Maudilio Moreno Almenara
En la anterior entrega sobre D. Francisco Terrones del
Caño, obispo de Tuy y León, avanzábamos algunos datos de interés respecto de su
figura. En esta ocasión, sin embargo, dedicaremos buena parte de este artículo
a su familia, cuyo origen remoto no está en Andújar, aunque dejaron una notable
sucesión en nuestra ciudad. Hemos compuesto a tal efecto un árbol genealógico
del obispo,[1] que deja bien a la claras
su trascendencia[2] y la relación con los
linajes Piédrola y Albarracín principalmente. Los datos se han obtenido de
diferentes fuentes, siendo una de ellas un libro que conserva la Cofradía de la
Santa Vera Cruz en el que se contiene documentación referida al pleito que
mantuvo D. Antonio Albarracín Valenzuela con D. Jerónimo del Caño por el
patronazgo de la capilla mayor de San Bartolomé.
Ya vimos cómo el padre de D. Francisco Terrones no fue
otro que el gobernador de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar, D.
Lorenzo Terrones. Fueron sus hermanos Antón Terrones, vecino de Jaén y que
poseía un negocio de curtido de pieles de vacuno (GALIANO, 2003, 252), y
Francisco Terrones, que era vecino de Andújar. Por tanto, y aunque D. Lorenzo y
D. Francisco fueron vecinos de Andújar, no sabíamos a ciencia cierta si
nacieron aquí. Sobre el origen de este apellido Terrones, sabemos que en
Noviembre de 1606 el obispo estuvo en Villafranca de Córdoba.[3] Del
testimonio de agradecimiento recogido por el Concejo parece derivarse que el
origen por vía paterna del obispo era la localidad cordobesa: “…abiendo
visto cómo su señoría de don Francisco Terrones, obispo de Tuy, en
agradecimiento de ser su naturaleza paternal desta uilla a benydo a ella a
visitarla y regalar a los vezinos della con su presencia, abiendo conferido
este negocio y visto la merced que en ello a hecho a esta villa, decretaron que
por concejo se le vaya a dar el parabién de su venida y se le haga algún regalo
de ayuda de costa por quenta deste concejo y se le pida haga merced su señoría
el domingo que viene de honrrar esta villa con su doctrina” (ARANDA y
SEGADO, 1992, 156). Más claro es otro testimonio posterior, cuando en el
Adviento de 1611 y en la Cuaresma de 1612, un hermano de D. Francisco, llamado
Jerónimo, fraile agustino del convento de San Agustín de Córdoba,[4]
predicó en la misma localidad.
Se recogió en las actas capitulares lo siguiente: “…sus
abuelos fueron naturales de esta villa y gente muy principal y él ha predicado
con grande fruto a los naturales della y acudido a las confesiones con
particular cuidado, todo en beneficio de las almas....” (IBID.,
1992, 145-146). Por tanto, queda claro que el abuelo de D. Francisco y padre
del gobernador de la cofradía, cuyo nombre no conocemos,[5] era
oriundo de Villafranca de Córdoba, aunque probablemente se asentó en Andújar,
donde tuvo su prole. No debió ser esta población cordobesa el lugar tradicional
de toda la familia, pues como manifiesta D. Antonio Terrones Robles, hijo de D.
