Maudilio Moreno Almenara
Con humildad y maestría, directa y a la vez
profunda, la Presidenta de la Real e Ilustre Cofradía Matriz de la Santísima
Virgen de la Cabeza de Andújar, Dª Inmaculada Maldonado Tenorio, nos regalaba
en el año 2006 un pequeño artículo titulado Pasión y Gloria en nuestro boletín Lignum
Crucis.
En su condición de máxima representante de la citada
Cofradía Matriz que fue, junto con la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Moguer,
madrina de la bendición de las imágenes de la Santísima Virgen de los Dolores y
de San Juan Evangelista, nos aportaba en este artículo lleno de matices y de
verdad, un camino de Gloria común. La Cofradía de la Santa Vera Cruz y la
Matriz de la Santísima Virgen de la Cabeza tienen un vínculo indisoluble: “un
centenario terminado en 27”. Fue en 1427 cuando nuestra cofradía de la Vera
Cruz vio nacer su legendaria andadura, y fueron justo dos siglos antes, cuando
se aparecía nuestra excelsa patrona. Que duda cabe que estaremos juntos en la
Historia por estos avatares del destino. Y que mejor nombre para ese artículo,
Pasión y Gloria, como dos caras de una misma moneda, indisolubles siempre. Qué
acierto y qué maravilloso discurso, profundo y sincero. Releedlo, vale la pena.
En homenaje a nuestra cofradía hermana, a esa
simbiosis de sentimientos, unos más contenidos y otros más efusivos, en la
humildad y en el regusto por esa Historia común, que gusta a esta centenaria
cofradía, este año la Santísima Virgen de los Dolores lucirá en su pecho por
primera vez, una antigua medalla barroca de la Santísima Virgen de la Cabeza.
Como no podía ser de otro modo, hemos querido recoger, junto a la espada de
plata, marfil y amatista que atraviesa el corazón de nuestra delicada titular,
una representación de la Cofradía Matriz que avala y refleja su dilatadísima
devoción, su historia magnífica, su ser y esencia, que nos supera como simples
humanos.
En homenaje a Ella, Patrona de nuestra Ciudad y de
nuestra Diócesis, y aplicando el mensaje de San Francisco de Asís sobre que la
“Verdad está en las cosas pequeñas”, la Santísima Virgen de la Cabeza, siempre
saldrá también con nosotros cada tarde del Domingo de Ramos, cuando el suave
atardecer del Cielo anuncie la fulgurante luz de las estrellas.
No ha sido fácil, tan sólo tenemos constancia de la
existencia de algo menos de una decena de medallas de este tipo barroco,
fechadas genéricamente entre final del siglo XVII y principios del XVIII
(ESLAVA, 1996, 39), todas ellas de una plástica muy parecida:
Sin lugar a dudas son todas ellas de nuestra
patrona, no sólo por su parecido formal sino también porque algunas tienen
grabado en el reverso la leyenda: “N. S. DE LA CABEZA” o “N. S. DE LA CAVEZA”,
confusión “B” “V” propia del Barroco (siglos XVII-XVIII):
De este conjunto de medallas, hemos adquirido una de
las mejor conservadas. Tan sólo se aprecia un mayor desgaste en la zona de la
cabeza y la corona, debido probablemente a la costumbre de tocar esta parte
para que la Virgen se acordase del devoto o devota que la llevase:
Es también una pieza singular dentro del grupo
porque además de ser de las de mayor tamaño, la mayoría son del tamaño de la
yema de un dedo, cuenta con una marca o contraste de origen con un león
rampante, lo que indica inequívocamente que la medalla fue realizada por un platero
cordobés. El león rampante fue la marca de Córdoba desde el siglo XVI. Se sabe
que primero apareció junto con la leyenda: “COR”, que dejó de utilizarse ya en
el siglo XVII para quedar tan sólo el león, con o sin corona (ORTIZ, 1980, 23).
Se da la circunstancia que también las desaparecidas
andas de plata de la Virgen de la Cabeza fueron realizadas en Córdoba, por los
plateros Sebastián de León y Rodrigo de León (DOMÍNGUEZ, 1989, 97-99).
