suegro) fue hermano de
nuestra corporación. Isabel Escavias tuvo al menos dos hijos: Antonio Sirvente
y Cárdenas y Agustina Sirvente y Cárdenas. De la capacidad económica de esta
familia nos habla el hecho de que en el año 1572, Dª Mayor Jurado, viuda de
Juan Sirvente, contaba en la Sierra de Andújar con propiedades por valor de
160.000 maravedíes, aparte de muchas otras (ARAQUE y SÁNCHEZ, 2006, 180).
Con motivo de
la donación el entonces gobernador de la cofradía, D. Manuel Canalejo, vendió
la casa a censo en 1633, realizándose la operación ante el escribano Antonio
Robledo. Este censo fue pasando por diferentes inquilinos, anotándose que lo
pagaba en el año 1770 D. Ignacio Díaz.
Es muy posible
que en la puerta de esta casa figurase un azulejo de propiedad de la cofradía,
como éste de Córdoba:
No son
infrecuentes estos azulejos de propiedad. Mostramos aquí otros ejemplos más
claros, en el de la izquierda figura el número del inmueble y el texto donde se
indica que el citado inmueble era propiedad de la cofradía de la Inmaculada de
la parroquia de Santa Ana de Triana.
No eran éste el único inmueble que poseía la cofradía. Así, en el
inventario del año 1680 se menciona un censo por valor de 708 reales de unas
casas en la calle Quijada: “Otro de setecientos y ocho reales questa
ympuesto en unas casas calle quijada.” El mismo año, queda claro que
también tenían otra casa en la calle Palomar: “Otro de siete mil ms
contra benito de la fuente ce. Palomar.” Ambas calles son citadas en
relación a los niños expósitos (GÓMEZ, 1987, 65).
En el año 1695 encontramos otra casa en
la calle Santo Domingo (actual Doctor Fleming): “Otra escritura
de zenso de 18.300 mrs. de prinçipal contra D. Manuel Maroto porque de la Cofª
usa una Casa en la Calle Santo Domingo”.
Estas hipotecas tenían aparejado en el archivo
de la cofradía documentos de muchas hojas que normalmente contenían los
documentos legales que refrendaban tanto la propiedad de la cofradía como el
compromiso del arrendatario. Estos compromisos económicos a menudo pasaban de
generación en generación, pues sobre esta casa de la calle Santo Domingo
sabemos que casi un siglo más tarde, en concreto en el año 1770 aparece: “Otra essra de Zo de 18.750 mrs. qe
impuso Dn Manl Maroto y pagan oy sus herederos
en 66 fojas utiles”.
En el año 1707, aparece otra casa propiedad de la cofradía en la calle
Velillos: “Otra escriptura de
zso. De vte. Mil ms de pl. Contra Andres Lopez de que es yPoteca una cassa
Calle belillos qe Posee esta Cofradía”.
En 1770 aparece otra nueva propiedad de la cofradía en la calle Mesones:
“Otra escra de Zo de 1.100 mrs. que impusieron Manl
Ximenez y su mugr Mª Lopera qe oy paga Manl Serrano
en los mesones”.
Al menos encontramos en estos años seis casas que
eran propiedad de la cofradía, la mayoría localizadas en el barrio de San Bartolomé.
Estas casas debían ser reparadas por la cofradía cada cierto tiempo, anotamos
que en el inventario del año 1711 y sobre la casa de la calle Velillos, se
dice: “...qe esta ynabitable a causa deaverse undido un quarto
con las aguas del ynbierno del año de mill setezos y ocho...”
Asimismo, a menudo generaban gastos los frecuentes litigios que se derivaban de
la cesión o herencia de la deuda.
Tenía la cofradía también 200 olivos en el sitio
de los Rubiales, colindante con una finca de D. Miguel Criado y otra de D.
Álvaro de Valenzuela. Este olivar también contaba con un censo en contra de
María de la Higuera, que supuso un pleito en el año 1680 que se conserva en el
archivo de la Cofradía. Este censo quedó redimido como hemos dicho
anteriormente y probablemente sirviese para pagar en parte la lámpara de plata
de la capilla de San Francisco.
Esta forma de obtener ingresos fue decayendo a
partir de finales del siglo XVIII, especialmente por la incidencia de las leyes
desamortizadoras emprendidas por los borbones para paliar la ingente deuda
nacional. El primero de estos decretos que afectó de lleno a las cofradías fue
la Ley 22 del rey Carlos IV, Real Decreto de 19 de septiembre de 1798, que
ordenaba: “...he resuelto se enajenen (desposean de) los
bienes raíces pertenecientes a hospitales, hospicios, casas de
misericordia, de reclusión y de expósitos, cofradías, memorias, obras
pías y patronatos de legos, poniéndose los productos de estas ventas, así como
los capitales de censos que se redimiesen pertenecientes a estos
establecimientos y fundaciones, en mi Real Caja de Amortización bajo el interés
anual del 3%, sin que por esto se entiendan extinguidas las prestaciones y
demás derechos que correspondan a los patronos respectivos... ejecutándose las
ventas...en pública subasta previa tasación...” . Aquí vemos al rey Carlos
IV retratado por Francisco de Goya.
La cofradía, ciertamente acababa así un modo de
financiarse que ya no volvería, porque el siglo XIX fue aún peor en lo que se
refiere a enajenaciones del Estado, que finalmente terminaron en el Concordato
con la Santa Sede del año 1851.
En especial los siglos XVI y XVII, fueron momentos
en los que formaron parte de la nómina de hermanos de la cofradía un grupo de
personas con gran poder económico. Igualmente fueron generosos en sus
donaciones, de tal modo que estos censos sirvieron para mantener con cierto
desahogo a la cofradía hasta el siglo XVIII.
Volveremos en otras entregas a tratar estos temas
económicos en detalles como las donaciones para obras concretas, de tal modo
que poco a poco entendamos mejor la idiosincrasia económica de nuestra cofradía
y por extensión de las demás de Andújar en tiempos pasados.
ARAQUE JIMÉNEZ,
E. y SÁNCHEZ MARTÍNEZ J. D. (2006): “La propiedad de los montes en Sierra
Morena Occidental (Jaén), a través de algunas fuentes documentales”, Elucidario
nº 1, Seminario Bio-bibliográfico Manuel Caballero Venzelá, 175-236.
DÍAZ DOMÍNGUEZ,
M. (2005): Religiosidad popular en la ciudad de Moguer (1400-1936), Moguer.
GÓMEZ MARTÍNEZ,
E. (1987): Los Niños Expósitos en Andújar, Córdoba.
RUEDA, I.
(2005): “La orfebrería de la parroquia de San Bartolomé de Andújar”, Exposición
“Ecclesia de Eucaristía”, celebrada entre los días 23 de septiembre
al 23 de octubre de 2005 en la parroquia de San Bartolomé Apóstol de Andújar.
Año de la Eucaristía, 70-81.
Hola Maudilio!
ResponderEliminarSoy Ester, del campamento de Osuna, hace ni sé la de años!
Ando buscándote por la red y he dado con este sitio. Cómo puedo contactar contigo?