Antón Terrones, ya citado, y primo hermano de D. Francisco, su origen remoto
era el entorno de la ciudad de León:
“...de las capellanias e memorias que estan fundadas en ella e sus
antecesores y compatronos presente o del beneficio de San Martín Robles en el
balle de Torio legua y media de la ciudd d. León...” (GALIANO,
2003, 247). De la intensa vida cristiana de D. Lorenzo da buena muestra que un
porcentaje importante de sus hijos optaron por la vida eclesiástica, entre
ellos, y aparte de D. Francisco Terrones, obispo de Tuy y de León, hubo varios frailes como Jerónimo Terrones,
Mauro Terrones, Eufrasio Terrones y Juan Terrones. Incluso un sobrino de primo
hermano, Juan del Caño,[6]
siendo fraile franciscano con el nombre Fray Juan de San Antonio, fue
martirizado en la ciudad japonesa de Nagasaki, en junio de 1624. Su abuelo,
Alonso del Caño, hermano del ilustre Juan del Caño que fue canónigo de
escritura de Salamanca y el primero que reivindicó a San Eufrasio,[7]
perteneció a nómina de hermanos de la Cofradía de la Santa Vera Cruz.[8]
En el año 1627 se celebró en el convento de San Francisco
de Andújar una fiesta como homenaje a los mártires de Japón con motivo de su
canonización, que seguro recordó a Juan del Caño y que se plasmó en un libro
editado dos años más tarde por D. Francisco del Villar.[9]
En su tiempo (primera mitad del siglo XVII) y en lo que se
refiere a la vida de la ciudad de Andújar, destacó su primo hermano, D. Antonio
Terrones Robles, sobre todo por su importante papel como regidor del
Ayuntamiento, que por aquellos años se encontraba en la Plaza de Santa María.
Sin embargo, su proyección histórica destaca sobre todo
por firmar el primer libro de Historia sobre Andújar. Los datos, como reconoce
el autor, fueron compilados no sólo por él, sino por su primo el Sr. Obispo D.
Francisco Terrones y el tío de éste, D. Juan del Caño. El volumen fue publicado
en Granada en el año 1657. El grabado de su portada fue diseñado por el pintor,
escultor y arquitecto Alonso Cano, para lo cual hizo un dibujo preparatorio que
se conserva en el Museo del Prado. Hemos volteado el impresionante dibujo
original para apreciar con mayor claridad su comparación, ya que el grabado, al
ser una plancha impresa, salió invertido.
También D. Antonio tuvo un papel destacado como primer
patrono de la capilla mayor de San Bartolomé, tras el obispo D. Francisco
Terrones. La prematura muerte de D. Francisco, que falleció a los 62 años de
edad, hizo que D. Antonio tuviese que hacerse cargo de los compromisos
adquiridos por su primo. El obispo tan sólo pudo hacer algunas de las obras
comprometidas con motivo del patronazgo, pues sabemos que estando en Villalón
de Campos (Valladolid) enfermó gravemente y murió el día 13 de marzo del año de
1613, tan sólo seis años después de obtener el privilegio. Entre las obras que le
dio tiempo a realizar destacamos la cubrición de las dos naves laterales del
lado del Evangelio, y que son en sus formas un híbrido entre el estilo gótico y
el manierismo.
Estas bóvedas
fueron construidas con seguridad por el obispo, pues existen testimonios
históricos que lo avalan en el pleito entre D. Jerónimo del Caño y D. Antonio
de Albarracín y Valenzuela. Éste último declaraba que su abuelo, D. Antonio de
Albarracín y Terrones: “...es tal hixo Legitimo Y natural delos dhos Don
Miguel de Albarracín Cavallero deel Orden de Calatrava Y dela dha Doña Agustina
Terrones deel Caño su legitima muger La qual fue hixa unica Y universal
heredera con beneffcio del inbentario de Don Antonio Terrones Robles
Regidor que fue de dha ziu. Y de Doña María Terrones deel Caño su legitima
muger sobrina[10] y
prima hermana deel dho Sor Obispo de Tuid y de leon, y primeros
patronos que fueron deel dho patronato despues de su muerte...”.
Asimismo, y más
concretamente sobre las obras en la capilla mayor, indicaba que ya su abuelo
manifestó que “...de el dho Sor Obispo de tuid y sus bienes se
cumplio con las condiciones deladha escritura de donazion, Y se hizo el dho
retablo enladha escritura de donazion, y se hizo el dicho retablo enladha
Capilla Mor de pintura y escultura dorado Y estofado Y se hizieron las
dhas bobedas Y arco deladrillo Yieso enella Y se pagaron los dhos Mil Y
quatrocientos ducados para la fabrica de la dha Iglesia como se conte
enla dcha escritura dela dha donazion demas delo qual el dho Don Antonio Terrones
Robles, abuelo de mi prte hizo a sus costas y expensas voluntariamte
las barandas de madera en la puerta y entrada de la dha Capilla, Y gradas
deella, Y a los dos lados dos pulpitos para predicar el evangelio, Y epistola
todo de piedra Jaspe en que gasto más cantidad de quatro mil ducados...”