Este tipo de marcas eran obligatorias en las piezas
de plata e indicaba que el metal era de calidad contrastada. No obstante, a
veces no se incorporaba, bien por que no se trataba de un encargo oficial, bien
porque quien la adquiría no lo exigiese. Suponemos por ello que perteneció a
una persona de cierta relevancia social, con quien fuese necesario certificar
que la plata era legal, lo que no es óbice para que tuviese igualmente un
fervor suficiente como para querer que la Santísima Virgen de la Cabeza colgase
de su pecho para siempre. Ricos y pobres, personas humildes y adineradas se
unían en la Romería, que igualaba a todos en el fervor a la Reina de Sierra
Morena. Los talleres plateros de Córdoba tenía un reconocido prestigio,
superior al del resto de Andalucía, aun cuando la privilegiada situación de
Sevilla, puerto de Indias, le otorgaba cierta ventaja a la hora de competir con
los orfebres de la ciudad de la mezquita.
La plata americana con la que se hizo esta medalla,
también alude al imperialismo español de esos siglos, a su carácter de “dueños
del Mundo” y al sufrimiento anónimo para extraer el preciado metal.
Una plata que también es un recuerdo a la
evangelización franciscana en América, allí hay ciudades que rememoran a los
franciscanos, como Vera Cruz, San Francisco o los Ángeles, en recuerdo a la
Virgen de los Ángeles patrona de los franciscanos, y que llevamos a gala en la
delantera de nuestro paso del Nazareno: “La aparición de la Virgen de los
Ángeles a San Francisco en la Porciúncula”.
Destacó en este papel evangelizador San Francisco
Solano, natural de Montilla (Córdoba), que subió a los altares en el año 1787.
El contexto histórico de estas medallas lo tenemos
reflejado en el magnífico cuadro del museo del Santuario, fechado a finales del
siglo XVII, en concreto en época del rey Carlos II, último de la dinastía
Austria. Este soberbio documento “periodístico” de la época fue realizado por
el pintor Bernardo Asturiano.
Especialmente llamativos son los detalles de la
procesión, de una calidad extraordinaria y donde destacan los personajes más
sobresalientes de la sociedad andujareña del momento. No cabe duda que el
pintor vivió esta Romería de su época, manteniendo en su retina las escenas
vividas. Aparecen aquí también las magníficas andas de plata realizadas en
Córdoba en 1581.
Es posible que una de estas personas que aparecen en
el cuadro portase hace ya más de 300 años la medalla que hemos adquirido:
No son estas
medallas de cofradías, sino piezas devocionales, como ya apuntó Juan Eslava
Galán “...una gastada insignia que acompañó a alguien con fervor o
rutinariamente, quizá durante toda la vida...” (ESLAVA, 1996, 38).
Se trata pues, de un sencillo homenaje a nuestra
cofradía hermana, que compartió años con la Cofradía de la Vera Cruz la iglesia
del antiguo convento de San Francisco allá por la primera mitad del siglo XIX,
cuando el templo franciscano fue improvisado Santuario de la Virgen de la
Cabeza.
BIBLIOGRAFÍA.
DOMÍNGUEZ CUBERO, J. (1989):
“La custodia del Corpus Christi de Andújar, Boletín del Instituto de
Estudios Giennenses, nº 140, pp. 89-99.
ESLAVA GALÁN, J. (1996):
“Una Medalla de la Virgen”, en AA.VV.: La Virgen de la Cabeza. Iconografía y
culto popular, pp. 38-39, Andújar (Jaén).
ORTIZ JUÁREZ, D. (1980): Punzones
de platería cordobesa, Córdoba.
Muchas gracias por, de alguna forma, unir estas dos devociones que cómo bien dices siempre han estado ligadas.
ResponderEliminarMuchas gracias por el artículo y por la informacion de la medalla. Segun las marcas de platero en este caso puestas del revés, creo que corresponden a Damián Castro(1716-1793), famoso platero cordobés https://es.wikipedia.org/wiki/Dami%C3%A1n_de_Castro
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