Queda pues claro que las bóvedas las sufragó el Sr. obispo, puede que incluso
parte del retablo mayor, aunque para ello D. Antonio Terrones Robles debió
pleitear ante la Chancillería de Valladolid[11] con
el obispado de León, al fin de cobrar el dinero suficiente para abordar las
obras pendientes en San Bartolomé de Andújar. No lo debió lograr, o no hubo
bastantes recursos como para acometer todas las obras como veremos a
continuación, sufragando él mismo algunos de los gastos. Como decíamos una de
ellas debió ser el retablo, pues según testimonios reflejados en el pleito de
D. Antonio de Albarracín con D. Jerónimo del Caño, los escudos que figuraban en
el remate del retablo eran los de D. Antonio Terrones Robles y no los del
obispo[12]:
“... Y assi mesmo dijo save que el retablo de la dha Capilla maior esta
acavado de Pintura escultura dorado y estofado Y Puesto en su lugar Y que no
tiene noticia aespensas de quien se hiço mas que avisto las armas del dho D.
Antonio terrones Puestas En los remates del retablo[13] Por lo qual
Presume este declarante que por ser de la misma obra del dho retablo las dhas
armas seria a espensas del Patrono de dha Capilla...”[14]
Más claro aún es
el documento anteriormente mencionado en el que se indica que D. Antonio
Terrones pagó a su costa las barandas de madera, gradas y los púlpitos de
“jaspe” o mármol rojo, uno de los cuales aún se conserva, en parte, en la
iglesia[15]
aunque trasladado recientemente a la capilla del Baptisterio. Por esas fechas
ya debía estar iniciado el magnífico retablo de mármol rojo de la Catedral de
Córdoba, en el que intervino el cantero Luis González Bailén, vecino de Cabra,
que sería, según J. Rivas, una figura clave en el triunfo y difusión de tales
piedras[16]
(NIETO, 1998, 542).
No debemos
olvidar tampoco la presencia en las listas de hermanos de la cofradía de la
Santa Vera Cruz de estas fechas, del cantero Andrés Bernal,[17] o en
el periodo comprendido entre 1634-1654, a Francisco López de Almazán, que como
cantero de Andújar acudió en este tiempo a trabajar en la catedral de Jaén
(GALIANO, 2006, 148). Por tanto, sabemos algunos nombres de canteros en la
primera mitad del siglo XVII que pudieron hacer estas obras, o al menos
intervenir en ellas.
Este tipo de púlpitos era frecuente que tuviesen la parte
superior de forja, como ocurre en la vecina Baños de la Encina, en la ermita
del Cristo, donde se conserva un púlpito gallonado de gran similitud con éste
de Andújar.
Hemos visto que
D. Antonio Terrones Robles, como heredero del obispo, hizo valer su prestigio
en la ciudad, enriqueciendo su patrimonio[18] y el
de la iglesia de San Bartolomé, como nuevo patrono de una de las principales
parroquias de Andújar. Debido a que dispuso parte de sus recursos personales
para ello,[19] instaló en el retablo sus
armas. Asimismo, debió instituir un mayorazgo, para que le sucediesen en sus
posesiones y contar con una de las casas principales de Andújar, que disponía
de patio y de capilla propia en él,[20]
donde además se encontraban dos importantes relicarios que fueron de su primo
D. Francisco Terrones del Caño, uno regalado por la infanta Dª Isabel, hija de
Felipe II, y el segundo regalado por el papa Paulo V, amigo personal del obispo
(TERRONES, 1657, 194-196).
D. Antonio
Terrones, a pesar de no ser de Andújar ni tener un origen noble, debió gozar de
un enorme prestigio en nuestra ciudad por ser realmente el heredero de la
memoria de uno de los hijos más ilustres de Andújar de todos los tiempos, D.
Francisco Terrones.
La vida de D.
Francisco estuvo llena de importantes sucesos, por un lado por su gran valía y
por otro por el momento que vivió. A ello hemos de añadir sus viajes
constantes. Por no ser demasiado exhaustivos, D. Francisco examinó de primera
mano los hallazgos conocidos como Libros plúmbeos de Granada, que finalmente
fueron considerados heréticos.
También en
Granada, siendo miembro del Colegio de Santa Catalina, que estuvo situado en la
Plaza de las Pasiegas o de la Catedral, oyó predicar a San Juan de Ávila,
proclamado recientemente Doctor de la Iglesia.
Como predicador
real, el 19 de octubre de 1598 hizo el sermón en las pompas fúnebres del rey D.
Felipe II en la Iglesia de San Jerónimo de Madrid. En 1604, siendo obispo de
Tuy, peregrinó a Santiago de Compostela[21]
(LOPEZ, 1907, 326).
La ciudad que se
encontró debió ser muy parecida a la que aparece en la acuarela de P. M. Baldi,
quien también hizo otra de nuestra ciudad.
Siendo obispo de
León, el día 4 de febrero de 1611, aprobó las reglas de la cofradía del Dulce
Nombre de Jesús de la capital, una de las principales de aquella ciudad.
Fue agradecido con la pequeña iglesia de Santa María de Mao de la que se había extraído la reliquia de San Eufrasio. Así, encargó siendo obispo de Tuy una reja para proteger y engrandecer el sepulcro del obispo iliturgitano. Esta reja, con su remate superior de madera, se conservó hasta hace años tal y como se aprecia en esta fotografía.
Una vida extraordinaria y una influencia que enriqueció a nivel local su primo hermano D. Antonio Terrones Robles. Y decimos claramente a nivel local, porque D. Antonio, aparte de los hechos ya relatados, tuvo un interés especial por perpetuar la memoria de su linaje en la ciudad que vio nacer a nuestro obispo Terrones. A pesar de tener una sola hija, llamada Agustina, logró casarla con una familia muy influyente en Andújar: los Albarracín. Sin embargo, sería ésta quien conseguiría que su hija Beatriz entroncara con un linaje fundamental: los Piédrola, cuyo origen remoto lo tenemos en el primer gobernador de la Cofradía de la Vera Cruz, D. Hernado de Piédrola. El único hijo varón de Dª Agustina, llamado Antonio, heredó el mayorazgo de su abuelo, el patronazgo de la capilla mayor de San Bartolomé y cuyo nieto, Alonso Albarracín Valenzuela, fue Alcalde Mayor de Andújar. Tuvo también una sola hija, de nombre Beatriz, que casó con el todopoderoso Alonso de Piédrola Serrano o Serrano de Piédrola, primer patrono de la capilla del convento de San Eufrasio de Andújar y que era hermano de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
El convento de
San Eufrasio era de frailes trinitarios, con anterioridad estuvo tras el
antiguo Ayuntamiento, es decir, en lo que después sería convento del Carmen.
D. Alonso Serrano
de Piédrola, que contaba con una importante fortuna, debió jugar un papel
importante no sólo en la construcción del nuevo convento de San Eufrasio, sino
en favorecer la implantación de los carmelitas en el que había sido convento de
trinitarios. Prueba de ello es que su familia gozó del favor de los carmelitas,
que le regalaron el manuscrito de San Juan de la Cruz (RUBIO, 2002, 185), y que
estuvo en poder de su familia durante siglos hasta que ya en el siglo XX pasó a
la iglesia de Santa María.[22]
Es a partir de
la estrategia matrimonial de D. Alonso Serrano de Piédrola y Dª Beatriz cuando
comprobamos el alcance de los matrimonios de sus sucesores. Así, el biznieto de
Dª Beatriz fue el primer Marqués del Cerro de la Virgen de la Cabeza, y su hija
Francisca se casó con el primer Marqués de la Merced, D. Fernando de Quero y
Quero. Una nieta de ésta, llamada Ignacia, se casó con el Conde de la
Quintería, D. Eugenio de Cárdenas y Miranda, y un biznieto de Dª Francisca, D.
Luis Estanislao de Quero y Valdivia, tercer Marqués de la Merced, se casó con
Dª María de Valenzuela, hija de D. Alonso Eduardo de Valenzuela,[23]
primer Marqués del Puente de la Virgen y patrono de la Capilla Mayor del
convento de Capuchinos (PALOMINO, 2003, 253). Asimismo, la madre de D. Luis
Estanislao era Dª Nicolasa de Valdivia y del Corral, biznieta de D. Gome de
Valdivia y Cárdenas, que construyó la llamada “Casa de los Niños de D. Gome” y
fue patrono de la capilla mayor del convento de San Francisco (PALOMINO, 2003,
239). Vemos pues, cómo D. Antonio Terrones, que vivió entre los siglos XVI y
XVII, logró que sus descendientes en el siglo XVIII, tuviesen buena parte de
los títulos nobiliarios de la ciudad.
Pensamos que el
nexo de unión original de todos ellos es D. Lorenzo Terrones y su papel en la
cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar. En sus tiempos el número de hermanos
de la corporación veracrucera debió ser muy alto,[24]
pertenecía a ella Alonso Serrano de Piédrola, descendiente quizás de aquel
Hernando de Piédrola, primer gobernador de la Cofradía. También D. Alonso de
Valenzuela, hijo de D. Rodrigo de Valenzuela, patrono de la capilla mayor del
convento de Mínimas (IBID., 2003, 194), e incluso a Alonso de Ramos,
carpintero, que intervino en la construcción del convento del Carmen
(DOMÍNGUEZ, 1985, 107).
Tanto los
Terrones, como los Piédrola y los Valenzuela, cuyos destacados miembros
pertenecieron a la Cofradía de la Santa Vera Cruz, terminaron emparentando.
Muchos de ellos fueron los promotores de las principales capillas de iglesias y
conventos en los siglos XVI-XVII, como la de la iglesia de San Bartolomé, el
antiguo convento de San Eufrasio, el Convento de Mínimas, etc. Algunos de los
artífices de estas obras, sencillos artesanos, aunque algunos con un enorme
arte, contribuyeron también con su oficio a la demanda de los poderosos, que en
la cofradía eran sus hermanos. Es el caso de la familia Ramos, carpinteros
sobresalientes en este tiempo y otros que aparecen como pintores, canteros o
entalladores. A un nivel distinto, recibieron legados como el famoso manuscrito
de San Juan de la Cruz, valiosos relicarios e incluso memoria histórica de
nuestro pasado a través de D. Juan del Caño y del propio Obispo Terrones.
Sin embargo, y
como ya apuntó D. Francisco Terrones en su sermón del día 15 de mayo de 1597 en
la pontifical que presidió el obispo de Jaén D. Sancho Dávila y Toledo en San
Bartolomé de Andújar: “...Y si los
Reyes de la tierra pagan con premios de el Cielo Servicios tan pequeños, fiad
de el Rey de el Cielo, que los grandes servicios que espero que hareys a su
Divina majestad, y a sus Santos, os los pagará con premios Temporales y
Eternos, en esta vida por gracia, y en la otra por Gloria. “ Se trata de
una frase rotunda, digna de su inquebrantable lealtad al rey Felipe II y a
Dios.
Por todo ello,
fue la familia Terrones Caño, de honda raigambre en nuestra cofradía de la
Santa Vera Cruz, la que “construyó” uno de los pilares históricos del obispado
de Jaén, a través de la reivindicación de la figura de San Eufrasio, patrón de
Andújar y de la diócesis de Jaén. Hablar de este linaje veracrucero, en
definitiva, no es sólo hablar de lo más importante de la Historia de Andújar
sino también, del origen remoto de nuestro obispado. Un orgullo para esta
corporación cuyas raíces históricas, repleta de personajes relevantes, se
extienden más allá de la vida cofrade.
BIBLIOGRAFÍA.
DOMÍNGUEZ CUBERO,
J. (1985): Monumentalidad religiosa de Andújar en la Modernidad,
Jaén.
GALIANO PUY, R.
(2003): “Biografía del doctor D. Francisco Terrones del Caño, predicador real y
obispo que fue de Tuy y León”, Boletín del Instituto de Estudios Giennenses,
nº 183, 207-255.
LÓPEZ FERREIRO,
A. (1907): Historia de la Santa a. m. iglesia de Santiago de Compostela,
vol. 9, Santiago.
MOZAS MORENO, Mª
de los SANTOS (2007): “Manuscrito 1180 de la Biblioteca Nacional: Antigüedades
de Jaén”, Elucidario nº 4 (septiembre de 2007), 49-66.
NIETO CUMPLIDO,
M. (1998): La Catedral de Córdoba, Córdoba.
PALOMINO LEÓN,
J. A. (2003): Ermitas, Capillas y Oratorios de Andújar y su término,
Jaén.
RIVAS CARMONA,
J. y CABELLO VELASCO, R. (1990-1991): “Los mármoles del Barroco murciano”, Imafronte
nº 6-7, pág. 133-142.
RUBIO FERNÁNDEZ,
J. (2002): Santa María la Mayor de Andújar. Datos para la historia de una
parroquia, Andújar (Jaén).
TERRONES ROBLES,
A. (1657): Vida, Martyrio, Translación y Milagros de San Eufphrasio Obispo,
y Patron de Andujar, Granada.
TORRES LAGUNA, C. (1956): Andújar
Cristiana, Andújar (Jaén).
[1] Resaltado en color azul.
Los cuadros verdes se refieren a quienes estamos seguros que no tuvieron
sucesión.
[2] Dado que sería demasiado
extenso incluir en dicho cuadro los títulos, cargos y otros datos sobre estos
personajes, se ha preferido hacer algún comentario en el texto.
[3] Entre noviembre de 1606 en
que sabemos que estuvo en Villafranca y hasta al menos el 13 de febrero de
1607, en que estando en Jaén obtuvo el patronazgo de la capilla mayor de San
Bartolomé debió tener como domicilio habitual Andújar, donde pasó esa Navidad
del año 1606. Recordamos que era obispo de Tuy y un viaje tan largo desde
Galicia a Andalucía no era nada fácil.
[4] El convento de San Agustín
de Córdoba se conserva en buena parte. Destaca su iglesia cuya portada
reproducimos.
[6] Era hijo de Francisco del
Caño, primo hermano del obispo e Isabel Notario. Su hermano Alonso fue catedrático
de la Universidad de Salamanca. Hacia el año 1600 pidió por carta a su tío, D.
Francisco Terrones que le preparase para el ejercicio de la predicación. Esta
carta dio lugar a uno de los libros de D. Francisco: Arte o Instrucción de
predicadores (TORRES, 1956, 211-212), publicado en Granada cuatro años después
de su muerte.
[7] El afamado Juan del Caño
fue cuñado del gobernador de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar, D.
Lorenzo Terrones.
[8] Lista de hermanos de la
Cofradía de la Santa Vera Cruz en la transición entre los siglos XVI y XVII.
Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[9] D. Francisco del Villar fue
vicario perpetuo de Andújar y un gran interesado por la Historia de Andújar, de
hecho sabemos que hizo la primera “prospección arqueológica” en el yacimiento
de Los Villares según consta en el documento 1180 de la Biblioteca Nacional,
titulado Antigüedades del Reino de Jaén, manuscrito inédito escrito por Martín
Ximena Jurado. El documento concreto está fechado en Enero de 1630 (MOZAS,
2007, 57).
[10] Era sobrina de D. Francisco
por ser hija de su hermana Catalina, y a la vez era prima, por haberse casado
con su primo hermano D. Antonio Terrones.
[11] Archivo de la Real
Chancillería de Valladolid. Registro de ejecutorias. Caja 2136.0036.
[12] La explicación quizás haya
que buscarla en el hecho de que parte de las costas de la máquina que presidió
el presbiterio fue sufragada por D. Antonio Terrones Robles: “...a franco
de irias de seiszientos Ducados en que se conzerto azer el retablo dela
dha capilla se lean dado Duzientos Dus Por mano de antonio lopez de
Zúñiga de que ai Carta de Pago y mas le a pagado otras partidas Dn Antonio
Terrones rexidor de anduxar devere El Resto....” Libro que contiene documentación sobre el
pleito entre D. Antonio Albarracín Valenzuela y D. Jerónimo del Caño por el
patronazgo de la capilla mayor de San Bartolomé de Andújar, pág. 155 vuelta.
Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[13] Hace años pudimos ver una
fotografía realizada antes de la Guerra Civil y conservada en San Bartolomé, de
unos solemnes cultos en la que a pesar de haberse tapado buena parte del
retablo mayor con un gran telón de fondo, asomaban por encima los dos escudos
del retablo en los lados del remate y en el centro un cuadro.
[14] Libro que contiene
documentación sobre el pleito entre D. Antonio Albarracín Valenzuela y D.
Jerónimo del Caño por el patronazgo de la capilla mayor de San Bartolomé de
Andújar, pág. 146. Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[15] El pie no es el original,
pues como se aprecia en la fotografía éste debió ser de mayor anchura que el
actual, por la huella que se observa bajo la base del púlpito.
[16] Tampoco debemos olvidar que
entre los años 1623 y 1627 se hizo con este material el trascoro de la catedral
de Murcia (RIVAS y CABELLO, 1990-1991, 136), con mármol procedente en parte de
la zona de Caravaca, donde está documentado que trabajaron rejeros de Andújar.
[17] Lista de hermanos de la
Cofradía de la Santa Vera Cruz en la transición entre los siglos XVI y XVII.
Archivo de la Cofradía de la Santa Vera Cruz de Andújar.
[18] Es probable que dado que la
línea sucesoria de D. Lorenzo Terrones prácticamente no tuvo descendencia,
obtuviera alguna herencia de sus primos.
[19] Completó así los compromisos
adquiridos por el acuerdo de patronazgo suscrito por su primo, el obispo D.
Francisco Terrones.
[20] Desconocemos a día de hoy
dónde se encontraría esta casa de D. Antonio Terrones Robles. Podría haber sido
el que después se convirtió en convento de franciscanas, en el Altozano de
Santo Domingo, ya que sabemos perteneció a la familia Albarracín, con la que
emparentó su única hija, Dª Agustina.
[21] A este respecto hemos de
señalar como curiosidad que algunos historiadores plantean que Felipe II llegó
a considerar la idea de trasladar los huesos del Apóstol al monasterio del
Escorial, aunque quizás se trate más bien de una leyenda a partir de su deseo
de contar en el monasterio de algún pequeño hueso del apóstol Santiago.
[22] El manuscrito perteneció a
los Piédrola, que al emparentar con los Albarracín, patronos del convento del
Carmen, quizás por mediación del mismo D. Alonso (que recordamos casó con Dª
Beatriz de Albarracín y Terrones) quedó ya en manos de este linaje y por otros
casamientos posteriores pasó al Conde de la Quintería, quien lo poseía a
principios del siglo XX.
[23] Los Valenzuela eran
asimismo los patronos de la capilla mayor del Convento de Mínimas. De hecho,
Alonso de Valenzuela, patrono de ella, fue hermano de la cofradía de la Santa Vera
Cruz. Su abuelo, llamado Luis de Valenzuela, fue el fundador de dicha capilla
mayor, la cual sacó de cimientos (PALOMINO, 2003, 194).
[24] Las listas de hermanos son
incompletas y a pesar de ello contienen datos de notable interés.
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